Análisis

Sixto Romero Sánchez

Profesor de la Universidad de Huelva. Presidente de la Academia Iberoamericana de la Rábida

Divulgación del conocimiento (I)

Comienzo hoy una serie de varios artículos con los que pretendo poner en valor la evolución del conocimiento, desde la divulgación, así como determinadas acciones desarrolladas por personas a lo largo de la historia.

Soy un hombre de ciencias, pero con vocación por las humanidades en sí, y, con proclividad por la dinamización y apoyo a la docencia e investigación en mi ciudad, mi provincia, Andalucía, España e Iberoamérica, objetivos claros recogidos en los estatutos y principios de la corporación que me honro en presidir, la Academia Iberoamericana de la Rábida, que con sus actividades contribuye a la generación, transmisión, transformación y aprovechamiento del conocimiento, entendido éste, como el resultado de la actividad intelectual, científica, técnica y artística.

Para sostener un discurso sobre la divulgación del conocimiento, debemos plantearnos de partida, ¿qué es el conocimiento? A esta cuestión genérica iremos dando respuesta en las sucesivas entregas. La divulgación del conocimiento históricamente se transforma con la llegada de nuevas técnicas y el uso de tecnologías; primero, con la aparición de la imprenta, el mundo revoluciona la forma en la que se acerca a la producción científica, y en la actualidad lo digital permite un acercamiento al conocimiento, que predispone una manera diferente de ver el mundo y acceder a un escenario de información que antes era inaccesible.

Así, emerge, por ejemplo, el campo editorial universitario, que debe adaptarse a las nuevas dinámicas y lograr estabilizar la pérdida de legitimidad y hegemonía que vive la educación superior. Dicha situación ha impuesto un reto en la educación superior para lograr su permanencia en el campo de la producción científica, el cual constituye no solo la producción de conocimiento sino también su divulgación, al articularse con las dinámicas de la contemporaneidad y la aparición de una sociedad de consumo cercana a la virtualidad.

El conocimiento es el acto consciente e intencional para aprehender las cualidades del objeto y primariamente es referido al sujeto, el Quién conoce, pero lo es también a la cosa que es su objeto, el Qué se conoce. Su desarrollo ha ido acorde con la evolución del pensamiento humano. La epistemología estudia el conocimiento y ambos son los elementos básicos de la investigación científica, la que se inicia al plantear una hipótesis para luego tratarla con modelos matemáticos de comprobación y finalizar estableciendo conclusiones valederas y reproducibles. En el contexto del conocimiento científico la investigación ha devenido en un proceso aceptado y validado para solucionar interrogantes o hechos nuevos encaminados a conocer los principios y leyes que sustentan a la humanidad; posee sistemas propios basados en el método de hipótesis-deducción/inducción complementados con cálculos estadísticos y de probabilidades. El buen manejo de la teoría del conocimiento en investigación científica permite respuestas correctas y técnicas a cualquier hipótesis, razón por la que el investigador científico, que se considere como tal, debería conocer su teoría y evolución.

¿Es posible acercar toda la ciencia a todo el mundo? La respuesta es inmediata, no es posible. Cabe dos cuestiones para el debate: ¿Debemos renunciar a todo el conocimiento científico y conformarnos con la imagen clásica de la realidad ofrecida por algunos humanistas? ¿Sería esto razonable? Es una pena no tener en consideración los hitos científicos más importantes, porque la ciencia nos ofrece hoy una imagen renovada, impactante y profunda de nuestra realidad humana y cosmológica. ¿Acaso no es esto lo que siempre han buscado los humanistas? De entrada, no buscaríamos por sí mismas, las últimas novedades científicas con el ánimo de divulgarlas y pensarlas desde la frontera del conocimiento.

Hechas estas consideraciones iniciales, permítaseme el lector una breve reflexión sobre la ocupación de un amplio territorio filosófico de la teoría del conocimiento o epistemología (aunque no todo el mundo estaría dispuesto a conceder sin discusión la sinonimia de estos dos términos). Un enfoque de manera sistemática de esta disciplina debería contar con una amplia gama de tópicos dedicada a afrontar el reto escéptico: dar una caracterización general del conocimiento, el problema de la verdad, de la justificación, de la percepción, de la inducción, de la memoria, del conocimiento a priori, del autoconocimiento, del conocimiento de otras mentes….

En los límites difusos de este inmenso espacio se sitúan las más variadas disciplinas filosóficas, algunas de ellas incluso de más reciente reconocimiento académico que la propia teoría del conocimiento. En efecto, el término teoría del conocimiento sólo se labra en la primera mitad del siglo XIX y en el contexto de círculos que preconizaban el neokantismo, movimiento filosófico europeo, de origen predominantemente alemán, que promovió un retorno a los principios filosóficos de la doctrina de Immanuel Kant frente a la entonces imperante doctrina del idealismo absoluto de Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

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