El parqué
Subidas generalizadas
En el descanso del duelo del domingo, con un empate que hacía que el Recre siguiera sumido en los bajos de la clasificación, la inmensa mayoría de la grada despidió al Decano con una ovación; con una señora ovación, de hecho. Pese a llevar varias jornadas sin rascar bola y con la gente muy tocada por la situación en la tabla la misma peña que, pese a la victoria, el día del Atlético Malagueño hervía de indignación, valoraba esa igualada momentánea con palmas y gritos de ánimo.
¿Entonces? ¿Cómo es posible que indigne un triunfo pero se aplauda un cero a cero? ¿Están todos locos ahí dentro? Es cierto que para seguir al lado del pionero hay que permanecer, en muchos momentos, poco cuerdo, aunque ésa es otra historia. Pero no, claro que no iba de eso: es que este domingo se vio, en esa primera mitad, un equipo que fue absoluto dominador, que tuvo llegada, desborde, presión, combinaciones, seguridad… Lo que debió ser siempre el Recre en casa desde septiembre, caramba. Sólo faltaba el gol, claro, que es lo más difícil, hasta que apareció bastante más tarde de lo merecido y de lo deseado, pero llegó. El día del Malagueño la gente lo tenía claro: “Así no vamos a ningún lado”; tras el primer tiempo frente a los lebrijanos, también: “Así, quizás, se pueda pelear por algo…”
Para distanciarnos de abajo y poder soñar, Ríos no puede fallar ahora en un mercado mil veces más complicado que el veraniego. Creo que nadie espera un Pernía, un Íker Begoña o un Antoñito (¡snif!), pero sí a tipos desequilibrantes que suban el nivel de verdad. Esta aún incipiente buena ola no se puede desaprovechar y en Melilla, con lo que hay, se debe confirmar.
Como la famosa campana de Pavlov, con un poco de vidilla que le den a la sufrida afición ésta lo va a agradecer, ilusionándose, de forma exponencial, como se vio el domingo en la matinal. Entiendo que el albiazul medio ha valorado, además, el paso al frente dado ante el colectivo arbitral (otros años nos machacaron mucho más que éste hasta el momento, es la realidad). Y no sé si Arzu ha caído de pie pero, por lo menos, su discurso y sus formas no han caído mal. Buena –e indispensable– señal para reflotar.
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