Gente Inteligente

Cómo generar nuestras propias anclas mentales para vivir mejor

  • Conocer qué son los anclajes emocionales y cómo ponerlos de nuestra parte es toda una estrategia para cuidarnos y desarrollar nuestra inteligencia emocional

Cómo generar nuestras propias anclas mentales para vivir mejor.

¿Qué le evoca la lluvia a usted? A mí, hasta no hace mucho, sensaciones de malestar y ahogo. Ahora ya no. Cuando llueve y veo en los cristales esas gotas mágicas que se alimentan incesantemente unas a otras, me siento reconfortada. Pero este cambio no ha sido fortuito, me lo he tenido que ‘currar’. He conseguido romper, con cierta insistencia consciente, una asociación mental inconsciente entre la lluvia y un estado de ánimo que no me apoyaba nada. Lo que hice fue generarme una nueva ancla emocional para impedir que la lluvia siguiera boicoteando mis ganas de hacer planes.

¿Se ha parado usted alguna vez a identificar sus propias asociaciones emocionales? ¿Sabe el origen de esos estados de ánimo que no le vienen bien? Quizás no se dé cuenta, pero un olor, un sonido, un tacto, una imagen, - incluso si no son del todo conscientes-, son capaces de reproducirle un estado emocional anclado en su memoria a ese olor, ese sonido, ese tacto o esa imagen que ahora se lo evoca.

Son anclajes mentales o anclas emocionales. Se crean cuando asociamos las sensaciones que percibimos por nuestros sentidos a nuestros estados de ánimo, nuestros pensamientos y nuestras reacciones. Es la forma natural de proceder de nuestra mente. Así aprendemos, y así nos volvemos muy eficaces prediciendo desenlaces para adaptarnos lo más rápidamente posible a las distintas situaciones que vivimos.

Anclas que impulsan y anclas que hunden

A veces se forman porque hay un estímulo concreto que nos provoca siempre la misma reacción y que experimentamos muchas veces. Le cuento algunos míos: el olor de la colonia de mi abuela, el tacto de la manta de mi hijo cuando era bebé, el sabor de la carne con tomate de mi madre, el silbido de mi padre… Mi mente ha creado una asociación causa-efecto entre esos estímulos y las sensaciones que me provocaron y me siguen provocando ahora.

El vínculo entre el estímulo y la sensación es más fuerte y más difícil de romper cuanto más frecuentemente lo vivimos o cuanto más intensa es la experiencia que lo genera. Por ejemplo, sólo hizo falta un par de minutos para anclar el tema Every breath you take de Sting, y, cada vez suena, yo recuerdo a alguien muy concreto con una sensación muy concreta también.

Tenemos muchísimos anclajes emocionales. Algunos son positivos, porque nos impulsan. Otros, neutros. Todos son más o menos agradables. Pero hay anclajes que funcionan como limitándonos e impidiéndonos avanzar o tener la actitud que queremos en cada momento. Eso me hacía a mí la lluvia.

Quizás muchas personas compartamos ese anclaje negativo con la lluvia. Podría ser porque en la infancia vivíamos los días lluviosos como días de prohibiciones y de quedarnos en casa sin salir, con todo lo que eso implicaba. Ahora las nuevas generaciones, que no han vivido eso de tener sólo dos canales de televisión, puede que no lo entiendan, pero que lloviera y tener que quedarnos en casa reducía severamente las posibilidades. Además, en mi caso, el anclaje negativo de la infancia se hizo más grave cuando en el invierno de 1995 tuve que cubrir como periodista decenas de desastres provocados por la intensa y persistente lluvia con la que acababan cuatro años de sequía. Todo se inundaba. Las tormentas y las escorrentías provocaban verdaderos estragos. Era oír que empezaba a llover y sentir hasta un poco de ansiedad.

Con el tiempo, esa sensación se diluyó mucho, pero se mantuvo algo: cuando llovía yo no veía bien hacer ningún tipo de plan. Tomé conciencia de que la lluvia me estaba limitando. Así que me puse manos a la obra.

Cómo generar nuevos anclajes emocionales

Para romper un anclaje mental que no nos gusta, lo mejor es crear otro anclaje que se superponga y bloquee el que tenemos identificado y queremos cambiar. Es fácil porque eso es justamente lo que hace la mente de forma natural, la diferencia es que ahora lo vamos a hacer conscientemente.

Yo quería bloquear la sensación que me provocaba la lluvia, así que me busqué otro estímulo que me generara lo contrario: María Jiménez y su tema “Se acabó”. Esa canción ya la tenía yo asociada a momentos de buen rollo. Así, durante un tiempo, cada vez que llovía, me ponía el tema de María Jiménez. En el coche funcionaba genial, porque lo cantaba a voz a en grito con ella. Con el tiempo ya sólo me bastaba con tararearla yo misma. Ahora, la lluvia me recuerda que “se acabó” y que hay que vivir la vida.

También puede crearse usted anclajes nuevos. Generar como pequeños interruptores para traerle esa sensación que echa de menos o necesita. Por ejemplo, la calma, la serenidad, la seguridad… Para crear su interruptor, dedíquese un rato y siga estas breves instrucciones.

Recuerde un momento de su vida en el que sintió esa calma, esa serenidad o esa seguridad que quiere anclar. Vaya con su mente a ese recuerdo. Revívalo lo más intensamente que pueda. Tómese su tiempo. La mente no diferencia entre la realidad y algo imaginado o recordado vívidamente. Cuando tenga usted la sensación del recuerdo muy presente, como si estuviera allí de nuevo, apriete la yema de uno de sus dedos durante un rato. Repita esta operación dos o tres veces más, hasta que simplemente presionando su dedo experimente un poco de esa sensación que necesita. Cuanto más use su interruptor, más le funcionará. No pierde nada por probar.

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