Huelva

Los regantes del Andévalo no pueden usar la presa cuatro años después de inaugurarse

  • Las conducciones que llevarán el agua hasta los campos carecen de fecha de inicio · Todavía está por aprobar el Plan del Andévalo Fronterizo

Con presupuesto pero sin fecha. Esa es la situación actual de las conexiones que llevarán el agua desde la presa del Andévalo hasta las 10.000 hectáreas de regadío que está previsto poner en carga en la zona del Andévalo Occidental. Cuatro años después de la inauguración de la presa del Andévalo y seis meses tras su incorporación efectiva al sistema hidráulico de la provincia, los agricultores siguen esperando un agua que aún tardará unos años en llegar.

La presa del Andévalo fue inaugurada el 13 de enero de 2004 después de casi cuatro años de obras. Con sus 600 hectómetros cúbicos de capacidad se convertía en el mayor pantano de Huelva, que llegaría a casi duplicar la capacidad de regulación de agua de la provincia. Desde el comienzo de las obras se hablaba en la provincia de la puesta en regadío de numerosas hectáreas en el Andévalo (hasta 70.000 se llegaron a proponer) aunque después de la apertura de esta presa esa cifra se quedó en las 10.000 hectáreas del plan del Andévalo Fronterizo, declaradas de interés general de la comunidad autónoma a finales de 2003 como una alternativa a los problemas socioeconómicos de la comarca.

Sin embargo, esa transformación en regadíos todavía no se ha hecho realidad, a falta de la aprobación definitiva del Plan de Transformación de la zona regable del Andévalo Fronterizo y de la construcción de las conducciones y balsas de regulación necesarias para distribuir el agua. Para llevar el agua hasta los campos son necesarias dos obras: la denominada toma de la presa del Andévalo, a cargo de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, y las conexiones entre la balsa de regulación y las agrupaciones de regantes. Y ninguna de ellas ha comenzado todavía para desesperación de los agricultores.

La primera de ellas consiste en una impulsión desde la presa que elevará el agua hasta la balsa del denominado Cabezo del Pasto, una zona alta de la comarca, desde donde se distribuirá a través de diferentes conducciones tanto a la población como a los regadíos. El Consejo de Ministros autorizaba la contratación de la obra a mediados del pasado año y la Confederación la adjudicaba poco después. Con un presupuesto de casi 18 millones de euros, la empresa adjudicataria está finalizando el proyecto y se espera que a partir del mes de abril puedan comenzar las obras. Para entonces, la Agencia Andaluza del Agua habrá culminado la construcción de una estación de tratamiento de agua potable que servirá para que los pueblos del entorno puedan utilizar el agua de la presa del Andévalo de forma directa, ya que hasta entonces, en el caso de que haya que utilizar el agua de la presa del Andévalo, ésta se verterá al Chanza e ingresará en el sistema Chanza-Piedras, llegando hasta la capital para después volver hacia el Andévalo para el abastecimiento de la población.

En el caso de los regadíos la llegada del agua requerirá una obra de más envergadura. La Consejería de Agricultura es la encargada de construir las conducciones desde el depósito de regulación hasta las arquetas de las agrupaciones de regantes, para que estos se hagan cargo posteriormente de las tuberías hasta cada uno de los campos. Toda esta infraestructura se recogerá en el Plan de Transformación del Andévalo Fronterizo, cuya formulación ya se establecía en un decreto de 2003 y que está pendiente de la evaluación de impacto ambiental después de pasar por un periodo de información pública. La aprobación de este plan supondría el pistoletazo de salida para las obras, que culminarían en la puesta en regadío de esas 10.000 hectáreas poco a poco.

Según explica el presidente de la comunidad de regantes del Andévalo Fronterizo, Juan Antonio Millán, aunque ese Plan aún no esté aprobado la comunidad y la Junta "ya han estado trabajando en los anteproyectos de las conducciones, para acelerar los trámites". La financiación para la puesta en regadío de gran parte de las hectáreas ya ha sido concertada por las administraciones central y autonómica, de modo que el Ministerio de Agricultura se hará cargo de 3.000 hectáreas de terreno y la Junta de otras 5.000. Quedarían 2.000 hectáreas que, como señala el también alcalde de Cartaya, "podrían incluso cubrirse con los presupuestos que ya están aprobados, que son muy elevados" dada la complejidad de la transformación de esa amplia superficie respetando al mismo tiempo los recursos naturales.

En la zona del Ministerio se encuentran algunos regadíos que ya se han puesto en funcionamiento a pesar de carecer aún de agua de la presa, alentados inicialmente por la inauguración del embalse. Es el caso de Campo Baldío, una sociedad limitada formada por unas 900 personas que ya en el año 2000 comenzó la transformación de una mínima parte de las 4.000 hectáreas que posee en Puebla de Guzmán. Esta sociedad resultó afectada por las expropiaciones necesarias para la construcción de la presa (se quedó con 2.000 hectáreas menos de terreno) y a cambio las administraciones le aseguraron que parte del agua de riego de la presa sería para transformar en regadío en torno a 1.000 hectáreas de su finca. Pero, según explica su gerente, Pedro Carrasco, "a día de hoy tenemos sólo 210 hectáreas en regadío gracias a recursos propios de la finca" y otros logrados por otras vías, pero ninguno procedente de la presa. Hasta que no se construyan las conducciones con el embalse Campo Baldío no podrá seguir con su proyecto de transformación, una situación que se repite en otros casos como el de Cítricos Tharsis, o el de otros agricultores de diecisiete municipios onubenses, aquellos que fueron incluidos inicialmente en la declaración de interés general antes de que el Plan de Transformación delimite los perímetros de riego concretos. Otro caso diferente es el de García Carrión, que ha optado por construir las conducciones por su cuenta en lugar de esperar.

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