Cultura

Animación japonesa

Cine Fórum La Gota de Leche.- Producción: Japón, 1988.- T.O.: "Tonari no Totoro".- Duración: 86 minutos.- Dirección: Hayao Miyazaki.- Guión: Hayao Miyazaki.- Fotografía: Mark Henley.- Música: Joe Hisaishi.- Montaje: Takechi Seyama.- Dirección artística: Kazuo Oga.- Efectos especiales: Kaoru Tanifuji.- Línea de producción: Eiko Tanaka.- Intérpretes: Dibujos animados

Decíamos hace una semana que el inicio de este ciclo del Fórum La Gota de Leche para este mes de junio dedicado al llamado Estudio Ghibli, era un estupendo principio, recordando que este departamento japonés de animación fue fundado en 1985 bajo la dirección del prestigioso realizador nipón Hayao Miyazaki, uno de los más premiados, junto a otro director notable, Isao Takahata. Hoy en la película que nos ocupa el director es el propio Hayao Miyazaky el gran maestro de los dibujos animados japoneses. Por ello, Mi vecino Totoro se considera el gran hito del también llamado Imperio Ghibli. No en vano la constatación internacional de los sobresalientes méritos de Miyazaky llegaría con El viaje de Chihiro (2001), ganador del Oso de Orode Berlín y el Oscar de Hollywood.

Este es el relato sobre una familia japonesa trasladada al campo en los años cincuenta a causa de la enfermedad de la madre. Las dos hijas del matrimonio descubrirán en el entorno de su nuevo hogar la existencia de seres extraordinarios, encontrándose con un espíritu juguetón del bosque llamado Totoro, que vive bajo el árbol gigante, de una especie de criaturas fantásticas rellenas de bolas de pelo, mitad conejos mitad fantasmas, invisibles para los hombres a los que no les gusta la luz diurna. Con él inician una amistad y éste les prestará una gran ayuda. El padre de las niñas es un profesor universitario que anima vivamente la imaginación de las chicas narrándoles historias extraordinarias llenas de magia, de duendes, fantasías y espíritus protectores del hogar. Las pequeñas proyectan sobre su nuevo amigo todo su desamparo y sus ilusiones.

Entramos así en ese inmenso universo personal de Hayao Miyazaki, que se nos reveló muy singularmente en el muy galardonado título citado y en la más reciente Ponyo en el acantilado (2008). Lo que, sin duda, más rotundamente expresa la película es el asombro infantil ante lo desconocido, lo que nos descubre esa inexplicable sensación de temor y atrevimiento, propio de la infancia, a la vez que una mezcla de estupefacción y complicidad hacia lo que se muestra distinto, lo que propicia una aventura temeraria, que desborda imaginación y fantasía, proponiéndonos una historia realmente fascinante desde el punto de vista estético. Lo cual es igualmente atractivo para los pequeños y para los mayores.

Combina así acertadamente la sublime grandeza de la inocencia, las peculiaridades de la infancia y, sobre todo, la constante y reiterada convivencia entre el hombre y la naturaleza, que se magnifica especialmente en esta hermosa fábula animada. Curiosamente esta película no llegó a las salas españolas hasta veinte años después, exactamente en octubre de octubre de 2009. Su comercialidad siempre fue un tanto problemática, incluso en el propio Japón, y su mayor difusión se ha logrado en DVD. En este film se vislumbra muy revelador el auténtico espíritu de Hayao Miyazaki con todo su simbolismo, los efectos sanadores de la Naturaleza, las criaturas misteriosas que sólo son accesibles a los seres más inocentes y ese espíritu del bosque que anima la vida y la imaginación de quienes se internan en él.

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