El 7 de diciembre de 1902, Miguel de Unamuno mandó una carta al escritor Juan Valera, autor de Pepita Jiménez. Le decía a Valera en esa misiva que sus "poetas favoritos" son "los clásicos ingleses, cuyas obras leo a menudo y con las que me solazo en las veladas del invierno". Unamuno revela su pasión por los poetas románticos ingleses del siglo XIX, los conocidos como lakistas, William Wordsworth, por ejemplo.

Si algo ha demostrado la literatura clásica inglesa a lo largo del tiempo ha sido su identidad, su conciencia de ser y su carácter diferenciador. Puede o no ser verificable, a pesar de las múltiples variables. Y observamos que el problema de fondo que ha sacado a Reino Unido de la Unión Europea no ha sido otro que ese, un problema de identidad.

Los británicos siempre han tenido un espíritu imperialista, su nacionalismo les ha acercado más al patriotismo que al desarrollo identitario. Es más, escuchando las palabras de Boris Johnson, uno puede pensar que lo que en realidad defiende es un nacionalismo banal. Algo parecido les ocurre a nuestros políticos. Ausentes por completo de identidad, se limitan a fabricar y a mostrar esquemas establecidos por un pensamiento banal y vacío.

Si nuestro presidente del Gobierno evita al Jefe del Estado, y lo hace cuando tiene ocasión, ¿no será que nuestro presidente no está ubicado? ¿no será que en el fondo desconoce cuál es su labor como presidente? ¿o no será que su propia y vacía identidad le hace tener envidia porque a él le gustaría ser el Jefe del Estado y no solo presidente de un gobierno?

Los ministros de Podemos aplaudieron con sorna (sin identidad) en la apertura del curso político a las palabras del Rey. Pero los diputados de Podemos se mantuvieron en pie y sin aplaudir. Manifestaban la seguridad de su maltrecha identidad. Y en otro espacio facilitado por el Gobierno de España, los independentistas y los republicanos, negaron como Pedro la existencia de la monarquía.

Las únicas muestras reales de identidad personal, y de Estado, fueron los rostros de la reina Letizia y del rey Felipe VI. Tradujeron expresiones legítimas, consecuencias naturales de la defensa de su nación, que es la nuestra. Y a pesar del manido, todos los medios se hicieron eco de estas palabras del Rey, "España no puede ser de unos contra otros, España debe ser de todos y para todos", lo que realmente nos interesó fueron otras palabras del Rey que manifiestan su claridad identitaria: "La esencia del parlamentarismo es el acuerdo".

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