El fiscal cree que contra Medina hay una "auténtica cadena de pruebas"
Mora destaca la alevosía con la que actuó el atacante, que cogió por sorpresa a María y Miguel Ángel para que no pudieran defenderse
El acusado reitera su inocencia y reclama justicia
La última sesión del juicio por el doble crimen del Almonte celebrada ayer en la Audiencia Provincial de Huelva, en la que las partes exhibieron ante el tribunal del jurado sus informes plagados de argumentos para acusar o defender al presunto autor de los luctuosos hechos acontecidos en la avenida de los Reyes el 27 de abril de 2013, Francisco Javier Medina, fue intensa, extenuante, hasta emocionante en diversos tramos.
Uno de los instantes más sobrecogedores fue el del alegato final. Medina hizo uso del turno de la última palabra con la voz entrecortada, sollozando y con un aluvión de lágrimas resbalándole por las mejillas que conmovió a sus familiares en la bancada: "Reitero mi inocencia. No soy el autor de los hechos. Quiero que se haga justicia por mi bien y para que se coja al verdadero asesino de Miguel Ángel y María. Tan sólo pido eso, justicia", declaró para poner el punto y final a casi un mes de vista oral.
El fiscal del caso, Pablo Mora, intervino el primero e interesó al jurado la emisión de un veredicto de culpabilidad. Entiende que existe "una auténtica cadena de pruebas que señalan a Medina como culpable", por lo que a su juicio ha quedado desvirtuado su derecho a la presunción de inocencia.
El representante del Ministerio Público recordó a los miembros del tribunal su imparcialidad en el asunto, así como la de los peritos del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses que elaboraron los informes en los que se ponía de manifiesto el hallazgo del ADN del acusado en tres toallas de los dos cuartos de baño de la vivienda donde se cometieron los brutales asesinatos de la pequeña María y de su padre, Miguel Ángel Domínguez. "Por lógica y sentido común" la transferencia de las células del presunto autor de los hechos al tejido de las toallas "fue directa", señalando Mora que "se lavó o secó las manos, la cara u otra parte de su cuerpo" en ellas.
Como primer argumento para defender esta hipótesis que también pone en primer plano Toxicología, el fiscal esgrimió el hecho de que aparecieran huellas de sangre mezcladas con agua en ambos baños; el segundo, que uno de los vecinos del piso aledaño "escuchó ruido de agua" tras la comisión de los hechos; el tercero, que la propia Marianela Olmedo indicó que antes de dejar la vivienda conyugal el 8 de abril -19 días antes de los asesinatos- lavó toallas y sábanas con lejía y quitagrasas, un testimonio que Pablo Mora considera "coherente y creíble" y al que la madre y mujer de las víctimas añadió que las prendas de la niña las lavaba por separado, caso de una de las toallas en las que finalmente apareció ADN del procesado.
El fiscal se opuso a la "hipótesis sorpresiva" planteada por el perito de la defensa José Antonio Lorente, prestigioso genetista que defendió que la transferencia del ADN se pudo producir en la lavadora, después de que Marianela Olmedo presuntamente hubiera mezclado sus prendas con el resto de las de la casa, algo que ella desmintió. De ser así, señaló Mora, "tendría que haber aparecido ADN del acusado también en otras toallas, sábanas y colchas", al tiempo que recordó que Toxicología no encontró en la toallas de la discordia "ni saliva ni semen ni pelos". Ni de Medina ni de nadie más.
El Ministerio Público se centró después en lo que definió como declaraciones "contradictorias, confusas y cambiantes" de la exnovia de Fran Medina, Raquel Granado, y la madre de ésta en lo que entendió como una estrategia para forzar una coartada en favor del acusado. "Raquel es la única compañera que lo vio salir y se ha producido un cambio total en su declaración", destacó.
En cambio, dijo, existe "un coro unísono de voces, de testigos imparciales" que no vieron a Medina en su lugar de trabajo después de las 21:01, cuando lo graban por última vez las cámaras del supermercado, y las 22:09, cuando Marianela Olmedo lo divisó ya fuera de las instalaciones mientras habla con él por teléfono. Aquí aludió a los testimonios de los dos caballistas que vieron al acusado en la calle Feria cuando todavía era de día, momento que el fiscal y los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ubican después de las 21:00 por la relación de llamadas telefónicas que realizaron.
Mora considera que el móvil del crimen fue pasional y que el asesino "acabó con María para que no lo delatara" y que Miguel Ángel, hombre de reputación intachable, "era el principal objetivo", lo que se expresa en "la rabia y el odio" de las puñaladas que recibió de forma sorpresiva. "Lo hizo con alevosía, porque desapareció toda posibilidad de defensa". Agregó el fiscal que "asestó 49 puñaladas a Miguel Ángel y 105 a María, lo que indica una crueldad y violencia desmedidas".
Relató además que los vecinos escucharon discutir a dos hombres "que se conocían" y con acento almonteño, que los celos de Medina desaparecieron tras los hechos y que éste tenía acceso al juego de llaves de Marianela para entrar al piso.
El representante de la acusación pública emocionó a la sala rindiendo un homenaje a las víctimas: "Miguel Ángel era un padre de familia, trabajador, una excelente persona sin enemigos; María, una brava y noble almonteña que no dejó a su padre en la estacada", en alusión a que la niña fue a por un cuchillo para defenderse en lugar de abandonar el domicilio.
En la misma línea que la Fiscalía se mantuvieron ayer las acusaciones particulares, ejercidas por los letrados Gustavo Arduán e Inmaculada Torres. El primero añadió que se trató de un crimen "premeditado y bien organizado" y atacó directamente a la línea de flotación de la coartada de Francisco Javier Medina armando el puzzle de horarios y testigos que dicen haberlo visto fuera del supermercado en el que debía estar trabajando en los instantes en los que, al parecer, sucedieron los asesinatos de María y Miguel Ángel Domínguez aquel 27 de abril de 2013, entre las 21:52 y las 21:02, según la Guardia Civil.
Torres, por su parte, incidió en la idea de Marianela Olmedo como mujer maltratada por su entonces amante, el inculpado, indicando que la finalidad de los crímenes fue "su control y su sometimiento, en un claro caso de violencia extensiva en el que no la ha agredido a ella pero sí se ha quitado a los obstáculos", que eran, a su parecer, padre e hija.
Con el punto y final de la vista oral se dio paso ayer tarde a la confección del objeto del veredicto, el cuestionario al que tendrán que responder los miembros del jurado para llegar al fallo definitivo. Para que sea condenatorio son necesarios un mínimo de siete votos en favor de la culpabilidad; para que Medina sea declarado no culpable bastarían con cinco de los nueve jurados titulares a favor. Se prevé que el asunto se dilucide en las próximas horas.
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