El aprecio de Antonio Mairena

Historias del fandango

Rengel, 7/8 | Antonio Mairena consideró siempre a Antonio Rengel como el mejor cantaor de los fandangos de Huelva; reproducimos sus palabras de reconocimiento

1. Antonio Mairena en 1932. Foto extraída del libro 'Las confesiones de Antonio Mairena'.
Miguel Á. Fernández Borrero

Huelva, 11 de julio 2025 - 04:30

Bien conocido es el aprecio que como artista tuvo Antonio Mairena por Rengel, con quien llegó a actuar en varias ocasiones y con el que se encontró en Sevilla con frecuencia. Dijo de él que “merece un puesto de primer orden porque ha sido una de las grandes figuras del cante onubense, y sus fandangos representan en nuestros días lo más depurado y noble de este cante. Rengel de Huelva fue enciclopédico en lo que a fandangos se refiere; los abarcó todos y todos los dijo con limpieza y honesta fidelidad a la tradición” [1].

1. Antonio Mairena en 1932. Foto extraída del libro 'Las confesiones de Antonio Mairena'.

Cuando coincidieron en este acto de la Asociación de la Prensa, Rengel estaba ya retirado de los escenarios como profesional, pero en ocasiones excepcionales volvía a cantar, como en este caso [2].

2. La Provincia, 17 julio 1935.

Mairena recuerda en sus memorias un encuentro con Rengel, El Posaero y otros artistas en la Alameda de Sevilla, en 1938; tomaron café con unas muchachas que les contaron que a sus novios los habían matado en el frente de Córdoba y que se habían ido a Sevilla para colocarse. Rengel tenía también una triste historia familiar a causa de la guerra.

Una explosión en su cabaret

En febrero de 1935 se produjo una explosión en el cabaret Casablanca, propiedad de Rengel, de resultas de la cual sufrieron lesiones un botones que trabajaba en dicho local y el propio artista, que sufrió quemaduras de segundo grado en el antebrazo derecho y en varios dedos de su mano izquierda. Se vivían por entonces fuertes tensiones políticas en un clima social bastante violento, pero se desconoce si fue consecuencia de las mismas o si fue un caso fortuito. El cabaret Casablanca era propiedad de Rengel y de su compañera Socorro Gómez. Negocios de este tipo tuvo varios; antes había tenido un bar en la calle Sagasta, que vendió poco después, y finalmente la pensión Lisboa en la calle San Eloy, 11, de Sevilla.

La romería del Rocío

La muy antigua tradición de festejar la romería del Rocío –su origen data de 1653– adquirió caracteres de celebración extraordinaria en los años treinta. Hasta el presidente del consejo de ministros, Alejandro Lerroux, visitó a la Virgen en 1935 rodeado de un grupo de romeros y romeras. El Rocío se convirtió en una explosión de atractivas imágenes de cine: salidas de las carretas, trabajadores de los cortijos rezando ante un Simpecado al paso de las hermandades, la caballería enjaezada, los romeros atravesando el vado del Quema, la salida y la procesión de la Virgen, personalidades notables y famosos que visitaron el santuario… Entre veinticinco y treinta mil personas estuvieron el domingo en la aldea. Se celebraban fiestas antes de la romería, como la organizada a beneficio de la Hermandad en el Gran Teatro, que incluía zarzuela de los hermanos Álvarez Quintero, actuaciones de varietés, bailes por sevillanas al son de un tamboril y de palillos, y actuación de flamenco con el cante de Antonio Rengel acompañado por Rofa.

Conferencia de Sassone

Felipe Sassone (1884-1959) fue un escritor y periodista cubano que vivió casi toda su vida en España y que se aficionó al flamenco dando conferencias sobre el cante, su música y el baile gitano. Sobre estos temas dio una charla en Cinema Park, en agosto de 1935, ilustrada por los cantes de Paco Isidro y Antonio Rengel. En su disertación tuvo un recuerdo especial para el fallecido José Pérez de Guzmán como dignificador del fandango [3].

3. La Provincia, 5 agosto 1935.

Riguroso con la autenticidad del cante

Rengel no se adaptó nunca, aunque tuviera que hacerlo, a sacar el cante de su ambiente natural para llevarlo a los escenarios, donde regían condicionantes y parafernalias que lo alejaban de su valor original [4].

4. Odiel, 22 abril 1956.

Él, que desde niño creó un estilo muy personal, era muy riguroso con la autenticidad del cante. Unos ejemplos: en la feria de Sevilla de 1958, varios jóvenes onubenses fueron invitados a cantar en la caseta de don Alfonso Murube, entre ellos Onofre López, quien para congraciarse con el maestro le cantó varios de sus estilos de fandangos, a lo que Rengel le respondió con una sonrisa “hay que estudiar más, chaval; las mezclas valen poco”, ¡y eso que Onofre fue siempre uno de los intérpretes más respetuosos con los fandangos de Rengel, tanto cantándolos como enseñándolos!

En otra ocasión, en 1960, varios amigos de Huelva viajaron a Sevilla a escuchar a Paco Isidro, que acababa de grabar su último disco con la guitarra de Pepe Martínez y que fallecería pocos meses después. También a acompañar en su debut en el tablao de verano de El Guajiro a los Hermanos Toronjo con El Pinche, que tenían recién grabados sus fandangos y sevillanas en el histórico disco “Sevilla, cuna del cante flamenco”. El grupo de aficionados se acercó hasta la Pensión Lisboa para invitarle a que les acompañara a este último acto, pero no quiso ir; había escuchado que los Toronjo tenían unas sevillanas con una caña haciendo compás y su respuesta fue: “no pierdo el tiempo en barbaridades”. El maestro Rengel era sumamente exigente con el cante.

De nuevo en la Gala de la Prensa

Siempre estuvo dispuesto para colaborar con las galas de la Asociación de la Prensa. La última en la que participó fue la de 1956. Decía el periódico que Antonio Rengel y Pepe Pinto se habían ofrecido para actuar en el Gran Teatro. Todo un regalo. En realidad, aquella fue la ocasión para rendirle un merecido homenaje popular al gran cantaor; numerosos artistas onubenses se sumaron al evento. El Gran Teatro estuvo abarrotado por un público ávido de escuchar a su cantaor, al que aplaudió con entusiasmo después de tantos años sin escucharle.

5. Carátula del CD núm. 24 De grandes clásicos del cante flamenco. Creadores del Fandango de Huelva, obra de Manuel Bohórquez.

(Continuará).

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