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Ignacio F. Garmendia
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LA complicada situación por la que atraviesa el Decano del fútbol español por la nefasta gestión económica de sus directivos, ha puesto al club al borde de la quiebra. Ahora, cuando 126 años de historia futbolística están a punto de irse al garete, tenemos que recordar a uno de los muchos profesionales que han pasado por el Decano, dejando sudor y lágrimas en los campos para que el Real Club Recreativo de Huelva estuviera en lo más alto del listón del fútbol español. Este hombre es Antonio Padilla Martínez, guardameta del Recre en la temporada 1951-1952, y entrenador de la plantilla en la temporada 1964-1965.
Antonio Padilla Martínez, hijo de un ferroviario, jefe de estación, nació por circunstancias de la vida hace 85 años en Lora del Río (Sevilla), pueblo que apenas llegó a conocer; ya que por motivos de trabajo de su padre se instaló en Madrid, donde residió hasta el año 1948. Padilla fue uno de los porteros de la mítica plantilla del Real Madrid con Alfredo Di Stéfano, Miguel Muñoz, Francisco Gento, Ferenc Puskas, etc.
Su trayectoria deportiva comenzó precisamente en Madrid, donde jugó de medio centro en el Imperial Delicias y en el Meseguer. En 1948 se trasladó a Huelva, lugar en el que fue descubierto como guardameta. Comenzó jugando en el Ferroviario CF, y más tarde se incorporó al Recreativo de Huelva como amateur, cobrando cinco mil pesetas al año. En 1951 pasa al campo profesional como portero del Recreativo. Leoncito, preparador del cuadro onubense, salió al paso de una pequeña controversia de pasión de valores en el diario Odiel, con estas declaraciones a favor de Padilla: "En Padilla hay un portero fenómeno; que nadie lo dude… Lo vamos a ver pronto". Y así fue, ya que un año más tarde, el 28 de febrero de 1952, fue fichado por el Real Madrid para defender la portería del Plus Ultra, filial de este equipo. El Recreativo obtuvo por este traspaso 300.000 pesetas, una importante cantidad por aquella época con la que pudo pagar a toda la plantilla durante la temporada siguiente.
Padilla fue probado en el estadio de Chamartín el 14 de febrero de 1952, en un encuentro amistoso entre el Real Madrid y la UD España de Tánger, que terminó con el resultado de 3-0. Dos semanas después debutaba con el Plus Ultra en un partido de liga contra el Salamanca, en el que sufrió una lesión de poca importancia, ya que a la semana siguiente volvió a defender la puerta del Plus Ultra en Chamartín.
El nuevo portero del Plus Ultra triunfó rápidamente de una manera espectacular y todos los periódicos destacaban las habilidades del guardameta Padilla. Pueblo, el diario de la noche madrileño, decía en un titular: "Padilla, héroe de la jornada". El diario Marca, refiriéndose al encuentro con el Salamanca, señalaba a Padilla como un excelente portero: "El equipo madrileño, con mucha juventud en sus filas ha causado buena impresión. Destacaron sus interiores y el portero Padilla que tuvo una excelente actuación, realizando magníficas paradas". Todo eran elogios para aquel chaval que se formó deportivamente en el Decano del fútbol español en el campo del Velódromo de Huelva, situado en la antigua carretera de San Cristóbal, hoy Alameda Sundheim.
El Servicio Militar le obliga a dejar temporalmente el Plus Ultra para desplazarse a Sevilla y cumplir con su compromiso obligado con la Patria. Durante este tiempo (temporada 52-53), fue cedido al Real Betis Balompié. Debuta en un partido del Trofeo Federación Betis-Córdoba, en el que sufre una rotura de menisco de la rodilla derecha que lo dejó inactivo durante un tiempo, lesión de la que nunca se llegó a recuperar totalmente. Padilla tuvo muy mala suerte con las lesiones, tal vez porque arriesgaba demasiado. Pero a pesar de las secuelas de esa lesión, es fichado por el Tenerife para la temporada 54-55.
En 1956 Padilla retorna a Huelva para jugar en la temporada 56-57 en La Palma CF y en la Olímpica Valverdeña (Tercera División); enfrentándose con este último a su antiguo equipo, el Recreativo de Huelva, con un resultado de 0-0.
En 1958 ficha por el equipo portugués Lusitano de Vila Real, equipo de Segunda División en el que jugó varias temporadas. El 6 de febrero de 1961 el Vila Real se enfrenta al Victoria de Setúbal, partido en el que Antonio Padilla tuvo frente a él, defendiendo la portería del Setúbal a otro prestigioso portero: Félix Mourinho, padre de José Mourinho, fichado recientemente por el Manchester United como entrenador para la próxima temporada. Como dato anecdótico, que el propio Padilla cuenta con cierto grado de asombro, es que en los años 1962-63 llegó a jugar en la selección portuguesa sin ser portugués, un caso insólito que en la actualidad sería difícil repetir.
Un día, Padilla decide que le ha llegado la hora de colgar las botas y regresa a Huelva para hacerse cargo como entrenador de la plantilla del Recre en la temporada 64-65. Al año siguiente se desvincula profesionalmente del mundo del fútbol y monta un negocio de serigrafía de banderines de fútbol en la calle Isla Cristina nº 9 de la capital onubense, comercializando estos emblemas deportivos en España y Portugal. El negocio se convirtió después en la Papelería Padilla, una de las papelerías más antiguas de Huelva.
En los fichajes de aquella época no corrían las cantidades millonarias que estamos acostumbrados a leer en la prensa diaria, pero la carrera deportiva de Padilla le aportó el suficiente dinero para llevar una vida muy desahogada, e incluso costear la carrera de un hermano.
El Recreativo de Huelva nunca olvidará su paso por el club. Fue uno de los invitados de honor en la inauguración del Estadio Nuevo Colombino en el año 2001, y el asiento nº 6 de la fila nº 8 de Tribuna de este estadio está reservado para esta vieja gloria del fútbol español y extranjero, como socio honorífico.
Aunque el fútbol le apasionaba, nunca llegó a ser para él una obsesión; lo entendía más bien como una profesión; como un trabajo del que sabía desconectar rápidamente. Cuando llegaba a casa después de jugar un partido, y su familia le preguntaba por el desarrollo del mismo, él no entraba en detalles para evitar mezclar el trabajo con la familia, y siempre respondía escueta y brevemente: "Ha habido división de opiniones". Padilla, que desde muy joven ha veraneado en Mazagón, prefería llevar a su familia a la playa antes que asistir a cualquier evento deportivo.
Antonio Padilla disfruta de su merecida jubilación en una casa con unas privilegiadas vistas al mar en la urbanización Casas de Bonares (Mazagón), y a pesar de haber sido una gloria del fútbol español y extranjero, es una persona humilde, sencilla, nada vanidosa, que pasa desapercibida entre sus vecinos.
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