conmemoración del 526 aniversario de la partida de colón desde palos de la frontera

Una travesía que cambió la Historia

  • Los mesoneros organizan talleres para divertir a los niños en el Muelle de las Carabelas

La odisea de Cristóbal Colón a finales del siglo XV resurgía en las jornadas de puertas abiertas del Muelle de las Carabelas durante toda la jornada de ayer. Multitud de familias recorrían, así, el enclave rabideño ambientado en la época del Descubrimiento del Nuevo Mundo.

Los niños se convirtieron en los grandes protagonistas de esta jornada. Los mesoneros ofrecían una serie de actividades para los más pequeños con objeto de que pudieran comprender este hecho histórico. Esmeralda, en su estand, enseñaba a los chicos que se acercaban la fabricación de abanicos decorados con las carabelas. "¡Qué bien vienen para el calor, mamá!", exclamó un chico mientras pegaba las varillas de su abanico. Igualmente, para los que optaban por otro taller, la tabernera Lourdes cortaba goma eva para la decoración de unos cuadernos con este material, en una composición de dibujos de las naves utilizadas por Colón y sus marineros.

Tales actividades, con el acompañamiento musical de la viola medieval de César Carazo y del laúd renacentista de Aníbal Soriano, encarnaban a la perfección la atmósfera imperante a comienzos de la Edad Moderna. Mientras los chicos estaban inmersos en sus labores, una música les hizo levantar la cabeza para ver de qué se trataba. Junto a la cabaña donde se exponen instrumentos musicales de diferentes puntos del mundo, aparecía Cristóbal Colón, secundado por la reina que creyó en su viaje, Isabel la Católica, y Martín Alonso Pinzón, quien fuera capitán de La Pinta.

El pasacalles despertó un gran interés entre los pequeños, que acompañaron a los personajes históricos hasta la cubierta de la Santa María. Allí, Colón, con un tono cómico, se detuvo para explicar a los presentes las diferentes partes de la nao. Asimismo, con un divertido sketch definió la función de sus acompañantes en el Descubrimiento de América.

Seguidamente, el reconocido explorador, a la voz de "chicos de la banda, ponedme una canción marchosa", inició su trayecto hasta el salón donde se proyectan las películas para ilustrar, a través del teatro, la gestación de la decisión de partir en tres carabelas para descubrir otros lugares del mundo. En un día tan significativo para la población onubense, eran muchos los curiosos que se interesaban por saber un poco más sobre este enclave.

La familia García Márquez es ya una habitual en el muelle. "Venimos todos los años y al enterarnos por redes sociales de que eran las jornadas de puertas abiertas, no dudamos en regresar", señaló la madre, quien añadió que "era el plan perfecto para disfrutar después de un gran día de playa".

María Antonia Blanco también llegaba al Muelle de las Carabelas acompañada de su hijo, que jugaba con un amigo del colegio al tres en raya que uno de los mesoneros enseñaba a fabricar. Con un tablón de madera y unas fichas de goma eva, varios niños disfrutaban de uno de los juegos más populares de todos los tiempos. "Desde hace tres años venimos a la jornada de puertas abiertas por la gran cantidad de actividades para los niños. Lo pasan muy bien", apuntó María. Sin embargo, este día no es un reclamo únicamente para los onubenses, pues varias familias procedentes de diferentes zonas de Europa que pasan sus vacaciones en el litoral onubense decidieron pasear por el emplazamiento.

La familia Kasten, procedente de Alemania, quiso acercarse este día al muelle por iniciativa de los pequeños de la casa. El hijo mayor, de 14 años, afirma que tras ver las fotos de las embarcaciones en las redes sociales, le pidió a sus padres que le acompañaran para verlo en persona. Sin embargo, no solo el chico quedó prendado del escenario, pues sus padres admitieron que "el lugar es muy bonito y curioso".

Igualmente, la familia Verhamme, mientras disfruta de una semana de vacaciones en El Portil antes de seguir su recorrido por la costa andaluza, decidió acudir al enclave rabideño. "Es precioso", resume el padre, al tiempo que su hijo menor exclama sorprendido, "¡qué grandes son los barcos!".

Además de disfrutar de la atmósfera de la época del Descubrimiento, los asistentes podían adquirir productos importados de otros puntos del planeta con un fin solidario. Oxfam Intermón ponía a disposición de los asistentes café de Nicaragua, arroz de Sudamérica o crema de cacao africana.

Estas jornadas se convirtieron, así, en una experiencia magnífica para una introducción en la cultura onubense.

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