Anteproyecto con calado

Para que una norma jurídica funcione bien es necesario profundizar en ella y dialogar mucho

Algunos han interpretado la aprobación en el Consejo de ministros del Anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI como una victoria de Irene Montero sobre Carmen Calvo. Todo es posible, pero salvo que hubiera alguna razón por la que Pedro Sánchez quisiera desprenderse de esta última, creo que todavía no hay tal triunfo y que habrá que esperar hasta que el texto pase por todos los trámites para comprobar si lo que se publica en el BOE coincide con el original. Por otra parte, siempre cabe el recurso malintencionado de no dotar de recursos suficientes a la ejecución de una ley, como la de la dependencia. Dudo que la conformidad con el polémico anteproyecto sea para reforzar la figura de Montero, una estrella que nunca brilló fulgurante y que podría tener sus días contados, entre otras cosas, por causas ajenas a la política, pero que tienen el peso suficiente como para influir en su situación política. La citada aprobación sorprende porque Carmen Calvo siempre se ha posicionado dentro de la ortodoxia feminista que rechaza que se cuestione el determinismo biológico y no comparte la autodeterminación sexual. El tema tiene su calado porque la aceptación de estas dos cuestiones tiene derivaciones inevitables, como por ejemplo tener que cambiar oficialmente el lenguaje -otra cosa, sería si los hispanoparlantes nos sumamos a esas alteraciones-. Por ejemplo, ¿se utilizará en lugar de padres, progenitores? Pero hay otros asuntos de más enjundia. Otro ejemplo: si el sexo es elegible, ¿no queda en entredicho la ley contra la violencia de género? El artículo 14 del anteproyecto así lo sugiere, al indicar que el cambio de sexo no altera los derechos y obligaciones jurídicas anteriores, en particular en lo relativo a la ley que se acaba de citar, lo que no es coherente con una buena filosofía y practica políticas. Lo que es innegable es que deben existir leyes que garanticen la dignidad, respeto, no discriminación y todos los derechos de cualquier persona, se tenga el sexo, la identidad de género o la orientación sexual que sea. Obviamente, es indiscutible. La diversidad forma parte de la vida y aquí también está presente, por lo que no pueden imponerse modelos únicos. Ahora bien, para que una norma jurídica como esta funcione bien sociológicamente, en la que subyacen aspectos biológicos, psicológicos y culturales, es necesario profundizar en ella y dialogar mucho, lo que hasta ahora no se ha hecho.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios