Una adaptación económica pendiente de una temporada que obliga a un reajuste donde influirá la entrada de ingresos extras todavía para encuadrar las cantidades estimadas en el presupuesto que condicionarán el salto de calidad, como concretar los cinco o seis refuerzos decisivos que le garanticen la presencia suficiente en el equipo para marcar las diferencias que proporcione la clara competencia con los presuntos rivales aspirantes a favoritos del grupo. El Recreativo encarrila el perfil de una plantilla a estrenar exprimiendo todas las opciones posibles y deseadas, pero la primera remesa de fichajes afianza el grueso de la lucha por la estabilidad de la permanencia.

Como este club es tan especial, lo raro es que de la foto de campeón del grupo IV no queda lo mejor como tributo, que sorprende hasta el nuevo inquilino de banquillo, un Alberto Monteagudo nostálgico que abre el baúl de sus recuerdos recreativistas cerrado 20 años atrás para resaltar aquel ascenso histórico a Segunda con Caparrós, y ahora proclama que sus dos cursos en el Decano le dejan secuelas como sus ganas y sueños de regresar a su "casa querida" y su compromiso leal de devolver los servicios recibidos sin importarle la presión añadida. Sus ansias de que sus dos años firmados definen el reto de lograr el éxito tras su pletórica infusión de recreativismo.

El pasado curso los cuatro primeros clasificados del grupo fracasaron rotundamente en el play off de ascenso por no dar la talla, ni fueron capaces de manejar la situaciones propias de un salto tan decisivo. Zamora y Monteagudo han expuesto sus pareceres sobre los intereses deportivos del Decano sin olvidar el equilibrio que supone el presupuesto, en el que es viable de restar a unos para compensar a otros en el cierre de la plantilla. Mucha oratoria para convencer y atraer al fichaje poniendo el historial del Decano por delante para coaccionar en lo positivo.