Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
EL MEJOR | CRÍTICA
*** 'El mejor'. Thriller. Estados Unidos. 2025. 96 min. Dirección: Justin Tipping. Guion: Zack Akers, Skip Bronkie, Justin Tipping. Música: The Haxan Cloak. Fotografía: Kira Kelly. Intérpretes: Tyriq Withers, Marlon Wayans, Julia Fox, Tim Heidecker.
Las películas de abusos y sometimientos ligados al mundo del deporte -también al de la música: Wiplash (Chazelle, 2015)- llevado al umbral del thriller y del terror, recuerden Foxcatcher (Miller, 2015) o El clan del hierro (Durkin, 2023), tienen un cierto predicamento últimamente. No se trata de las películas, mucho más abundantes, de superación, caída o redención de deportistas, sino de sometimiento a entrenadores que rozan al torturador sádico.
En este caso se trata de un quarterback de fútbol americano que sufre dos agresiones muy distintas: la primera, el ataque de un fan desquiciado que le provoca graves secuelas; la segunda, el entrenamiento para su recuperación poniéndose en manos de una carismática leyenda de este deporte que resulta ser... Dejémoslo aquí.
Como produce Jordan Peele, el director de Déjame salir, Nosotros y ¡Nop!, de las duras sesiones de entrenamiento en un lugar apartado se va pasando a los terrenos del thriller psicológico para acabar en el del terror con apuntes fantásticos. Típica de Peele es la multiplicidad de lecturas que pretenden crear un terror de autor y a la vez popular en el que el creciente paroxismo de crueldad y locura pueda leerse como crítica al sueño americano del triunfo a toda costa, al deporte como monstruo industrial que exige sacrificios humanos y al culto al cuerpo considerado poco más que una cosa, una herramienta para el éxito que obliga a someterse a sacrificios y humillaciones.
En un decorado lleno de intencionalidad tanto en los espacios como en los objetos que lo pueblan, Justin Tipping, que vuelve al cine años después de su primer largometraje (Kics, historia de unas zapatillas, 2016), la dirige con una perturbadora combinación de distante precisión en el encuadre -muy buena fotografía de Kyra Kelly- y un derroche de sudorosa y sangrante carnalidad y de juegos con una estética -incluida la banda sonora- deliberadamente hortera.
La tensión entre precisión y exceso funciona bien, creando una rara película de deporte terrorífico o de terror deportivo abierta a muchas posibles lecturas sin perder su gancho como cine comercial que explota la brutalidad y la crueldad. Todo potenciado por unas muy buenas interpretaciones, siempre llevadas a los límites de lo excesivo, de Tyriq Wihters y, sobre todo, de un Marlon Wayams estremecedor.
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