Marisa Fernández / Serrat

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La verdad es plural

LA lucha por la igualdad de la mujer se ha convertido en una carrera con avances, retrocesos y ciclos de estancamiento, pues son muchos los factores y las influencias que intervienen en este desigual ritmo: los hábitos que niños y niñas adquieren (o debieran adquirir en la escuela), las tradiciones familiares reproduciendo valores de una generación a otra; los mensajes que, explícita o implícitamente, transmiten los medios de comunicación o las mismas mujeres que no acaban de creérselo y solitas ellas se colocan dos escalones más abajo en el status social. Aunque quedan algunos asuntos pendientes de una resolución igualitaria (los altos cargos en las empresas o el reparto de tareas domésticas en casa), lo cierto es que las mujeres hemos llegado a una situación en las que podemos competir en igualdad de condiciones con los hombres en el desarrollo de una profesión o en el reconocimiento social. Necesito recordar todo esto para llegar a comprender e interpretar el revuelo vivido esta semana en Málaga.

En el campus universitario de Málaga se han difundido anuncios en los que se demandan chicas para grabar porno con una ganancia de 300 euros por escena. Se exige que sean mayores de edad y, por supuesto, como cualquier oferta de trabajo, no se obliga a nadie. En principio, el asunto es simple: hay una convocatoria a la que se acude o no, haciendo uso de la santa libertad personal, sin coacción ni engaño. También se buscan chicos (aunque en letra más pequeña). Compruebo de nuevo que todos no vemos la realidad de la misma forma. Cuando he oído a los defensores de la mujer tan indignados por el anuncio y a los profesionales del "rasgarse las vestiduras" denunciando abusos, he llegado a la conclusión de que no, que no es cierto eso de que se disfrute de la misma libertad que los hombres. Porque la libertad es sólo un espejismo si te sobreprotegen, ya que sólo los débiles necesitan esa protección. Porque es una quimera si son otros los que eligen por ti (aunque sea hacer, o no, un anuncio). Porque es mentira que te consideren libre si te conducen de la mano, temiendo que te equivoques.

Me parece un insulto que se derroche tanta energía en advertir de los males que puede acarrear este tipo de ofertas. Ese airado mensaje esconde una intolerable subestimación de la capacidad de análisis y de juicio de las jóvenes, dando por hecho que ni piensan ni saben y que además, se dejan engañar fácilmente ¿Igualdad, decíamos?

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