Antropoceno es un término que usamos para hablar de los efectos determinantes que la actividad humana tiene sobre nuestro planeta, y que en general destila fracaso, o derrota. En realidad, deberíamos alargar esa definición para aclarar que es la actividad económica la que provoca el incremento de la temperatura o la desaparición de las especies, o quizás aún más, concluir que es el capitalismo y la acumulación desmesurada de capital la que desencadena una decadencia medioambiental irreversible, dejando a la humanidad al borde del colapso. Igual así podamos repartir culpas de manera más razonable, a mayor acumulación de riqueza más responsabilidad, y empezar a mirar la raíz del problema, la economía y el pensamiento de la civilización industrial capitalista.

Durante esta semana se nos han revelado dos noticias “antropocénicas” que son fiel reflejo de esto que comento. Por un lado, hemos conocido que algunos de los mayores culpables de nuestro impredecible y triste futuro se han juntado para celebrar los fastos previos a la boda de dos ricachones indios. Y, por otro lado, el gobierno chino ha avisado de que aspira a que su economía crezca un 5% este año, una barbaridad que igual pasa desapercibida entre las páginas salmón, y que significa que tendrán que quemar millones de barriles de petróleo para lograrlo. La escandalosa celebración en Bombay, además de ser un escupitajo a la cara de millones de pobres indios, es sobre todo un reflejo de cómo piensa el 1% multimillonario: apartarse, desparramar y contaminar. Mirar a los reyes de la lista Forbes sin admirarlos, acusarlos y exigirles que devuelvan lo robado y que respondan por sus planes, puede ser un buen paso para la necesaria revolución económica-ecológica pendiente, nacida de la indignación. Igualmente, la postura de la segunda potencia económica mundial también evidencia otro pensamiento enquistado y relacionado con el anterior, y es el de progresar únicamente desde la lógica del crecimiento económico.

Si queremos mutar el tenebroso sino del Antropoceno, tendremos que empezar mirando y pensando de otra forma, de manera crítica y decidida, donde eliminemos acumuladores y racionalicemos desde las tesis económicas del crecimiento cero nuestro porvenir.

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