Por mucho que a quien escribe no le gusten los obituarios -quiero suponer que a casi nadie le atrae este tipo literario- no queda más remedio que hacerlo cuando, por diversas razones, el amigo que se ha ido no ha podido ser despedido como te hubiera gustado hacerlo. Si, además, ese amigo forma parte decisiva de algunos aspectos relacionados con tu propia de forma que constituyen parte fundamental de aspectos curriculares, vivencias, anécdotas y, lo más importante, sentido de la lealtad personal en la amistad.

Por eso, hoy, cuando escribo estas líneas, se amontonan los recuerdos y las sensaciones gratificantes de muchos momentos compartidos, casi siempre difíciles, en los avatares de nuestras veleidades políticas pero que nos permitieron ganarnos el respeto de nuestros adversarios ideológicos conscientes de la vitola democrática que otorgamos a nuestro grupo político, hasta entonces no totalmente reconocida, y porque se sabía en ese ámbito de la política local que teníamos un doble frente al que enfrentarnos. El ya citado y no muy complicado del crédito democrático y el interno, por quienes aspiraban a "colocarse" superando los órganos estatutarios de la formación aprovechando el entramado que daba la condición de cargos electos frente a la capacidad autocrítica de unos jóvenes capaces de enfrentarse a la máxima jerarquía en Madrid para preservar los principios ideológicos y democráticos que defendíamos.

Pues bien, en esto, Juan Camacho fue decisivo como Presidente que era de las N.N.G.G. de la entonces, A.P. Junto a él, muchos jóvenes animosos, bajo su liderazgo, escasísimos de recursos materiales pero millonarios en ilusión por construir un partido mejor.

Frente a quienes en Madrid preferían los nombres a los hombres, aquí se propugnaba - conmigo y Juan a la cabeza - lo que ahora se lleva un tinte andaluz que permitiera crecer en nuestra tierra un pensamiento liberal - conservador. No voy a resaltar anécdotas o vivencias singulares y que muchos me animan a publicar pero sería ingrato si no resaltara, y tú lo sabes, que contigo, Luis Alburquerque y José Luis Barragán… se construyó algo que ha permitido a otros muchos, que han venido después, gozar de los éxitos políticos cimentados por nuestro trabajo. Como no me olvido cuando vinisteis los tres a buscarme para que volviera a la acción política y que al convencerme marcasteis gran parte de mi propia trayectoria vital. Gracias, Juan.

Pero sería injusto acabar, una vez reconocida tu decisiva actuación política sin tu mayor aportación a esta tierra: "Y sin Huelva no hay fandango". Enciclopédica obra que al final se ha convertido en el testamento de quien quiso rotundamente a su Huelva del alma, fue amigo de sus amigos, leal a los mismos y a las ideas compartidas, así como espero cuando hayas entrado en el cielo que Fraga no siga molesto por el "frenazo que pegaste y él se comió el salpicadero del coche que conducías". Hasta siempre, amigo Juan y abrazo fraternal de quienes tuvimos la suerte de conocerte.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios