Parra muestra la dermis de la madera

La Casa de la Cultura Odón Betanzos, en Rociana, acoge una exposición del joven imaginero.

Algunas de las imágenes, realizadas por Manuel Parra, que se pueden ver en la exposición.
Carlos López

28 de marzo 2014 - 05:00

Es difícil destacar en el mundo del arte y en especial en la escultura, donde las obras no están al alcance del común de los mortales y, por consiguiente, la demanda de trabajos es exigua para alimentar el talento que existe en nuestra tierra. Por ello, tiene especial relevancia que Rociana acunara a dos excepcionales escultores imagineros como Elías Rodríguez y Juan Manuel Parra, quienes han sabido convertir su pasión en una forma de ganarse la vida.

La exposición que en estos días acoge la Casa de la Cultura Odón Betanzos es una ilustración de lo más granado que ha creado este segundo escultor que, a pesar de su juventud, puede presumir de haber vivido diferentes etapa como creador. Un constante crecimiento que se observa al analizar y comparar sus primeros trabajos. Sin embargo, esta metamorfosis profesional no sólo se revela en la maestría de su ejecución y en el sabio y atinado manejo de la gubia, si no en la sapiencia de evolucionar como creador a la hora de saber manejar con igual solvencia el barroco más clásico, pasando por el hiperrealismo al que han dado fama mundial artistas como el escultor australiano Ron Muerk con sus figuras gigantes.

La comparación no es gratuita. El rostro de la imagen de la virgen María es un buen ejemplo de este hiperrealismo sobrecogedor, donde la dermis de la piel parece curtir un rostro que narra todo el dolor que puede llegar a sentir una madre a la que le arrebatan a su hijo: Ojos enrojecidos de llorar, lagrimas que recorren las mejillas deslizándose hasta la punta de la barbilla, rostro desencajado y manos que se extiende a la deriva de un horizonte por donde se supone que se pierde la silueta de Jesucristo. A su lado, el apóstol que llora y consuela a la madre del redentor abrazando con sus manos los dedos de la virgen.

Una estampa que escapa a los arquetipos que estamos acostumbrados a ver en las dolorosas de la Semana Santa. Parra también demuestra su talento en el barroco más clásico en obras como el Cristo del Amor, tallada en madera de cedro policromada que creó para la Hermandad de la Borriquita, de Rociana del Condado, donde demuestra que es un todoterreno en el ámbito escultórico.

La muestra da también cobertura a trabajos como un autorretrato acrílico en cartón, bocetos de esculturas en barro de una Inmaculada, el beso de Judas, un busto de mujer, un crucificado, una Virgen del Carmen en barro cocido e incluso una réplica de la Macarena de Sevilla.

En definitiva, pinceladas escultóricas donde Parra demuestra un genio creativo que comenzó a cincelar a los dieciséis años de la mano de su maestra Lourdes Hernández y, posteriormente, en la Escuela de Arte de Sevilla con un ciclo medio de vaciado y modelado y uno superior de artes aplicada a la escultura.

La muestra se puede ver hasta el domingo en la Casa de la Cultura Odón Betanzos, ubicada en la calle San Bartolomé, número 4, en horario de 18:00 a 21:00.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Mapa de Músicas | Libros

La arquitectura secreta de Bach

Londres | Crítica

Simas de la desesperación

Lo último

Nueva ‘Colección documental de la villa y señorío de Lepe (1268–1506)’

El lepero olvidado que viajó con Colón (y que no era Rodrigo de Triana)