tiempo de academia

Fernando barranco molina

Académico de número de la Academia Iberoamericana de la Rábida

Adolf Schulten, buscando Tartessos

Schulten, el célebre y conocido arqueólogo alemán, nació en 1870 y desde muy joven se interesó por la historia y la arqueología. Por eso se fue a estudiar a la Universidad de la bonita ciudad de Bonn, para prepararse y venirse a España, que le apasionaba. Primero se dedicó a excavar y estudiar Numancia para luego venir a Doñana en busca de Tartessos. Ya antes había obtenido la Orden del Mérito de Baviera y había hecho excavaciones en Italia, África y Grecia. Escribió varios libros sobre España: Hispania, Geografía y Etnología, Numancia, Los cántabros y su lucha contra Roma, la obra Tartessos, que sin duda fue su obra más celebrada, leída y reeditada en muchos idiomas.

Este renombrado alemán vino a Huelva, fue recibido por las autoridades, ya que venía avalado por el cónsul de Alemania en nuestra capital, don Luis Claus, persona con mucho prestigio, no solo aquí, sino también en su país. Aunque es verdad que Schulten ya venía precedido de mucha fama y con varios premios y condecoraciones en su haber, también existía una leyenda negra sobre sus teorías. Presumía de descubrimientos que en realidad no habían sido suyos, además de haberse inventado historias para que sus teorías pareciesen más reales.

Vino a Cáceres, aprovechando que era miembro del servicio de inteligencia alemán, acompañado por el general Lammerer, director del más alto organismo geográfico de Alemania que, junto a su brigada topográfica que le acompañaba, levantaron muchos planos y mapas, además presumiendo de que había descubierto Numancia en 1905, cuando 45 años antes ya la había descubierto el español Eduardo Saavedra, ingeniero y encargado del reconocimiento de la red de carreteras de la provincia de Soria que tuvo conocimiento de las vías romanas del itinerario de Antonino. Saavedra fue el primero que demostró científicamente la ubicación de Numancia en el cerro llamado de La Muela de Garray. Las excavaciones se suspendieron cuando la reina Isabel II huyó a Francia.

En Cáceres corrió la noticia de la gran cantidad de piezas que se llevó Schulten a Alemania con el fin de estudiarlas pero que jamás volvieron a España. Por tanto, su fama quedaba un poco mermada. Sin embargo, recibía muchas ayudas de ayuntamientos y diputaciones para sus excavaciones.

A Huelva llegó en el año 1920, fue recibido por don Luis Claus, que lo acompañó en todo momento, con el fin de descubrir Tartessos, que todavía hoy sigue siendo el mayor problema que tiene planteado la arqueología mundial. Schulten recorrió nuestra costa hasta la Punta del Malandar, en la desembocadura del río Guadalquivir. Y al pasar por un lugar muy frecuentado por mí, El Asperillo, por estar allí ubicado el vértice geodésico Bombo, uno de los lugares más bonitos y espectaculares de nuestra provincia, afirmó: "El cerro de El Asperillo es sin duda el Mons Casius, aquel cerro que citaba Apolodoro al oeste de Tartessos".

El Cerro de El Asperillo fue declarado recientemente Monumento Natural de Andalucía y, por lo tanto, ya no se puede acceder a él libremente como antes y hay que concretar la visita para que los agentes de la delegación de Medio Ambiente abran la puerta de la alambrada que lo protege.

También dio apoyó a la expedición del ingeniero jefe de la Junta de Obras del Puerto de Huelva, don José Albelda y Albert, y al ejército español, que se habían reunido en el Convento de La Rábida, ya que la comunidad franciscana brindó sus instalaciones, al igual que hiciera muchos años antes para otro proyecto de descubrimiento como fue el planteado por Cristóbal Colón, aunque este último tuvo éxito, cosa que no logró Schulten.

Don José Albelda fue ingeniero de caminos, canales y puertos, académico de la Academia de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando y, además, supervisor de los monumentos de la provincia de Huelva. Él hizo un informe detallado del hallazgo del famoso casco griego aparecido en los dragados de nuestra ría. Fue un estudioso de todo lo que se encontró en el puerto de Huelva junto a otros eruditos del momento como fueron el propio Schulten, George Bonsor o Hugo Obermaier. Por tanto, el ingeniero Albelda estaba muy interesado en el proyecto de Schulten, ya que las investigaciones le fascinaban.

Adolf Schulten, en su ya famosa y recordada visita a Doñana en busca de Tartessos, encontró un anillo de cobre del siglo VI a.C. con una inscripción griega que él mismo calificó, junto al casco griego de Huelva, como pruebas documentales de Tartessos. El anillo estaba en el poblado del Cerro del Trigo, en torno a él Schulten se inventó una bonita historia para argumentar su hallazgo. El famoso arqueólogo alemán, al que todo el mundo consideraba un sabio y un genio, también se inventaba leyendas románticas como hemos dicho anteriormente. Estas historias en muchas ocasiones cautivaban, pero lo cierto es que muchos arqueólogos españoles las desmontaban con demostraciones. Él los llamaba despectivamente "españolitos envidiosos".

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