Una irlandesa 'cautiva' de Huelva

Rosemary Kelly - Profesora de Inglés

Una irlandesa 'cautiva' de Huelva
Mónica Rosario Ruiz

25 de septiembre 2008 - 01:00

En el año 1978 dejó su Irlanda natal y aterrizó en Huelva. Así comenzaba una historia que se gestó casi por casualidad. Un pulso al destino que iniciaba en Dublín, durante la visita de un grupo de onubenses capitaneado por Fausto Arroyo. La llegada de Rosemary Kelly a la capital onubense se presentaba pasajera. El inicio de una nueva etapa profesional pero nada perenne. Un puesto de trabajo en el centro Nuevas Profesiones, luego en Los Maristas, hasta que poco a poco se vio involucrada en una ciudad, una cultura y una sociedad muy diferente a la suya pero que parecía agarrarla.

Sin embargo, y pese a todo, la idea de quedarse aquí toda la vida no se le pasaba por la cabeza ella veía su futuro junto a los suyos, en su tierra y con su gente.

Pero como el destino no sabe, ni conoce de melancolía, raíces ni patria, a Rosemary se le estaba rodeando una vida diferente a la que había soñado. Atractiva pero distinta. Huelva era un ciudad acogedora, y poco a poco se fue embaucando en su cultura y con se gente, de tal forma que empezó a diseñarse su futuro. En el año 1982 cogió la academia Onoba y cuatro años más tarde optó por quedarse y montar su empresa, Onoba Idiomas.

Fueron años de mucho trabajo pero en el que nunca le faltó tiempo para darle un hueco preferente a una de sus grandes pasiones: la ópera. Rosemary tiene muy gratos recuerdos de esa época en la quería conocerlo y abarcarlo todo. Llegando incluso a sentir la necesidad de sentirse un poco onubense. Colaboró con el Teatro Lírico de Huelva, se introdujo en la cultura del carnaval, quiso sentir el Rocío, pero de todos esos descubrimientos se quedó con la Semana Santa, y se introdujo en ella como hermana de Pasión.

Si perder ni un ápice de sus raíces anglosajona, aunque 'cautiva' de Huelva, se escapa a su tierra cada vez que puede.

De carácter entrañable y amiga íntegra de sus amigos, Rosemary Kelly ha sabido hacerse un hueco en su ciudad adoptiva.

Aquí está su vida y un trabajo que durante los meses de invierno le ocupa casi la totalidad del día. Aunque siempre le sobra tiempo para dar un paseo al amanecer, y leer, "si es posible en inglés"...Son los meses de veranos los que dedica a relajarse y a organizar su mente".

A punto de cumplir tres décadas desde que llegara a Huelva esta mujer de sonrisa permanente puede decir con orgullo que treinta años no es nada.

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