Huelva

Los onubenses retoman la tradición del día de los Difuntos en pleno declive de enterramientos

  • La incineración sigue en aumento y es la voluntad también de quienes acuden con frecuencia al cementerio de la Soledad a recordar sus seres queridos

Rmedios, Luci, Manuel, Práxedes y Mª Ángeles acuden en familia a dar el mejor aspecto al nicho de la abuela.

Rmedios, Luci, Manuel, Práxedes y Mª Ángeles acuden en familia a dar el mejor aspecto al nicho de la abuela. / Rafa del Barrio (Huelva)

A un día de la conmemoración de Todos los Santos, hoy 1 de noviembre, y de los Difuntos una jornada después, son muchos los onubenses que se dirigen al cementerio de la Soledad en la capital para honrar a sus fallecidos adecentando su última morada.

Como marca la tradición anual, hay movimiento y transitar constante de vehículos privados, taxis y autobuses urbanos en el primer día del dispositivo extraordinario de Emtusa. “Desde el miércoles pasado se nota que ha aumentado la afluencia, aunque hoy con la lluvia ha bajado un poco”, señala Clara, nieta de la dueña de la floristería Shary, a las puertas del camposanto.

Ella y su prima Inés ayudan a su abuela en estos días de más trabajo, aunque hace ahora un año no era necesario ese refuerzo. Entonces, el Ayuntamiento de Huelva recomendó que las visitas se produjeran antes del 1 de noviembre para evitar aglomeraciones y por tanto el riesgo de contagio en plena pandemia. Por tal motivo, se cortó el suministro del agua de los grifos exteriores y se retiraron las escaleras.

Una de las floristerías a las puertas del cementerio de la Soledad. Una de las floristerías a las puertas del cementerio de la Soledad.

Una de las floristerías a las puertas del cementerio de la Soledad. / Rafa del Barrio (Huelva)

Doce meses después la estampa es muy distinta y además del aumento del transporte público, desde hace días los servicios municipales comenzaron a reparar los acerados y los espacios de tránsito que así lo requerían, además de las habituales labores de mantenimiento. En definitiva, retomaron la tradicional puesta a punto como antes de la crisis sanitaria. “Pero esto va a cambiar”, prevé Ana mientras ultima la limpieza de la lápida de su madre. Cada año acude a recordar también a su padre, sus tías y una cuñada “que tendría mi edad” pero “aquí vengo poco, en casa sí les tengo flores y velitas junto a sus fotos, me estarán viendo desde donde sea” .

Hasta ahora, percibe que la tradición de las visitas al cementerio se mantiene año a año aunque pronostica que “en el futuro la gente joven...”. Sin ir más lejos ella, que es viuda, ya ha decidido que “a mis hijos no les dejaré esta carga, yo tengo ya 68 años y cada vez tengo menos capacidad de hacer esto; mi marido está incinerado”.El aumento de las incineraciones es un hecho y en el caso de Huelva, el Ayuntamiento ha informado de que en el último año ha habido 806 incineraciones por 374 enterramientos. La tendencia es clara y la prevalencia de la primera opción no deja de aumentar.

Ángeles, de San Juan del Puerto, porta las flores nuevas para su primo hermano. Ángeles, de San Juan del Puerto, porta las flores nuevas para su primo hermano.

Ángeles, de San Juan del Puerto, porta las flores nuevas para su primo hermano. / Rafa del Barrio (Huelva)

Luci acude al cementerio de la Soledad de vez en cuando, no sólo en estos días, allí va en recuerdo de su esposo a visitar su lápida “porque él quería estar en la tierra, decía que polvo somos y en polvo nos convertiremos”. Le acompañan su hermana Mª Ángeles, que sí prefiere la incineración, y su cuñado Práxedes además de Manuel y Remedios, también de la familia. En el cementerio reposan la madre de ambas y una hermana. “Venimos de vez en cuando y hablamos con ellas, también en casa, y les damos las noticias familiares, como cuando nos nace otro nieto”, cuenta Mª Ángeles, que añade que “sueño mucho con ellas”.

Ángeles vive en San Juan del Puerto, a cuyo camposanto se dirigirá para ver a sus padres junto a su marido después del de la capital. “Nunca dejo de venir, los recuerdo siempre, aquí en Huelva vengo por un primo hermano que murió con 24 años hace más de 30 y a su madre, que era como mía también; al morir su hijo no volvió a salir a la calle pero falleció de covid hace unos meses al ser contagiada por la persona que le ayudaba en casa”.

Jesús Manuel arregla el nicho de su madre como manda la tradición. Jesús Manuel arregla el nicho de su madre como manda la tradición.

Jesús Manuel arregla el nicho de su madre como manda la tradición. / Rafa del Barrio (Huelva)

Jesús Manuel se afana en la limpieza del nicho de su madre, que le falta desde hace siete años. Es cuando se lo ha permitido su trabajo y en los próximos días le tomarán el relevo otros familiares. No quiere que ese recuerdo físico tenga mala apariencia, sin embargo piensa que “la gente aquí se consuela y no es que a mí no me consuele, lo hago por estética, pero sé que algún día la veré”. Cristiano evangélico, afirma que ella “está en el cielo” y respecto a su última voluntad, no parece habérselo planteado demasiado, al fin y al cabo asegura que “el cuerpo da igual, lo que importa es el espíritu”.

El cementerio de la Soledad acoge a personas sin compañía y ensimismados ante el nicho o la lápida de la persona de sus recuerdos y también a grupos como el que forman Loli, Manuela y su hijo Manuel. Ellas también son hermanas y son muchos los familiares de ambas que allí reposan. Aunque por ciertas dificultades físicas no iban desde el verano, Manuela ha llegado a ir todos los días porque le ayuda, “me voy de aquí con tanta paz que vuelvo a mi casa y me quedo dormida”, afirma.

Manuela con su hermana Loli, al fondo, acuden con asiduidad al camposanto de la capital. Manuela con su hermana Loli, al fondo, acuden con asiduidad al camposanto de la capital.

Manuela con su hermana Loli, al fondo, acuden con asiduidad al camposanto de la capital. / Rafa del Barrio (Huelva)

Es la que le proporciona rememorar a sus padres, a varios hermanos y también a su marido y por eso, cuando puede “vengo los días 11 de cada mes”. Por lo que han observado, la tradición en el camposanto onubense se mantiene, “nada más tienes que ver todas las flores nuevas que hay”, apunta. “Pero yo quiero que me incineren porque en el futuro mis hijos... es tontería”, dice Loli.

Desde ayer 31 de octubre hasta mañana 2 de noviembre se ha dispuesto un dispositivo especial de transporte y limpieza en torno al cementerio como cada vez que llega el mes de noviembre. Tras un año para olvidar, la normalidad llega al camposanto, una última morada que también reserva en el Jardín de las Cenizas un espacio para los que tengan la incineración en su última voluntad.

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