El taller encantado del artista de Huelva: sombras, susurros y un cráneo que cayó solo

Huelva Paranormal

Un reconocido escultor onubense lleva más de dos décadas conviviendo con fenómenos paranormales en su vivienda-taller del centro de Huelva: humo negro, objetos que se mueven solos y la inquietante presencia de un niño que, según una sensitiva, no quiere marcharse

El fantasma de la viuda en Huelva

Una aparición. / M. G.

13 de julio 2025 - 06:01

En una céntrica calle de Huelva se levanta un edificio de principios del siglo XX que a simple vista no llama especialmente la atención. Viviendas, dos locales comerciales y una fachada sobria lo sitúan como un inmueble más entre tantos. Pero basta con atravesar sus muros para entender que algo en su interior no es del todo... terrenal.

Uno de sus inquilinos —un reconocido artista onubense— reside y trabaja desde el año 2000 en una de estas viviendas, donde también tiene instalado su taller. Lo que al principio fue un espacio de creatividad y tranquilidad, con los años se ha convertido en el epicentro de una serie de fenómenos inexplicables que desafían la lógica.

Humo negro y miedo

Los primeros indicios aparecieron en el techo del dormitorio, donde, en al menos cuatro ocasiones, tanto él como su pareja vieron una especie de humo negro revoloteando. No era denso ni dejaba olor alguno, pero su movimiento errático y fantasmal causaba una inquietud difícil de ignorar.

La perra del propietario —una mascota conocida por su docilidad extrema y casi total silencio— comenzó a ladrar con desesperación, siempre desde la misma estantería del dormitorio. Curiosamente, dicha estantería se encontraba justo debajo del punto en el techo donde aparecía el misterioso humo. “Ladraba como si viera al mismísimo diablo”, recuerda con una mezcla de humor y respeto.

Años más tarde, lo insólito se volvió cotidiano. Un listón de madera apareció atravesado en una puerta sin que hubiera sido manipulado, un frasco de disolvente apareció reventado a dos metros de la mesa donde había sido dejado, y un balón —imposible de haber rodado por sí solo desde su lugar de origen— fue hallado en medio del despacho.

Un hecho especialmente llamativo ocurrió durante la pandemia. Aislado por Covid-19, se levantó en el descanso de un partido para buscar un refresco. Al volver, encontró una de las pruebas de antígenos sobre la almohada. La prueba dio negativo. “Me reí y le dije en voz alta que si me la hubiera puesto antes habría ido al partido en Jerez”, comenta.

De entre todos los fenómenos, uno resulta especialmente perturbador. Durante años, mientras trabajaba en miniaturas con pinceles de precisión extrema, sintió en numerosas ocasiones que alguien se apoyaba en su espalda para ver lo que hacía. “Como cuando alguien se asoma para mirar tu trabajo, pero sin tocarte. Era constante”.

La sensitiva que no quiso ir al inmueble

La historia llegó a oídos de familiares y amigos. Una joven con sensibilidad para lo paranormal accedió a colaborar… hasta que algo —o alguien— le impidió acudir. Según ella, sus “protectores espirituales” le prohibieron entrar al taller, sugiriendo que allí habitaban fuerzas poco amigables. A través de fotografías, describió la presencia de tres entidades: una mujer muy mayor vestida de negro, un hombre anciano y un niño.

La mujer, profundamente religiosa, parecía confundida pero inofensiva. El hombre, pasivo. Pero el niño… el niño, según la sensitiva, era quien causaba todos los disturbios. Y en la habitación principal, percibió “un dolor tremendo”. Un lugar cargado de algo que escapa a las palabras.

El taller alberga también objetos de estudio anatómico, como un cráneo humano donado por el cementerio para fines artísticos. Durante una entrevista televisiva, el cráneo —ubicado en una estantería alta— cayó y rodó hasta el centro de la sala, en medio de cuatro personas. “Se rompió un pómulo”, lamenta el artista. “La entrevistadora casi se desmaya”, recuerda.

Sesiones de ouija

En busca de respuestas, el artista, su pareja y su hija realizaron varias sesiones de ouija. En todas, surgieron nombres y datos coherentes: un joven pescador de 16 años que murió ahogado antes de que el edificio existiera, cuando la zona era un núcleo de marineros y redes. Ese mismo espíritu podría ser el causante de los juegos con objetos. Pero, como dice el escultor, “es lo que menos me convence. No sé qué puede ser, pero todo encaja demasiado bien”.

Hoy, el protagonista convive con estos fenómenos como parte de su rutina. Cree que ciertas energías simplemente “están ahí”, y ha aprendido a tolerarlas. Aunque, como él mismo admite, “hay días en los que uno se pregunta si está solo”.

Los fenómenos siguen, aunque con menos frecuencia. Excepto por un reciente vídeo, captado el fin de semana pasado, en el que una sombra cruza inexplicablemente una de las puertas del taller. Una prueba más —quizás la más clara— de que algo, o alguien, se niega a abandonar aquel rincón centenario de la ciudad de Huelva.

*Para cualquier consulta de tu mascota no dudes en escribirnos y contárnosla a contacto@josemanuelgarciabautista.net

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