Expertos alertan de que la mitad de los casos de VIH se detectan tarde: "Una diabetes puede ser más peligrosa que un VIH controlado"

El hospital Infanta Elena tiene en seguimiento a medio millar de pacientes con el virus de la inmunodeficiencia humana

El centro hospitalario triplica en poco más de un año el número de pacientes que pasan de la pastilla diaria a un tratamiento inyectable bimensual

En un contexto en el que aumenta el arsenal terapéutico para un buen control de la enfermedad, el estigma y lo silenciosa que es la patología retrasan el diagnóstico

Cómo es vivir con VIH hoy: la historia de dos personas de Huelva a las que todavía les duele el estigma

Profesionales sanitarios de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del hospital Infanta Elena.
Profesionales sanitarios de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del hospital Infanta Elena. / M. G.

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), lejos de aquellos años en los que suponía un grave riesgo para la vida, es hoy una enfermedad controlable gracias a los avances terapéuticos, pero el diagnóstico todavía llega tarde en muchos casos. Así lo expone a este periódico la médico de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del hospital Infanta Elena, Gloria Rojano, quien contabiliza en torno a medio millar de pacientes en seguimiento en el centro hospitalario onubense. Mientras los progresos médicos han transformado la patología -de tratamientos tóxicos con efectos devastadores para el ser humano a una simple pastilla diaria o incluso una inyección bimensual-, el estigma y el silencio continúan retrasando el diagnóstico; hasta el punto de que la mitad de los casos son detectados de forma tardía, cuando el sistema inmunitario está ya gravemente deteriorado. Y la clave, según los especialistas, pasa por diagnosticar antes para vivir mejor.

Rojano, en el marco del Día Mundial del VIH -se celebra este lunes 1 de diciembre-, destaca el cambio "drástico" en el abordaje de la enfermedad en los últimos treinta años. "De ser una enfermedad mortal sin ningún tipo de tratamiento, pasamos a los primeros avances terapéuticos en los 90 y principios de los 2000, muy tóxicos y con muchísimos efectos secundarios que, en bastantes casos, tenían que interrumpirse porque no había un buen control del virus". Seguidamente, prosigue, "entre comienzos de siglo y 2010, vivimos un cambio de paradigma total, y aparecieron nuevos fármacos, de triple terapia, muy eficaces y sin apenas complicaciones". Y ahora, concluye, "estamos ante otro cambio de paradigma: el de los fármacos inyectables".

Gloria Rojano, médico de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Infanta Elena.
Gloria Rojano, médico de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Infanta Elena. / M. G.

Al respecto, la especialista explica que actualmente hay pacientes que han pasado de tomar una pastilla diaria a tener un tratamiento inyectable cada dos meses. Por entender la evolución de esta opción terapéutica en el hospital Infanta Elena, cabe destacar que algo más de medio centenar de pacientes, de los en torno a 500 que están en seguimiento, siguen un tratamiento inyectable. "Es más del triple en cuestión de un año, hace año y medio apenas teníamos una quincena", sostiene la médico sobre este tratamiento intramuscular.

Esta opción no viene dada porque el paciente siga un curso desfavorable de su enfermedad. Obedece más a una cuestión de comodidad que a un mal pronóstico. "Ayuda emocionalmente al paciente porque, al no ser ya una pastilla diaria, no te acuerdas todos los días de que padeces la enfermedad, pues la inyección es una vez cada dos semanas", sostiene Gloria Rojano, que añade que "este tratamiento también evita momentos incómodos para el paciente si alguna persona le ve tomando la pastilla y le pregunta para qué es o, si por ejemplo, tiene que acordarse siempre de ella cuando se va de viaje". Eso sí, advierte, requiere que el paciente sea adherente, "porque tiene que venir religiosamente cada dos meses".

En relación a los tratamientos más comunes, la doctora Rojano rescata el impulso de la triple terapia, que data de, aproximadamente, 2006. "Impulsamos el triple tratamiento porque se demostró que si tratas el virus con un solo fármaco, éste puede mutar, hacer resistencia y descontrolarse", explica, al tiempo que sostiene que "actualmente tratamos con tres o dos fármacos, aunque es más común esta última opción", si bien depende del paciente. "No quiere decir que sean diferentes pastillas -actualmente la opción más habitual, por delante de los inyectables-, sino que los fármacos vienen comprimidos en esa pastilla diaria que, si se toma diariamente, aporta un buen pronóstico de la enfermedad".

El doctor Carlos Armada, junto a dos compañeras de Enfermería, todos miembros de Unidad de Enfermedades Infecciosas.
El doctor Carlos Armada, junto a dos compañeras de Enfermería, todos miembros de Unidad de Enfermedades Infecciosas. / M. G.

Los avances logrados en los últimos años dan al paciente la oportunidad de tener la enfermedad muy controlada. Sin embargo, de ello depende en gran medida un diagnóstico temprano porque, de detectarse de forma tardía, se corre el peligro de que las defensas se destruyan y el paciente nunca llegue a recuperar correctamente los linfocitos, las células del sistema inmunitario que combaten las infecciones. En este sentido, Rojano apunta que en torno al 50% de los pacientes tienen un diagnóstico tardío de la enfermedad, lo que "cambia por completo su pronóstico".

Es un retaso que viene dado por dos motivos. Primeramente, porque "es una infección muy silenciosa, con un cuadro que puede pasar desapercibido, y ello redunda en que las personas no se hacen pruebas"; y en segundo lugar por el estigma existente todavía, "pues hay pacientes que prefieren no pensar en el riesgo y que posponen las pruebas de diagnóstico", pero "queremos insistir en la importancia de controlar bien el VIH". De hecho, sentencia, "una diabetes puede ser más peligrosa que un VIH bien controlado".

En lo que se refiere al cuadro de la infección aguda por VIH, Gloria Rojano señala que "es similar al de una gripe, con fiebre o malestar durante un tiempo más o menos prolongado", pero "como luego desaparece y la persona no vuelve a notar nada durante meses, no somos conscientes". Es entonces cuando, señala, "el virus va disminuyendo poco a poco los linfocitos y, cuando están muy bajos, aparecen las infecciones oportunistas, como candidiasis orales por repetición, infecciones por bacterias atípicas o por parásitos poco frecuentes en personas inmunocompetentes".

Pruebas en el laboratorio del hospital Infanta Elena.
Pruebas en el laboratorio del hospital Infanta Elena. / M. G.

Además del arsenal terapéutico para lograr un buen curso de la enfermedad cuando se padece, existe la PPrEP (profilaxis preexposición), "una pastilla diaria que evita el contagio". Es un tratamiento que inician "aquellos pacientes con alto riesgo de tener VIH", explica la especialista, que pone de manifiesto que "esta opción requiere de controles periódicos porque puede afectar a ciertos aspectos como, por ejemplo, la función renal". Asimismo, puntualiza, "protege del VIH, pero no de otras enfermedades de transmisión sexual".

A su vez, también el propio hospital Infanta Elena cuenta con protocolos de diagnóstico precoz, como es el caso de Urgencias. "Hay pacientes con ciertos cuadros, como neumonías atípicas en jóvenes, a los que les requerimos solicitar las pruebas para el VIH", apunta Rojano. "Pedimos consentimiento y, de salir positivo, derivamos a Infecciosos".

Cuestionada acerca del perfil más habitual, la especialista concluye que es el del hombre que realiza prácticas sexuales sin protección con otros hombres, "por un mayor riesgo en las prácticas de sexo anal receptivo". Al igual que también es un factor de riesgo el chemsex -consumo de drogas recreativas durante las relaciones-.

Los últimos datos recogidos por la Junta de Andalucía, que datan de hace justo un año, apuntan a poco más de 500 nuevas infecciones por VIH en todo 2023 en la comundiad autónoma, 43 menos que un año antes. El 84% de los casos declarados fueron hombres, siendo la medida de edad de 36 años, mientras que en las mujeres fue de 41.

En un contexto en el que los tratamientos permiten llevar una vida plenamente normalizada, los especialistas recuerdan que el verdadero desafío está en vencer la barrera del silencio. La prevención, el diagnóstico temprano y la información siguen siendo las herramientas más eficaces para frenar una infección que, pese a los avances alcanzados, continúa ligada a miedos y estigmas del pasado. Mientras las cifras evidencian que el VIH mantiene una presencia constante en Andalucía, especialistas como Gloria Rojano insisten en mirar hacia adelante: aprovechar los recursos disponibles, reforzar la educación sexual y derribar prejuicios para que ningún paciente llegue tarde a un diagnóstico que, a día de hoy, marca la diferencia entre convivir con el virus o enfrentarse a sus complicaciones más graves.

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