màxim huerta. escritor y periodista

"Deseamos que llegue algo importante en nuestra vida y mientras se nos olvida vivir"

  • El autor cuenta una historia coral sobre el abandono y la supervivencia en 'No me dejes' (Ne me quitte pas), una novela que se desarrolla en la ciudad de París

"Ninguna ciudad tiene derecho a ser tan coqueta. Es exactamente eso: una ciudad muy zalamera. Y resulta injusto ser infeliz en medio de tanta belleza". Lo dice uno de los personajes de No me dejes (Ne me quitte pas), la nueva novela de Màxim Huerta, sobre París, la ciudad en la que transcurre esta ficción. Dominique Brulé, un hombre desolado por la pérdida, abre una floristería con la idea de dejarse morir, pero contemplar cómo las siemprevivas se mantienen erguidas sin apenas riego le hace comprender que él también saldrá adelante. Así comienza una historia de personajes heridos, sobre la supervivencia y la necesidad de ser felices; un libro, publicado por Espasa, del que su autor firmará hoy ejemplares a partir de las 19:00 en la Casa del Libro de Sevilla (calle Velázquez, 8).

-La novela reúne a un grupo de solitarios que gestionan el dolor y el abandono.

-Sí, es una novela que habla del paso del tiempo, de la soledad, de todos los tipos de abandono: del amor, de la familia, del país. Son personajes que se ven obligados a ser felices, a insistir en la felicidad, de cualquier manera. Ésa es la floristería de No me dejes. Por muy cursi que pueda parecer, una floristería es un reflejo de la vida. Uno puede encargar un ramo para un bautizo, una boda, un cumpleaños, para ser perdonado y también por la muerte de alguien. Yo quería hablar de la vida y de los personajes secundarios, que son los que más me interesan.

-Más de uno incluso se siente secundario en su propia vida.

-La gente, por lo general, cree que no le va a ocurrir nada, que todo le pasa a los demás. Pero yo quería hablar de todo lo que nos sucede sin darnos cuenta. Contar que todos guadamos secretos, todos estamos deseando que llegue el capítulo más importante de nuestra vida y que a veces se nos olvida vivirla.

-Entre los agradecimientos menciona a "todas las personas buenas", y la bondad está muy presente en el libro. Dominique, el protagonista, se preocupa por hacer más amable el mundo a los demás.

-Él se obligó a ser feliz a pesar del drama que vivió, con una viudez muy joven, y se ha propuesto hacer felices a los demás, incluso cambiando los mensajes en las flores. Intenta barrer las cosas malas, pero también es un personaje lleno de secretos, también con un deseo extraño hacia una chica. Aunque es un hombre bueno, y estamos necesitados de bondad, de tipos como Dominique.

-Violeta, esa chica joven que irrumpe en la rutina del florista, representa el futuro frente a los otros personajes, que parecen haber agotado sus esperanzas.

-Ella trae el aire fresco, es un huracán. Todos intentan reconciliarse con un pasado que ha sido duro. Tilde [diminutivo de Matilde] nunca encontró una familia, Mercedes fue abandonada en pleno viaje de novios, Violeta huye de una pareja con un embarazo complicado... Y en esa floristería todos intentan ponerse tiritas, curarse, disimulando muchas veces, mintiendo e incluso haciéndose pasar por otros. El secreto, la mentira, son recursos que necesitamos para sobrevivir.

-Una de las ideas en las que insiste la novela es que nunca conocemos a los otros del todo.

-Nunca. Nos vamos al otro mundo incluso sin llegar a conocer a nuestro padre, a nuestra madre, a nuestros amigos. Todos, afortunadamente, nos ocultamos y no llegamos a ser transparentes. En mi novela llegan de repente unas cartas del pasado que pueden trastocar la vida, volver a traer algo que no querías que viniera. Hablo mucho del olvido, del recuerdo... Mercedes, la que recibe esas cartas, se niega a volver al pasado. Ella es de las que piensan, y lo dice, que no pensar también cuenta como felicidad.

-Cuando Dominique le cuenta a Violeta la dolorosa historia de Jean Seberg y su suicidio, la joven se resiste, piensa: "Lo normal es ser feliz. Lo normal es vivir". Pero encontrar la armonía no parece precisamente fácil.

-Ya lo decía Carmen Martín Gaite: Lo raro es vivir. En este caso, mis personajes intentan superar los errores, los propios y los ajenos, y a veces se pone complicado.

-Uno de sus personajes asegura que "por amor todo está permitido". ¿Usted lo comparte?

-En el amor y en la guerra, normalmente, todas las armas valen. Incluso la dignidad hay que arrinconarla a veces, que es lo que defiende uno de los personajes... ¿Qué haces en casa, lleno de dignidad? Pues estar solo.

-Hay un momento en el que Dominique se quita su aparato auditivo para sentir París como una ciudad callada. Usted también busca otro latido de la capital francesa: busca más el París real que la estampa turística.

-El París que muestro, que es otro personaje, es un París que se mueve, muy orgánico, más de carne... Voy huyendo de la imagen fotográfica, de la postal, de la película. Enseño otro París que yo conozco, pero que a mí también me parece fascinante. El París gris, el de la lluvia o la nieve convertida en barro. No me escapo a esa otra postal, pero he intentado evitar la torre Eiffel, el tópico.

-Igual que le ocurre a París, ¿usted siente que tienen una imagen distorsionada de usted? No es sólo la figura televisiva, usted había creado obras de teatro o escrito sobre política en prensa.

-No hay que frenarse si tienes inquietudes. No es distorsión, son ganas de hacer cosas. La mochila de los demás no la cargo yo, esos prejuicios... Yo no puedo luchar contra monstruos ajenos, bastante tengo con los míos. Me gusta leer, me gusta escribir, me gusta mi profesión. Hay elementos que no puedo controlar. El director de una revista me confesó el otro día que estaba lleno de reticencias hacia mi novela, pero que al final estaba entregado a ella. Eso me emocionó.

-Su narrador cita a Delibes, a Sontag, a Vila-Matas, a Proust, Galeano o Fellini. Tiene un gusto bastante ecléctico, la verdad.

-Quería que el lector jugara con la novela, que se sintiera identificado con ella, que cuando leyera en soledad se sintiera pellizcado con un narrador que también está hablando con él. Seguramente todas las referencias son fetiches míos, libros y películas que a mí me gustan. Era una manera de entrar yo también en la novela. El libro empieza diciendo: "Hoy entramos" [en la floristería].

-Es inevitable preguntarle por Ana María Matute, a quien le dedica la novela.

-El personaje de Paulina es ella, muchas frases del personaje las dijo Ana María Matute en entrevistas y en momentos importantes de su vida, y es una especie de hada. Ella me trajo la primavera, metafóricamente [presidía el jurado que le concedió el Premio Primavera por La noche soñada], y me dio una confianza brutal en la literatura, yo quería hacerle un regalo. Y la he convertido en esta mujer, que es una especie de hada, como era ella.

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