Genios del flamenco

Paco Toronjo fandangos con un sello muy personal (I)

Paco Toronjo fandangos con un sello muy personal (I)

Paco Toronjo fandangos con un sello muy personal (I)

Han pasado veinte años desde que la muerte se llevó de este mundo al más grande cantaor de fandangos, que cantaba como nadie. Fue  en el mes de julio, el mismo en el que murió Camarón,  cuando nuestro señor Jesucristo se lo llevó al cielo, y allí seguirá cantando los estilos  de su tierra.  Paco  era  inmortal y Huelva y  Alosno nunca lo van a olvidar,  porque sus fandangos fueron distintos de los demás, a  su forma y su manera, tan suyos, particular. Llenos  de arte y embrujo, con genio y seriedad, poniéndole  tó el sentío y su sello personal, así conseguía que fueran únicos y especiales, por lo que todos los flamencos  cantan queriéndolo imitar, algo muy difícil  de efectuar. El fandango de Toronjo ha pasado a la eternidad y no es porque lo diga  yo, fue el auténtico creador de las letras y de los fandangos que queremos cantar los flamencos de esta tierra, que siempre recordarán al que cantó con ese estilo único.Han pasado veinte años desde que la muerte se llevó de este mundo al más grande cantaor de fandangos, que cantaba como nadie. Fue  en el mes de julio, el mismo en el que murió Camarón,  cuando nuestro señor Jesucristo se lo llevó al cielo, y allí seguirá cantando los estilos  de su tierra.  Paco  era  inmortal y Huelva y  Alosno nunca lo van a olvidar,  porque sus fandangos fueron distintos de los demás, a  su forma y su manera, tan suyos, particular. Llenos  de arte y embrujo, con genio y seriedad, poniéndole  tó el sentío y su sello personal, así conseguía que fueran únicos y especiales, por lo que todos los flamencos  cantan queriéndolo imitar, algo muy difícil  de efectuar. El fandango de Toronjo ha pasado a la eternidad y no es porque lo diga  yo, fue el auténtico creador de las letras y de los fandangos que queremos cantar los flamencos de esta tierra, que siempre recordarán al que cantó con ese estilo único.

Desde aquí, exalto con mis palabras a mi amigo Paco después  de  veinte  años por  los  diversos estilos que nos cantó de fandangos. Como dice un refrán, en esta tierra  huelvana donde  nos  dicen que el sol si hoy se va, vuelve  mañana. El  fandango no  se va, el  fandango vive aquí, es valiente,   alosnero y español. Ha nacido en ese pueblo donde siempre  brilla  el  sol y como  Paco Toronjo, nadie en el mundo cantó.

Todo lo que se pueda comentar, hablar, decir o escribir de Paco Toronjo como artista, se ha dicho y plasmado “en los papeles”, fue admirado, reconocido, exaltado, premiado, aplaudido, como también criticado y envidiado a través de su larga vida artística, en la que se derramaron ríos de tinta en la prensa escrita. En su trayectoria cantaora fueron dedicándole palabras de elogios, piropos, poemas, versos y coplas, como los hermanos Cabezas en su libro El mar, el llano y la sierra, donde  dijeron que fue marqués del Andévalo, señor de Huelva, duque de Alosno, archiduque  del sentimiento, virrey del escalofrío y mil veces grande de España, por su  infinidad de fandangos.

El escritor y poeta granadino Fernando de Lastra dijo:  “Cuando el fandango cantaba, Toronjo lo engrandecía, a la silla se agarraba, cuánto genio le ponía y qué pellizco le daba”.           

Manolo Sánchez, de la Tertulia  flamenca Las Colonias, en la inauguración del busto que se descubrió a Paco en la Avenida de Andalucía, le dijo: “En la fragua de los cantes quisieron sacar de Toronjo el metal de sus quejíos, y no pudieron encajar ninguno de sus soníos”.

A mi entrañable amigo Paco, a su fallecimiento le dediqué esta poesía: Las campanas del Alosno/ doblaron amigo mío/ por tu muerte tan sentida/ desde Huelva hasta El Rocío. Y doblaron las campanas/ en la Campiña también/ en la Sierra, en el llano/ el Andévalo y la Costa/ lloraron payos y gitanos. También lloraron los ríos/ Guadiana, Guadalquivir/ el Odiel y el río Tinto/ que son los ríos de aquí. Triana y los alfareros/ Jerez con sus bulerías/ el fandango de Rengel/ de Rebollo del Comía/  están llorando la pena/  de ese artista que se fue/  y nos dejó sus fandangos/ para alegría de esta tierra/ que sabe llorar cantando. La Caleta malagueña/ se puso a llorar por ti/ y la Alhambra granaína/ Sevilla y su Giralda/ con sus salinas de Cádiz/ califatos cordobeses/ y Jaén olivarera/ y el taranto de Almería/ le dijo con mucha pena/ al fandango del Alosno/ se terminó tu alegría/  que ha muerto Paco Toronjo. 

Fueron  múltiples las letras  de fandangos que le escuchamos cantar, algunas podríamos  decir que eran sentencias. Decían así: A mí no me afligen penas/ yo tengo tres corazones/ uno pa’ que vaya y venga/ uno pa’ que te aprisiones/ y otro pa’ que tú lo tengas.

Desde el mismo rey  pa’ bajo/ no le tengo envidia a nadie/ tengo mi buena mujer/  a mis chiquillos y mi madre/ y a mi hermanillo  también.

Para que yo no te amara/ me quitaron el sentío/ y  loco conforme estaba/ decía  en  mi  desvarío/ te quiero aunque me mataran.                               

Tengo celos del amor/ no quiero que hables con nadie/ solo con el confesor/ con   tu padre  y  con  tu  madre/ tus  hermanillos  y  yo.

Para sabio Salomón/ nació David  para  rey/ para sabio Salomón/ para llorar Jeremías/ para quererte a ti yo.           

Tengo el cristal de mis ojos/ roto de tanto  llorar / mujer de malas entrañas/ si  no  me  quieres pa’  na/ por qué no  me desengañas.

Te tengo que  estar queriendo/ hasta después de la muerte/ que  muerto también se quiere/ yo  te  quiero  con  el  alma/ y  el  alma  nunca  se   muere.                                                                                           

O son ilusiones mía/ soy  más  borracho que nadie/ tan borracho me  parezco/ Que  yo no me cambiaría/ Por  ninguno  que esté  fresco.

Tierra por qué no te abres/ y te sales de tu centro/ te  tragas  a  esa  mujer / con  tan malos  pensamientos/ porque  no  sabe querer. 

La pena y la que no es pena/ toda es para mí/ ayer lloraba por verte/ hoy lloro porque te  vi/ la  pena y la que no es  pena.

El fandango del Alosno/ lo llevo en mi corazón/ por donde quiera que voy/ es  para mí  un gran  honor / decir que de allí soy.

La  primera  vez  que escuché cantar a Paco Toronjo fue en las fases previas de los concursos de fandangos de Huelva, organizados por Radio Nacional de España en sus estudios de la Gran Vía de nuestra ciudad. Continuaban en la academia José Antonio en el callejón del Mora en  la calle Gravina, y  semifinal y final en el cinema Rábida o en el Teatro Mora.

Paco se traslada a Madrid con su hermano Pepe, con el que forma el Dúo Flamenco Hermanos Toronjo. Podríamos decir que fue de los primeros de España. Durante varios años fueron los  más populares y conocidos en la capital de España dentro del mundo flamenco. Posteriormente se separan para actuar cada uno en solitario. Paco seguiría cotizándose como un gran artista pero a pesar de los éxitos, la tierra le jala y vuelve de nuevo a Huelva.

Aquí fueron infinidades las veces que compartimos juntos ratos, fiestas, reuniones, charlas y conversaciones como buenos  amigos, e intimidades y vivencias  de su difícil vida, de su juventud y de la de todos los españoles tras la Guerra Civil. También fueron muchas las ocasiones agradables, felices y alegres que disfrutó con amigos en reuniones y fiestas, riéndose, hablando, cantando, bebiendo y comiendo, aunque esto último lo prodigó bien poco en fiestas y reuniones. 

Recuerdo en su querido Alosno, con amigos comunes como Antonio Carrasco, su cuñado Juan, Paco y Pepe Borrero, Juan Díaz, Santiago Osorno y otros, diciendo alguien: “Entre  copas  de  aguardiente/ algún  alosnero habrá/ Pa’ escuchar la cabaera/ que Juan Díaz tocara/ y a medianoche escuchar/ un fandango de  Toronjo/ que cualquiera cantará.

Paco Toronjo nació el día 13 de junio de 1928, y fue El Primero de entre los cantaores de fandangos. Así lo confirma aquella copla que se canta en su pueblo que dice: “El día 13 de junio san Antonio es el primero, el 24  san Juan y el 29 san Pedro, y Paco estuvo tocado por la mano de Dios, para ser el primero”, llevando a gala haber nacido en Alosno, cuna del fandango, el que tiene la calle del Mar pago, la calle Real con las esquinas de acero,  el Pocillo del Lagar, ese pocillo tan jondo, tan difícil de agotar, El Picote que no era Picote, que  era una finca perdía.  

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