El parqué
Continúan los máximos
Ante los continuos rumores, cuando la salud está en entredicho, desde la Santa Sede siempre dicen que “el papa está bien”…hasta que el papa se muere y entonces ya se demuestra que el sumo pontífice no se encontraba tan jirocho como el Vaticano aseguraba. El Recre no está bien. No ha estado bien casi nunca, de hecho. Se vio desde el terrible estreno en casa al perder en el Colombino en otra cantada histórica, que hay que llamar a las cosas por su nombre. Se pudo explicar con mil factores (la ansiedad, la presión, los nervios, que si el rival tararí y que si la abuela, que fuma, tarará), pero fue un resbalón imperdonable. Como el del Linares; casi como, por la forma, el del domingo. Y el del anterior domingo.
Esta afición -entiendo que la mayoría, que siempre hay de todo-, fiel como poquísimas, tranquila como ninguna y paciente (aunque haya quien no se lo crea) como no hay otra en la Vía Láctea, no comprende que no lleguen mejores resultados. Da igual que se merezca más o menos: en 2ª RFEF, como en 3ª RFEF, hierve la sangre cada vez el equipo tropieza igual que le pasa al aficionado de cualquier histórico cuando su equipo no gana en una división que no le ‘corresponde’. Si no se entiende eso no se entiende en realidad lo que es vestir, en esta categoría, esta camiseta. Aquí da igual que los árbitros nos sisen (que han solido hacerlo), el césped, el enemigo, el calor o el frío: hay que ganar mereciéndolo y sin merecerlo. El resto es ruido; el resto es oír a un alumno decir que ha estudiado muchísimo y ver en sus notas doscientos suspensos.
Yo no le echo toda la culpa a Morilla: desde verano vengo pensando -y escribiendo- que este equipo no tiene los mimbres necesarios como para ser un cuadro líder, que le faltan tres piezas -mínimo- que marquen las diferencias de verdad porque, precisamente, tengo muy claro que ni en esta división es fácil ganar. Ojalá me equivoque y me lo echen en cara pronto todos los de dentro, nada me gustaría más, pero una vez que esto empieza ya se sabe quién está en el centro de la diana. La espalda del entrenador carga con el infame descenso del curso pasado y con los nervios de una grada que, desde 2015, no ve fútbol profesional. Eso es así, no hay tutía. Y es lógico, además.
El Recre es una entidad grande en una ciudad pequeña y tiene una exigencia clara por un pasado demasiado convulso, ese pasado que, a la vez, le salva y le sienta como una rémora. En las buenas el disfrute es inconmensurable y en las malas o regulares, una tortura insoportable. Así es este equipo, así es su gente, así es este club. Y al papa no se le ve nada bien… aunque donde San Pedro, con sus razones, se piense lo contrario.
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