La realidad y el mito

25 de abril 2010 - 05:00

Multicines La Dehesa Islantilla, CineBox Aqualon Puerto Huelva, Cine Vip Lepe, El Condado Cinemas 7 y Al Andalus Ayamonte y Punta Umbría.- T.O.: "Alice in Wonderland".- Producción: Estados Unidos, 2010.- Duración: 108 minutos.- Dirección: Tim Burton.- Guión: Linda Woolverton basado en los libros de Lewis Carroll.- Fotografía: Dariusz Wolski.- Música: Danny Elfman.- Montaje: Chris Lebezon.- Intérpretes: Mia Wasikowska, Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Anne Hathaway

Hace días volvíamos, como no puede ser menos, a esa relación o dicotomía, que dirían algunos, entre el cine y la literatura. Una dependencia unida a la cinematografía desde casi los inicios del cine que no cesa. Lewis Carroll es una referencia muy clara. De una u otra forma los libros del escritor británico, seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson (1832-1896), sacerdote anglicano, Alicia en el país de las maravillas (1865) y Alicia a través del espejo (1871), especialmente el primero, de una u otra forma, ya han sido llevados al cine, no sólo como versión fílmica del texto sino también como inspiración de ciertas películas, transmutando o adaptando, el llamado mito de Alicia. Hubo todo tipo de versiones: desde Disney, la animación, el underground y hasta el porno. Es obvio que Tim Burton, uno de los más ingeniosos y ocurrentes directores de cine fantástico de todos los tiempos, ha visto en los relatos de Carroll argumentos extraordinarios para su ámbito cinematográfico más personal y creativo.

Y ahí estamos porque Burton lo que hace es recrear el mundo de fantasía de Carroll dentro de su propia concepción del género. Si ya en Pesadilla antes de Navidad (1993) o en La novia cadáver (2005), también rodadas en 2D y luego reconvertidas en 3D, como la que hoy nos ocupa, nos dejaba la notable impresión de su enorme imaginación y talento, en este film donde combina seres vivos, convenientemente transformados, con dibujos animados, aviva en nosotros la percepción de encontrarnos ante una cosmogonía realmente hipnótica y deslumbrante a pesar de que su mundo creativo siga siendo reiteradamente sombrío, tenebroso, enrarecido e inquietante. Y todo ello en ese trabajo diverso que combina acción real, animación y un despliegue mágico de técnicas de efectos visuales o especiales que sustituyen a la socorrida motion capture, tan recurrente o ampliamente manipulada en estos casos.

La innovación en Alicia en el país de las maravillas no es tanto, la original creación de otros tiempos, como una forma, digamos más convencional o más adaptada a las nuevas tendencias que han apuntado películas como Matrix (1999) y sus secuelas o Avatar (2009), más cercana, eso sí a sus Charlie y la fábrica de chocolate (2005) o Sweeney Todd (2007), donde la peculiar habilidad alquimista de Tim Burton para la imagen sigue teniendo una capacidad visual de raíz poética aunque para algunos tenga un matiz más prosaico cercano al videojuego. Pero en todo caso es el diseño artístico lo que predomina y eso en las películas del realizador californiano es incuestionable. No hay más que ver las magníficas caracterizaciones digitales de sus criaturas antropomórficas de este film.

La interpretación moral de las intenciones de Carroll, clara crítica a las estructuras sociales de la Inglaterra decimonónica, en la versión de Burton, es menos seria. Un dilema entre el mundo real y el mundo virtual tal como lo expresa Burton, desde una perspectiva actual, me parece muy de acuerdo con una concepción más propia de nuestro tiempo. Todo ello dentro de la peculiar iconografía de Burton que no elude las elucubraciones en torno al dilema de Alicia tan entroncado con ciertas visiones del mundo actual, sobre todo de aquellas que tratan de demorar la maduración para evitar responsabilidades, paranoias y complejos vigentes. Un regreso inveterado al paraíso de nuestra infancia con todas sus ilusiones de aventuras, de sueños y quimeras imposibles en un panorama lleno de amenazas, inquietudes, zozobras y sobresaltos. A nivel de imagen todo esto adquiere una nueva dimensión. Y en ella se sitúa esta Alicia, que del mundo imaginario del reverendo Dodgson, Lewis Carroll para el universo literario, se convierte en el cosmos virtual de Tim Burton.

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