¿Y tú me lo preguntas?

Varios aficionados protestan en el partido contra el Atlético Malagueño.
Varios aficionados protestan en el partido contra el Atlético Malagueño. / Josué Correa

04 de noviembre 2025 - 03:06

Con el ambiente ya bastante enrarecido se preguntaba extrañado alguien del banco: “¿qué pitáis, qué pitáis?”. Fue en esos últimos minutos que tanto irritaron a la grada, cuando hasta el inoperantísimo colista olió sangre. Qué mal se jugó ese tramo final. “Mal se ha jugado el tramo final de los últimos 88 minutos”, me decía con guasa alguien al salir del estadio. Y con razón.

Claro que el Decano mereció ganar, como felizmente venció, al filial malaguista y que la faena del penalti fallado (dos de dos, ojito con eso) seguramente tiró por la borda un duelo tranquilo. ¿Y qué? Si hay plantilla para subir hay para hacer mucho más… sobre todo en casa. Lo del domingo fue tedioso con cuatro chispazos mal contados y el miedo a otro puentegenilazo estaba ahí. Por eso se pitaba, señor extrañado, y da apuro tener que explicarlo: porque otra tragedia se veía venir. Porque los muchos miles que van, también en esta categoría, a ver a su Recre merecen más y quieren salir de este lodazal sin negociar ni hacer rehenes y, con el panorama visto en el Nuevo Colombino hasta ahora parece que no da. Parece, digo que parece, nada más.

Estando hoy a un punto del líder hasta el mayor enfado o la más inoportuna declaración, como el más desafortunado gesto, da prácticamente igual. Sólo importa Yecla, sólo importa ganar y, allí sí, dando igual el cómo. Con los cánticos que sólo Morilla no oyó (je) me acordé de épocas en las que el equipo iba bien pero la grada terminó hartándose (Quique Hernández, Barjuan… quienes no consiguieron su objetivo, por cierto) y también de ese Rafa Benítez en el Valencia que, en un descanso en el Olímpico de Barcelona, estaba casi cesado pero terminó remontando ese partido y ganando esa liga. Oiga, don Pedro, mire que fácil: haga un Rafa Benítez, gane esta liga, apriete a los de arriba y a los de abajo hasta sacar el zumo exigido y listo. No es sencillo, ¿verdad? Pues tampoco lo es seguir al lado de este equipo tras una década ominosa, decenas de trompazos, partidos horrorosos o lecturas incomprensibles. Esa fidelidad también la elige la gente como elige el silbar, aplaudir o chillar cuando lo cree conveniente. ¿Por qué se pitaba? ¿Y de verdad aún lo preguntaban? Por lo que se lleva encima, hombre, por el miedo… y por la necesidad de tener que salir de aquí a la voz de ya.

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