La tele más real: la de los 9 minutos del discurso de Felipe VI
Ponce aconseja al Recreativo, al Titán, a sus sociedades y aficionados a huir de los individualismos y hacer equipos que hagan sentir la confianza en el conjunto
Crónicas de otra Huelva
El periodista onubense, afirma que “la falta de medida, la desproporción produce casi siempre una desnivelación peligrosa cuando la realidad nos coloca de nuevo dentro de una recta lógica
La propina, “complemento gracioso” que motiva polémicas y deseos de suprimirla en todos los tiempos
La Introducción
LA UNIÓN, BASE DEL TRIUNFO
Los peligros del personalismo y de la idolatría
Reproducimos hoy otro de sus artículos en los que Ponce Bernal regresa a sus orígenes de reportero deportivo. Dedica estas líneas al Recreativo y al Titán, los dos equipos sw fútbol que convivían en 1930 en la sociedad onubense. Recrimina el individualismo percibido y considera que los éxitos y los fracasos tenían que ser siempre compartidos, ya fuera en una sociedad o en un equipo, porque “la unión -dice- es la base del triunfo”.
Impresiona la visión tan clara y profunda que tiene José Ponce sobre la importancia del trabajo en equipo y la cohesión social en el deporte, especialmente en el fútbol. Si entonces se percibía la necesidad de dejar de lado el individualismo excesivo y valorar la unión, la disciplina y la confianza en la estructura de un club y en el conjunto, más allá de estrellas o ídolos momentáneos, ¿qué análisis tendríamos que hacer de los equipos actuales, que no pueden vivir sin esos fichajes que pretenden que los lleven al estrellato y que, en muchos casos, llegan a decepcionar? ¿Estamos o no imbuidos por la necesidad de asirnos a una figura que nos haga vibrar? Pienso, en otro ámbito, en los influencers de ahora, los que exhiben sus personalismos exacerbados en las redes sociales y logran miles de seguidores que los admiran y los imitan.
Volvamos al fútbol. Blanqui-Azul destaca que los logros no dependen solo de unos pocos jugadores destacados sino del esfuerzo colectivo, de la confianza en la dirección y de la colaboración de todos los involucrados. Advierte sobre los peligros del personalismo y la idolatría, que pueden generar desunión y desilusión cuando los ídolos fallan o dejan de brillar. El mensaje sigue siendo vigente hoy en día: la verdadera fuerza de un equipo o de una comunidad radica en la unión y en la confianza mutua, no en la exaltación de figuras individuales. Además, el tono amigable y motivador invita a todos a sentirse parte de un proyecto común, valorando el esfuerzo colectivo por encima de los éxitos momentáneos.
La idea central del artículo sobre la importancia del trabajo en equipo, la confianza y la eliminación del individualismo excesivo es muy aplicable a muchos otros ámbitos de la vida. En las empresas, instituciones educativas, comunidades o incluso en la familia, el éxito suele depender más de la colaboración y la unión de todos que de las acciones o logros de una sola persona. En una organización, fomentar un espíritu de equipo, confiar en la dirección y valorar el esfuerzo colectivo puede conducir a mejores resultados y a un ambiente más saludable y motivador. La idea de que "el triunfo es de todos" y que no debe centrarse en ídolos o figuras individuales también ayuda a construir una cultura de respeto, de humildad y de compromiso compartido. Los principios que plantea el periodista en relación con el deporte y las sociedades deportivas son muy universales y pueden ser la base para fortalecer cualquier tipo de organización o comunidad.
En todos los órdenes de la vida societaria las individualidades han podido constituir solamente un momento, un relámpago que ilumine el cuadrilátero de su acierto, de su labor personal; pero nunca base para la constitución fuerte del conjunto. El individualismo debe desaparecer, las sociedades, las familias, son algo más que el mayor o menos éxito de uno de sus componentes.
Es necesario que los aficionados al fútbol sientan la confianza del conjunto del equipo; que presten el calor y el aplauso a la totalidad, diluyendo en la vasija que forma el nombre del Club los aciertos y los desaciertos de todos.
Estamos padeciendo en estos tiempos un empacho de individualidades. Los adjetivos en todos los comentarios, los resultados de los encuentros se atribuyen a la intervención afortunada de dos o tres nombres. Su labor acertada no es factor para alcanzar la victoria, es, equivocadamente para muchos, y sobre todo para aquellos cuya misión es encauzar a la afición, lo único que ha conseguido hacer llegar a la meta los colores de la Sociedad.
Nada más desacertado ni más peligroso. El nombre de la Sociedad, la labor del resto de los equipos solo sirve de fondo obscuro donde resalten los individualismos.
La caída de estos ídolos, sus desaciertos, sembrarán la desesperanza en las familias recreativista y titánica.
Un equipo tiene que tener algo más que dos o tres nombres. Una afición debe tener más confianza en el conjunto que en la improvisación genial de un jugador, llámese Corsi u Oramas, Vázquez o Morita. Los aciertos del Recreativo y del Titán: esa marcha normal hacia el crédito deportivo en todos sus aspectos, no están en la punta de la bota de los jugadores.
Hay algo más. Responde a una base más firme, sobre la que debemos construir nuestro edificio. Es la labor de todos, es la normalidad, la disciplina, la confianza en la dirección, la voluntad de los dirigidos.
Empieza el Real Club y el Titán su temporada por un camino recto, trazando un plan acertado. Encuadran sus sociedades dentro de una disciplina deportiva. Desaparecen los personalismos para unirse todos. Empezamos a tener Sociedades y equipos. El Club, el verdadero Club, la sociedad, empieza a tener una personalidad sólida. No son ya unos jugadores, unos directivos, unos colores solamente. Es la totalidad del contenido lo que forman el Real Club Recreativo y el Titán F.C.
La falta de medida, la desproporción produce casi siempre una desnivelación peligrosa cuando la realidad nos coloca de nuevo dentro de una recta lógica.
Es necesario que la afición no se eleve en una ilusión irreal, cuyo desengaño podía tener para los clubes fatales consecuencias. Es necesaria la confianza de todos, la colaboración de la totalidad; pero encuadrándola dentro de una verdad, uniéndola con el aglutinante espiritual que hace formar las verdaderas familias deportivas. Los aciertos y los triunfos serán de todos. Que no sea un ídolo el que consiga la victoria, que no tengamos una cabeza a sacrificar en la amargura de una derrota.
Todos y cada uno de los equipos forman en el mismo frente. Su rendimiento debe responder al triunfo del equipo, su labor no debe ser personal: el alcanzar un éxito para ellos perjudicará notablemente al Club. La afición, los socios y directivos acojan con un calor colectivo los problemas de sus respectivas Sociedades, haciéndose partícipes de sus aciertos y de sus equivocaciones.
El Real Club Recreativo y el Titán F. C. están en marcha. Cada uno hace su aportación a medida de sus fuerzas y la labor de todos nos hace caminar normalmente por el camino que conduce a la victoria.
Que nadie personalice; que no se atribuya a nadie la velocidad. Es y debe ser el esfuerzo de todos; la disciplina de todos; la unión, que es la base de todo triunfo.
Un individualismo mal entendido podía crear diferencias, y según dejen de tirar todos a una, se para el carro…, o empezará a dar tumbos.
BLANQUI-AZUL
Diario de Huelva, 4-11-1930
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