Y se quedarán los pájaros cantando

en el titán

lLa población de gorriones desciende en el último año un 7 % y en dos décadas acumula una caída del 15 %

Es una especie que convive perfectamente con el hombre en su hábitat

En 18 años España ha perdido una población de 25 millones de gorriones. / Josué Correa
Eduardo J. Sugrañes

04 de noviembre 2017 - 02:04

Yyo me iré. Y se quedarán los pájaros/ cantando;/ se quedará mi huerto, con su verde árbol,/ y con su pozo blanco...". Este poema de El viaje definitivo de Juan Ramón Jiménez es música de otoño y en el inicio de noviembre se hace especialmente sonoro, como hecho para este tiempo.

Un tiempo en el que en la soledad del camposanto se escuchan los gorriones inundando de paz en cualquier mañana lejana del trajín que llevan estos primeros días de visitas y recuerdos.

La pérdida de ejemplares en las ciudades que habitan es un indicativo de que algo va mal

El atardecer tiene un momento especial en una pajarera en pleno corazón de la ciudad, junto al monumento a la Inmaculada. Es el revoloteo de cientos de gorriones, que en bandadas vuelan el cielo azul en la tarde de Huelva.

Una imagen casi única que invita a hablar de esta especie tan nuestra, un pájaro tan cercano que todas las organizaciones ecologistas alertan de la necesidad de un cuidado, de una atención ante la reducción alarmante en su número de ejemplares. Qué sería una ciudad sin gorriones, ahora que tenemos tantas especies invasoras que no solo son molestas, sino que no ofrecen.

No tienen los gorriones la atención de otras especies. No vayan a pensar en los linces, el medio millar que supone la colonia de esta especie protegida y en vías de extinción. No hay presupuesto para los gorriones, pero al menos se debe reclamar una atención. No sé que pasaría si no tuviéramos linces, pero sí sabría lo triste que sería caminar por una ciudad sin gorriones, porque estos siempre estuvieron acompañándonos.

El conocido y familiar gorrión común es, tal vez, el ave más extendida de todo el planeta y, sin duda, una de las más exitosas. Adaptable y poco exigente en lo que al hábitat y a la alimentación se refiere, este habitante de pueblos, ciudades y caseríos es, sin embargo, un comensal directo del hombre y, por tanto, depende estrechamente de nuestras actividades para sobrevivir; de manera que cuando un pueblo es abandonado por sus habitantes humanos, los gorriones comunes no tardan en desaparecer tras sus involuntarios benefactores.

Los datos no dejan de ser alarmantes. Los ofrece SEO/BirdLife. Aunque todavía no se conocen con exactitud los factores que están afectando a la especie, se sabe que las poblaciones de gorriones están descendiendo de forma más acusada en los núcleos urbanos que en el medio rural. De hecho, diversos estudios científicos han detectado que el estado físico de las poblaciones de grandes ciudades es mucho peor que el de las que se encuentran en la periferia de esas mismas ciudades o el de las que se ubican en medios rurales. En las ciudades, SEO/BirdLife identifica algunos problemas graves como la falta de zonas verdes y de lugares adecuados para nidificar, dado que los edificios de nueva construcción son cada vez menos amigables para las aves.

Asimismo, la dificultad cada vez mayor para encontrar alimento en las urbes modernas, el electromagnetismo, la predación y la competencia con especies invasoras podrían ser algunos de los problemas que sufren nuestros gorriones. En el mundo rural existen otros factores específicos como la intensificación agrícola, el empleo abusivo de plaguicidas y la mayor eficiencia en la recogida de las cosechas, que deja pocas semillas en el suelo.

Entre 2015 y 2016, y según datos de SEO/BirdLife, la población ha caído un 7%. En los últimos 18 años, acumula una caída del 15% en España, lo que supone 25 millones de gorriones menos.

Pocas aves representan tan bien la convivencia entre seres humanos y aves silvestres como el gorrión común. De hecho, es especialmente dependiente de la actividad del ser humano. Tanto, que es difícil verlo en aquellos lugares donde no existen pueblos y está ausente en las zonas donde falta la actividad humana. Por eso, si escasea en lugares donde debía estar presente -como es el caso de pueblos y ciudades- las alarmas saltan. Puede que su ausencia indique que algo va mal.

Se ha detectado que los individuos que viven en el interior de localidades de carácter más urbano presentan anemia, malnutrición y un funcionamiento deficitario de sus sistemas de defensa antioxidante. Sin embargo, aves de las periferias de los núcleos urbanos y que, por tanto, viven en entornos más rurales no presentaban ese deterioro. El mal estado de la salud de las aves parece estar relacionado con el exceso de contaminación atmosférica y la falta de alimentos necesarios para el mantenimiento de una dieta equilibrada.

Es normal que especies de pequeño tamaño tengan fluctuaciones poblacionales grandes. Son aves que se reproducen una, dos o tres veces en la primavera y sacan adelante varios pollos en cada una de esas reproducciones. Pero cada vez son menos los pollos que logran sobrevivir y menos las veces que se reproducen por lo que, aunque en primaveras con buenas características se recupera algo su población, en temporadas peores los bajones son acusados.

La mejora de la calidad del aire y la adopción de planes de urbanismo que incluyan una mayor densidad de espacios verdes de buena calidad pensados para el uso no sólo de los ciudadanos, sino también para cubrir las necesidades de otras especies urbanas, mejoraría de forma sustancial la viabilidad de las poblaciones de gorriones y otras muchas especies en entornos urbanos.

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