Análisis

Manuel gómez Marín

El antoniano rinde honores, el Decano defiende su liderato

El club hispalense es un club humilde que ha tenido un gesto de cortesía grandioso

La sensación agridulce de esta Tercera RFEF contrasta con la explosión de júbilo de cada jornada porque los campos de los rivales reciben a una leyenda como el Decano del fútbol español. Un club humilde, un rasgo de cortesía grandioso. El hecho del Atlético Antoniano de cambiar su indumentaria como local para cederle al Recreativo la primacía de sus colores como visitante entrega honores y exhibe el podio que justifica toda la vasta historia del Recreativo con todos sus derechos adquiridos, además de manera paralela como agradecimiento al gesto de hace ocho años de acudir a Lebrija para bendecir el 50 aniversario de su existencia.

Si el Recreativo ha caído al vacío, el grupo X de Tercera RFEF nunca ha podido tener un escaparate más ilustrado para dignificar una categoría tan desahuciada y expuesta a la intemperie económica. Ningún rival admite ser un rol secundario, todos exponen su fuerza e ilusión como antesala de protagonismo y disponer de su instante de gloria. Por tal motivo el equipo de Alberto Gallego debe entender esta situación y también aceptar que no tendrá tiempo de tregua sobre un acomodo.

Un criterio evidente: esta penosa quinta categoría no sobresale por una ventaja exclusiva de ser superior porque no hace distinciones especiales. Y también es perfecta para celebrar la nueva vida del recreativismo, un renacer tan proyectado que remueve conciencias y aparca sinsabores para retomar la pasión. El Atlético Antoniano está invicto, un gol encajado y renta dos a favor en sus tres jornadas (dos empates y victoria en Cartaya) que olvidará su reverencia de buenas acciones de prólogo al Decano para cubrirse de reputación por una gesta, que es el objetivo de cualquier contrario. De ahí que cada partido será como una final para el Recreativo, un desgaste mental más que físico. Una fiesta en Lebrija donde el agasajado cortésmente tiene que rendir cuentas con la victoria.

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