Horacio / Galea / Pardo

Afición y devoción

CON educación y el debido respeto con quien discrepe, pues todo es susceptible de opinión, haré ciertas consideraciones desde mis conceptos personales y cristianos; pues la vida sin conceptos y valores no es nada.

En ciertos foros sociales y periodísticos, oigo acepciones gramaticales que rayan en lo absurdo. Lo son de una falta de conocimiento y formación, que abruman al más pintado; y todo es producto de la moda del momento. Como niños de primaria, carentes del significado de las palabras en su contexto, oigo que hay personas aficionadas al costal, a los pregones, a los pasos y en su contexto general, a la Semana Santa. ¡Casi ná!

Ante tan magna descomposición formativa, me pregunto ahora: ¿Pero esto de qué va? ¿Por qué hay tantas tonterías? ¿Cómo se puede hablar o afirmar, de afición en lo relacionado con la Semana Santa? Seguro que viene copiado de algún listillo de turno; porque eso sí, cosa que vemos por ahí, la copiamos aquí. Qué poco criterio y qué poca personalidad tenemos.

Comprendo que se puede tener afinidad por algo determinado, pero hablar de afición en relación a cuestiones de fé, es de una vulgaridad y un analfabetismo, que a más de uno le convendría repasar nuestra doctrina, a ver si retoman el aprendizaje y no hablan más bobadas.

En el diccionario de la RAE, la palabra afición tiene tres definiciones posibles; la tercera es la más ilustrativa. Dice así: Conjunto de personas que asisten asiduamente a espectáculos o sienten interés por ello.

Nuestras cofradías como expresión de la fe popular, una vez que realizan su estación de penitencia, lo hacen como acto de culto público en la fe y no como un espectáculo, donde en la calle debe haber una ética y una estética. Son instituciones de la Iglesia, movimientos vivos de cristiandad, expresión de fraternidad, lugar de acogimiento, de prácticas de culto y caridad. Sin esta serie de conceptos y fundamentos, no podemos concretar nuestra forma de expresarnos correctamente.

Ahora, a tenor de la definición anterior, pregunto: la caridad es una afición, el culto es una afición, los movimientos eclesiales son afición, nuestro titular es una afición, pertenecer a una hermandad es una afición, ser costalero es afición, etc.

En esa expresión pública, parece que algunas personas relacionadas con el mundo del costal, quieren venir a modificar los cánones establecidos, pues con la palabra evolución, se pretende dar un cambio de imagen a lo que durante algunos años se ha expresado así. Vistos los costales a rayas, con colorines, colocados como viseras en la cabeza, los pantalones remangados y las tiras terapéuticas, me da la impresión de estar ante un teatro callejero, donde casi todo vale. Visto lo visto, deduzco que el laicismo del costalero, está servido.

El resultado de esta afición cofrade, son los corazones fogosos, los templos casi vacíos, la formación cristiana por los suelos y un sentido de hermandad, que dura a veces, lo que una vela encendida. Triste, pero cierto.

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