El tiempo de Navidad trajo ayer la primera fiesta de San Manuel González, el arcipreste de Huelva que desde ayer está presente en el interior de la parroquia mayor de San Pedro, donde inició su obra Eucarística, con una imagen realizada por Martín Lagares.

La imagen la bendijo en el altar mayor el obispo de Huelva, José Vilaplana, y pasará a una hornacina junto a la capilla del Sagrario con un gesto de invitación a acercarse al mismo. En su homilía resaltó lo importante y especial que hace tener a un santo tan cercano al haber sido párroco de esta iglesia de San Pedro y arcipreste de la ciudad. Dijo que "seguro tendréis recuerdos vivos de él, que os habrá contado vuestros abuelos". "Veo a San Manuel como un hombre con gran corazón creyente; él cree en la presencia de Cristo en la Iglesia, del Cristo vivo, de Cristo resucitado, permanentemente en su iglesia y él vivió esa presencia en el sagrario".

Recordó el tiempo en el que estuvo en Huelva, en las primeras décadas del siglo XX, con una ciudad "llena de dificultades, con falta de cultura en los niños, de pobreza... que no le dejó indiferente; fue el suyo un corazón generoso". Por eso, destaca que la ciudad "tiene mucho que agradecerle a San Manuel González", que se mantiene presente en instituciones como el Colegio Diocesanos. El obispo José Vilaplana puso énfasis al señalar "su corazón de apóstol, su afán apostólico y su afán evangelizador". Recordó la oración que le dedicó a la Virgen de la Cinta en la que hace una súplica: "¡Madre, que no nos cansemos!". Invitando a seguir en el camino con el ejemplo de San Manuel González.

El obispo estuvo acompañado por el párroco de San Pedro, José Arturo Domínguez Asencio, así como por Baldomero Rodríguez Carrasco, que preside la comisión onubense de la canonización de San Manuel González. Asistieron al acto la comunidad de Hermanas Eucarísticas Nazarenas; así como las hermandades de la parroquia y otras de la ciudad. Resultó un acto entrañable, como de una nueva bienvenida a San Manuel González que venía para quedarse junto al sagrario de la parroquia mayor de San Pedro, donde creó en 1910 su obra eucarística de las Marías de los Sagrarios, hoy extendida por todo el mundo.