Unos exvotos con corazón rociero

El Museo Tesoro de la Hermandad Matriz de Almonte acoge la exposición Exvotos de Nuestra Señora del Rocío, en la que se recoge más de un centenar de estas piezas que ejercen de notarios de favores concedidos por la bendita imagen almonteña. La exposición, que permanecerá hasta el próximo mes de octubre en los triforios de la ermita marismeña, muestra enseres de enorme calibre artístico e histórico de estas "expresiones populares de fe".

Manuel Galán, director del Museo, explicó que éste es el caso de una campana de la antigua ermita, que fue regalada por Luis Felipe, duque de Orleans, tras su expedición por el Ártico en 1905. Así queda tatuada en la campana, en la que figura un grabado que perpetúa cómo el noble se encomendó a la intervención de la Virgen del Rocío.

De este viaje por el glaciar también quedó constancia material por el regalo de la madre del duque de Montpensier, réplica de la corbeta Bélgica en la que se materializó la singladura transoceánica. El texto grabado recoge su agradecimiento a Nuestra Señora del Rocío por parte del noble durante su expedición marina. Durante los siglos XVII y XVIII no era extraño que muchas embarcaciones llevasen el nombre de la Virgen del Rocío, como es el caso del navío homónimo que completaba el viaje que unía España con las Indias.

La muestra no sólo recoge los regalos más magnánimos por parte de la nobleza, sino también el de personas humildes que quisieron, de algún modo, agradecer la intercesión o favores recibidos por la imagen almonteña. De esta manera, Galán explica que podemos ver enseres de todo tipo de materiales desde cera, madera, plata, tablas o lienzos de gran ejecución artística.

Uno de los reclamos de la muestra lo conforman los corazones de plata que, prendidos de su saya, luce en ocasiones importantes la Santísima Virgen, tanto en su vestido de Reina y su corona de ráfagas, como cuando va ataviada de pastora para trasladarse al municipio de Almonte, donde regresa a hombros de sus hijos cada siete años.

A través de sus vitrinas podemos disfrutar de estos importantes trabajos de orfebrería, alguno de los cuales datan de 1897. De esta amalgama de piezas fundidas con el preciado metal encontramos algunos donados por personajes tan ilustres como el de la familia del infante don Carlos de Borbón en 1936; o el de José Sebastián y Bandarán, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. Todos estos corazones destacan por una cuidada ejecución artística, dos de ellos datan de 1912 y reclaman nuestra mirada por unas generosas dimensiones que llegan a alcanzar los 20 centímetros de altura.

En cuanto a exvotos pictóricos Manuel Galán destaca algunos como el donado por el torero Rafael el Gallo; otro de un ciudadano de Alcalá de Guadaíra de 1856, lo que refrenda la devoción que suscitaba la Virgen del Rocío en aquellas fechas y aun cuando el municipio no pasó a ser filial hasta 1983. Igualmente, el director del Museo hace mención especial al donado por la almonteña Juana Cruz Coronel en 1949, de ella y su hermana. Ambas protagonistas "viven manteniendo intacta su devoción hacia La Señora".