El silencio del Banco de España: los fantasmas de la plaza de las Monjas

Huelva Paranormal

Sombras, ecos y relojes detenidos a medianoche envuelven al viejo edificio de Huelva en un halo de misterio

Sombras en el hospital Juan Ramón Jiménez: Testimonios de una experiencia paranormal en Huelva

Banco de España en Huelva capital. / Josué Correa
José Manuel García Bautista

12 de octubre 2025 - 06:01

En Huelva, en el número 7 de la plaza de las Monjas, se levanta un edificio que durante décadas fue sinónimo de solvencia y autoridad pues era la antigua sucursal del Banco de España.

Desde su cierre en el año 2004, el inmueble, obra del arquitecto José Yárnoz Larrosa, permanece cerrado y sin uso definido –posiblemente futuro Museo de Bellas Artes onubense-, generando entre los vecinos sentimientos encontrados que van desde la nostalgia hasta la frustración por su actual estado de abandono.

Construido entre 1935 y 1938, el edificio no comenzó a funcionar hasta 1941, debido al parón impuesto por la Guerra Civil.

Su fachada monumental, de estilo académico, fue diseñada para transmitir seguridad en tiempos de absoluta incertidumbre.

Durante años, allí se custodiaron fondos, se tramitaron operaciones con la peseta y más tarde con la llegada del euro, hasta que las reformas del sistema bancario que obligaron a su clausura junto a otras sucursales provinciales.

“Era un lugar imponente. Entrar al Banco de España imponía respeto, incluso aunque solo fueras a una gestión rutinaria”, recuerda María L., una antigua trabajadora de una gestoría cercana. “Recuerdo el eco de los tacones en el mármol, las lámparas altas, y esa sensación de estar en un sitio importante”, decía.

Misterio en la plaza de las Monjas

El cierre supuso no solo la pérdida de actividad en la zona, sino también un vacío en una de las plazas más transitadas de la capital onubense.

Desde entonces, el inmueble permanece con las puertas cerradas, sin que se concrete un proyecto que lo devuelva a la vida urbana.

“Llevo mi kiosco aquí desde hace 30 años y siempre veía entrar y salir gente con carpetas, funcionarios del banco, clientes… Ahora lo que tenemos es un edificio enorme, cerrado y cada vez más deteriorado”, comenta un comerciante de la zona.

“Es una pena, porque podría convertirse en un espacio cultural o administrativo. Lo que no se puede es dejarlo así” sentencia.

El abandono, además, genera la percepción de inseguridad entre algunos vecinos. “Por las noches se ve oscuro y solitario, parece que el edificio está triste”, señala Lucía Medina, estudiante universitaria que cruza la plaza a diario.

“En una ciudad que necesita espacios de encuentro, resulta doloroso ver un lugar tan emblemático cerrado a cal y canto”, añade.

Los más veteranos aún recuerdan con precisión lo que significaba el Banco de España para la vida diaria. “Era aquí donde se hacían gestiones con billetes deteriorados o con monedas defectuosas, algo que hoy parece de otro siglo”, explica José Manuel Torres, antiguo cliente.

“Recuerdo cuando traje unas monedas de peseta en mal estado y me las cambiaron allí mismo. Era como acudir a la máxima autoridad monetaria”.

Algunos empleados jubilados mantienen la memoria viva del interior del edificio, con sus bóvedas y cámaras acorazadas. “Trabajé cinco años aquí y todavía sueño con el sonido de las puertas blindadas”, relata uno de ellos, quien fue administrativa en los noventa. “Era un edificio frío en invierno, pero tenía un aire solemne que te hacía sentir parte de algo importante”.

Testimonios extraños en el edificio del Banco de España en Huelva

Pero hay testimonios que resultan irrebatibles y tras una ardua labor de investigación y localización de testigos puedo hablar con un vigilante nocturno, él me decía: “Cuando cerraron el banco yo hacía turnos de vigilancia en el interior. Había noches en las que escuchaba ruidos metálicos, como si alguien manipulara las cajas de seguridad. Bajaba a la cámara acorazada y no había nada. Siempre pensé que eran tuberías viejas, pero el eco del edificio vacío lo hacía inquietante”, cuenta Francisco, antiguo guardia de seguridad.

Otro vigilante, Antonio, me decía: “Al principio había allí guardias pero no había actividad, una noche escuché un portazo, estaba yo solo y fui a ver qué pasaba, no podía haber nadie en el edificio, cuando fui a ver se apagó la luz de ese pasillo y delante de mí vi salir, de la puerta de la izquierda una silueta de hombre, alta, con olor a tabaco negro, entonces salté sobre él y me estrellé en el suelo, no había nadie, pero resonó una voz diciendo “fuera de aquí” y se encendió la luz en ese momento… No había nadie, fue escalofriante”.

Una vecina de la plaza, Dolores Martín, asegura que cuando el edificio cerró y se apagaron las luces por primera vez, al pasar por la puerta escuchó “un murmullo como de gente moviéndose y luces que se encendían solas y se veían sombras en las ventanas y los vecinos sabíamos que allí ya no había nadie y por la noche ya no había vigilantes. Puede sonar raro, pero aún hoy me pongo nerviosa al cruzar por delante”.

En 2005 entré al edificio acompañando a un técnico que revisaba las instalaciones. Me impresionó que todos los relojes estaban detenidos a la misma hora: las 12:04. Nos quedamos en silencio, porque parecía una señal de que el tiempo se había congelado con el cierre”, recuerda Luis H. un antiguo, funcionario.

“Se decía en los bares de la plaza que, cuando lo cerraron, dejaron cosas en la bóveda que nadie reclamó nunca. Algunos hablaban de lingotes, otros de documentos secretos. Nunca se ha aclarado, pero en la ciudad siempre ha circulado ese rumor”, explica Manuel Domínguez, vecino como un rumor infundado.

Con el paso de los años, el abandono permitió que las palomas tomen el lugar. “Una vez vi cómo un grupo enorme de palomas salía en bandada desde el tejado. Parecía que el banco tenía nuevos inquilinos. Desde entonces digo que el Banco de España pertenece a las palomas”, bromea Carmen Pérez, fotógrafa aficionada que suele pasear por la plaza de las Monjas.

“En una de las ventanas del segundo piso siempre parece haber un reflejo de luz, incluso de noche. No sé si es el cristal o algún foco del alumbrado público, pero muchos vecinos lo comentan”, dice Juan Carlos, taxista onubense.

Un futuro aún por definir

Desde hace casi dos décadas, diferentes administraciones han planteado alternativas de uso para el inmueble, sin que ninguna se haya materializado. Se ha hablado de convertirlo en sede cultural, museo, archivo o centro institucional, pero las conversaciones se han ido diluyendo con el tiempo.

Mientras tanto, el edificio permanece como un testigo mudo de la transformación urbana de Huelva. Sus muros de piedra y ventanas cerradas contrastan con la vitalidad de la plaza de las Monjas, donde comercios, cafeterías y peatones conviven cada día bajo la sombra de un edificio dormido.

El antiguo Banco de España de Huelva, entre la nostalgia y la incertidumbre, aguarda su segunda vida.

*Si has vivido una experiencia extraña o paranormal puedes ponerte en contacto en contacto@josemanuelgarciabautista.net

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