El poder de las gracias del jefe
A veces, trabajando coaching ejecutivo con profesionales que lideran equipos, me encuentro esta pregunta: ¿qué hago con "tal" trabajador que simplemente hace bien lo que tiene que hacer? Ese pensamiento se suele derivar de una creencia también habitual: hacer lo que se tiene que hacer y por lo que se te paga es lo normal. ¿Y eso no es de agradecer? Por eso, cuando un ejecutivo me hace esa pregunta, yo le digo: dale las gracias.
Creo firmemente en una forma de pago en la gestión de personas que no podemos desarrollar en este breve espacio, pero que seguro van ustedes a consultar: el salario emocional. Y las gracias del jefe forman parte fundamental de ese salario, que en según qué ocasiones pesa más que el de los euros. Ese es el poder de las gracias del jefe: influyen en la retención del talento y en la satisfacción de los trabajadores.
Pero no vale cualquier tipo de gracias. Lo primero es ser muy concretos con las gracias que damos y por qué las damos. "Gracias por ser como eres" está muy bien, pero "Gracias por tu minuciosidad y la calidad del resultado coordinando la integración de los datos del informe", está mucho mejor.
Dar las gracias, como todo feedback que busque provocar crecimiento en los demás, requiere tiempo de preparación, reflexión, un espacio público y honestidad. Una vez leí algo que me hizo reflexionar: si das las gracias por lo mediocre, no te sorprendas si tienes una organización mediocre. Piénsenlo. ¿Cuántas veces damos las gracias sólo por tener un gesto amable sin pensar en por qué las damos?
En el dar las gracias no caben las ligerezas ni las superficialidades. Al fin y al cabo es un acto de generosidad sublime del ser humano, y eso hay que respetarlo.
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