Historias del Fandango

El fandango y sus debates

  • Que si folclórico que si flamenco, que si cante grande o chico, el fandango ha sido sujeto de debate durante décadas con valoraciones bien distintas. En tres entregas abordaremos esta controversia

El fandango, grabado de Pierre Chasselat, Dugazon, 1821.

El fandango, grabado de Pierre Chasselat, Dugazon, 1821.

La ortodoxia flamenca no lo quiso en sus filas, pero sus defensores alzaron la bandera que suponía el apoyo multitudinario de los públicos cuando la ópera flamenca lo catapultó como el cante estrella de los escenarios. Aprecios y desprecios alcanzaron su punto álgido en la década de los años 20 del siglo pasado, pero procedían de atrás y se mantuvieron. En tres capítulos, vamos a exponer una selección de pasajes significativos de esa controversia localizados en la prensa que ilustran debates inusuales en otros palos del flamenco. 

A mediados del siglo XIX, el compositor y musicólogo Hilarión Eslava afirmaba que “esta canción es de origen árabe... y todo prueba que es uno de los cantares más antiguos de España” (Gaceta Musical, 11-09-1856). Partamos de ahí para sentar que el fandango es venero y cante madre de buen número de palos flamencos (más de una docena de estilos y un centenar largo de variantes de fandangos de Huelva, cantes de Málaga, cantes de Levante y otros).

Cuando el flamenco se fue expandiendo, el fandango también se fue transformando, despojándose progresivamente del baile, y surgió el debate identitario, ya desde el último tercio del siglo XIX: que si folclórico, que si flamenco, que si andaluz, que si jondo. Y, casi a la par, el debate sobre cómo había de ser cantado para no perder la pureza.  Observamos la nostalgia del modelo de fandango antiguo que defendía el autor  de este texto de 1914, cuando el fandango moderno estaba todavía en gestación [1].

La Ciudad Lineal, 28.02.1914 La Ciudad Lineal, 28.02.1914

La Ciudad Lineal, 28.02.1914

Unos querían asociarlo al cante jondo y otros proponían separarlo, porque en la sociedad existía un prejuicio sobre el cante jondo que lo asociaba a vida de contrabandistas y mozas de colmaos y se quería redimir al fandango de tales compañías. La escritora y feminista almeriense Carmen de Burgos, Colombine, quería separarlos; en una conferencia en la Escuela de Maestras afirmaba que  “la música andaluza se ha corrompido...[2]

Supl. Escuela Moderna, 22-06-1921 Supl. Escuela Moderna, 22-06-1921

Supl. Escuela Moderna, 22-06-1921

En 1922 se celebró el Concurso de Granada  para proteger y dar realce al cante jondo, que se consideraba en declive. El acontecimiento contó con el apoyo extraordinario de un numeroso grupo de intelectuales y artistas que excluyó de sus bases al fandango, porque no lo consideraban con entidad jonda. Así que el fandango  y su familia fueron proscritos y no entraron en el concurso. Este fue un hecho bien llamativo. Pero los defensores del fandanguillo no se amilanaron y el debate vino a desembocar en un enfrentamiento sin sentido entre lo folclórico y lo jondo. Un artículo de E. del Castillo García, publicado por El Liberal un año después de lo de Granada, venía a decir lo que estaba sucediendo a niveles populares: que el fandanguillo imperaba..., aunque eso de ‘poniéndose cursi...’ [3]

El Liberal, 16-10-1923. El Liberal, 16-10-1923.

El Liberal, 16-10-1923.

“El cante de empuje de Chacón, Manuel Torre y el Cojo de Málaga -aseguraba el autor- no gusta  a la gente nueva. Los tiempos han cambiado y el cante flamenco tenía que transformar su rancia traza para acomodarse a la vida moderna”. Quizás no fuera exactamente eso, pero era evidente que al gran público le gustaban los menos profundos y solemnes, y en ese pulso entre los cantes rancios y los cantes hodiernos salió ganadora -si cabe evaluarlo por las adhesiones populares- la propuesta de la ópera flamenca de Vedrines, que imperó desde 1925 hasta 1955 con el fandanguillo como estandarte [4].

El Liberal, 24-04-1924. El Liberal, 24-04-1924.

El Liberal, 24-04-1924.

Pero poco tardarían en pronunciarse las dos voces más prestigiosas del cante en aquella época: Antonio Chacón y la Niña de los Peines [5]

Nuevo Mundo, 13-08-1926. Nuevo Mundo, 13-08-1926.

Nuevo Mundo, 13-08-1926.

El maestro de Jerez y su doble discurso: menospreciaba al fandanguillo con los periodistas..., pero lo cantaba cuando se lo pedían, porque el gusto y el dinero no siempre van por el mismo camino. ¡Ay, las hemerotecas! [6]

La Época, 17-07-1923. La Época,  17-07-1923.

La Época, 17-07-1923.

¿Y qué le parecía el fandango a Pastora, que por la fecha en que hizo las declaraciones había grabado ya “Fandanguillo del Alosno”, en 1917, y volvería a grabar dos discos de “Fandangos” en 1929? Pues eso, que cante pa siegos y pa criadas...[7]

Heraldo de Madrid, 14-11-1925. Heraldo de Madrid, 14-11-1925.

Heraldo de Madrid, 14-11-1925.

Estos menosprecios sentaron mal en Huelva, como veremos en el siguiente capítulo. Sin embargo, se continuaron grabando discos de fandangos por aquellos años, cada vez más, y las voces de Cojo de Málaga, Niño de Marchena, Vallejo, Centeno, Cepero... siguieron llenando los aires de emotivos fandangos que los gramófonos y la joven Radio difundían a los cuatro vientos. Pepe Pinto, un enamorado de los cantes de Huelva, grabaría tiempo después un desagravio:

Sin discusión en Huelva está

la bandera del fandango

y el que lo quiera cantar

con arte, salero y garbo

tiene en Huelva que mojar

Pero aquellos desdenes de Chacón y Pastora siguieron escociendo en la memoria mucho tiempo. Paco Toronjo los respondió, transcurrido ya medio siglo de aquello:

Hay quien dice que el fandango

es un cante de criada.

Yo le puedo demostrar

al que quiera cara a cara

que el fandango hace llorar.

La próxima entrega de esta serie de tres: Cuando Juan Ramón defendió al fandanguillo.

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