La mujer española se ha escapado de las garras de la tradición

Crónicas de otra Huelva

Ponce Bernal elogia en este artículo la valentía de muchas mujeres que buscaban en esos años nuevos horizontes irrumpiendo con fuerza en las profesiones que tradicionalmente desempeñaban los hombres

Sin importancia: De aquí y de allá

Al abrirse el curso académico

Recreación de la época de la Carmen de Mérimée. / H.I.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

11 de marzo 2024 - 05:00

La Introducción

CARMEN SOMOS TODAS

LA NUEVA MUJER TEMPERAMENTAL

Mostró Ponce Bernal en este bello texto conocer muy bien la obra Carmen, la ópera de Bizet inspirada en el texto de Prosper Mérimée. Se refirió a ella para describir el nuevo papel de la mujer en la sociedad. Ya había defendido anteriormente la necesidad de que las tareas domésticas fueran compartidas para alcanzar la armonía en el hogar. Aquí hacía mención a la irrupción de mujeres en trabajos tradicionalmente desarrollados por hombres.

Huelva no destacaba precisamente por su porcentaje de mujeres incorporadas al mundo laboral con respecto al resto del país, según aportan los datos del Censo Electoral de 1933, elaborado por Decreto de 26 de enero de 1932 (200.610 electores) y que recoge mi buen amigo, el doctor Cristóbal García en su obra Modernización política y pervivencias caciquiles. Huelva, 1931 – 1936. En ese censo aparece un 94,45% de mujeres dedicadas a sus labores (la media nacional se situaba en un 90,88%). Del resto, el 0,84% de mujeres que trabajaban fuera de casa lo hacían como sirvientas y una proporción mínima realizaba trabajos de maestras.

Decía en este artículo que reproducimos hoy que la mujer española se había "lanzado audazmente al remolino trepidante del progreso”. Eso le hizo pensar que todas eran Carmen, por el cambio radical que el personaje y la obra introdujeron en la ópera francesa. Describió de este modo a la nueva mujer temperamental y libre en marzo de 1931, a las puertas ya de la II República. Comprobé con su lectura que se había inspirado para escribirlo en Mari Pepa Colomer, la primera española que logró su título de aviadora el 19 de enero de 1931, con solo 18 años de edad.

Si para muchos de aquella generación algunas profesiones o deportes de ocio significaban cosa inútil, para él, el hecho de que las mujeres se estuvieran inclinando por ejercerlos y practicarlos, era símbolo de cambio. Se declaró defensor sin reservas del nuevo papel de la mujer.

Carmen había llegado a las cumbres de su independencia moral por el deporte y el hombre había dejado de ser el Don Juan para ella. Carmen es una mujer libre, que se enamora de quien quiere y hace su deseo. El final es su muerte -a consecuencia de lo que hoy llamamos violencia de género- al no ser entendido ese deseo por el hombre, por la sociedad. Mucho camino quedaba por andar entonces y vemos que aún hoy no están superados los complejos.

La mujer española ha rasgado definitivamente el velo ancestral que la ocultaba a los ojos burlones de Europa y se ha lanzado audazmente al remolino trepidante del progreso. Comenzó adentrándose de puntillas, sutilmente, en el mundo complejo del foro, para después entrar, con todos los honores de su exquisita sensibilidad, a aliviar con su ciencia las carnes torturadas de la clínica y del hospital.

Más tarde, una mujer de rancio abolengo vizcaíno, se lanzaba al fantástico engranaje de la ingeniería en alas del penacho de vapor de una locomotora… Carmen, esa Carmen que aún vive tras absurdas celosías en el espíritu de Europa, se ha escapado de las garras de la tradición.

Recorte del 4 de marzo de 1931. La mujer española. / M.G.

La Carmen de ahora, que ha sido abogado, doctora, ingeniero y gran cerebro de la Banca, busca nuevos horizontes para su actividad. Y ahí tenéis a la señorita que obtiene su título de piloto aviador en Barcelona, mientras otras muchas esperan el turno para rizarles las crestas al viento, atornillándose en él con las potentes hélices de sus aeroplanos y hendiendo el aire enrarecido por la presión absurda de todos los prejuicios.

Carmen ha llegado a las cumbres de su independencia moral por el deporte. El hombre no es ya para ella el Don Juan cínico ni el Escamillo absurdo, sino el camarada de hoy y el compañero de mañana en las actividades de la lucha diaria.

La gran hermandad del deporte y del estudio ha roto los convencionalismos de una época de rejas y velos.

Golf, natación, Universidad, alpinismo, aviación… Algo inútil para los espíritus aherrojados al pasado. Para nosotros, para los que vivimos con el espíritu del día, es el despertar de una generación sana que espera de la mujer toda la delicadeza del espíritu y toda la mentalidad sutil del hombre-tipo del mañana.

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 4-03-1931

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último