El cine Terraza Palacio (I)

Historia menuda

En los años cincuenta y sesenta del siglo XX una de las inversiones más seguras era el cine l El cine Terraza Palacio fue un eslabón más de la voluntad de Sánchez Ramade

Fachada del Cine Terraza Palacio.
A. J. Martínez Navarro

22 de septiembre 2008 - 01:00

EL cine Terraza Palacio fue un signo elocuente de los años sesenta del siglo pasado y de aquella época -étapa idónea para los que querían divertirse y sus posibilidades económicas les permitían hacer realidad esta aspiración- y porque fue un eslabón más de la voluntad de un hombre que de la nada, a base de inteligencia, sacrificios y tesón, supo crear un imperio económico: Sánchez Ramade.

En los años cincuenta y sesenta del siglo XX una de las inversiones más seguras era el cine. Todavía no existían los coches en número tan elevado, como ocurriría décadas más tarde, y los ciudadanos se conformaban con reservar las entradas de algunos de los numerosos cines que se asentaban en nuestra ciudad. En la fecha canicular, aumentaban considerablemente el número de locales cinematográficos con la apertura de cines de verano en los diversos barrios huelvanos (Viaplana, Isla Chica, Miramar, Jardín Cinema…). El Terraza Palacio se alojaba en un espléndido edificio de planta baja que, para su función como cine de verano, reunía inmejorables condiciones, a las que había que añadir la ventaja de su emplazamiento en la antigua calle General Mola, número 16 (actual Plus Ultra). En este sentido, ocupaba el espacio que más tarde tuvo la prestigiosa firma Arcos Centro Comercial, con la pantalla que detrás tenía la calle José Nogales y, a la izquierda, el ambigú.

Aparentemente nada había en la fachada que pudiera llamar la atención del transeúnte o visitante, que, no obstante, no la calificaba de fea.

El arquitecto, José Miguel Rodríguez Cordero, se encontró con un solar, de forma rectangular ("con un fondo de 45,50 metros y una longitud media de 12,50, ascendiendo en su superficie a 550 m/m"), procedente de la demolición de una finca, que conservaba sus medianerías laterales en perfecto estado, por ser los edificios colindantes (Unión y el Fénix y Telefónica) de reciente y sólida construcción. Así, que la obra que tuvo que realizar para transformarla en cine fue mínima: se redujo a una crujía de fachada y un muro de pantalla. "La crujía de la fachada se construyó en la planta baja en toda la anchura de la fachada (de 15 metros) por tres metros de fondo para cobijar los servicios de aseos y taquillas y para soportar la cabina que se construyó centrada en la segunda planta". En la segunda planta se levantaron, arrogantes, dos pequeñas pérgolas laterales a la cabina, para que las enredaderas le diera dignidad al edificio que tan privilegiado emplazamiento tenía. La composición de la fachada se enmarcó mediante dos pilastrones de ladrillos cerámicos, avitolados, que flanquearon los tres huecos de las puertas, que fueron rematados por una visera con un rótulo luminoso que anunciaba el Cine y que estaba coronada por un gran ventanal formado por paneles de hormigón, tipo 'sach'. La cornisa era tan sencilla que no tenía pretensiones de alcanzar la belleza, estaba rematada de hormigón. El paramento estaba enlucido de cemento y pinturas de colores vivos. Los laterales de la fachada eran lisos para fijar la cartelera. El citado arquitecto, contó con la colaboración del aparejador José María González Azcona. Y vamos a detallar el interior del cine: La pantalla se construyó de tabiques dobles a la capuchina sobre la medianería que el arquitecto encontró. En la parte baja situó pilastras laterales a las que acopló contrafuertes de tabique con la finalidad de que formaran nervios decorativos. En la parte superior de las pilastras se observaban nichos para colocar los altavoces. La pantalla se reflectó, formando embocadura con una doble hilera de tabique con 40 centímetros de vuelo. Para darle un mayor realce al edificio, el original arquitecto construyó una jardinera o arriate pasamental.

El espectador que se disponía a ver la película de turno, se encontraba con un patio inmenso (capaz para albergar 756 sillas) que poseía una rasante adecuada y un pavimento arenado con albero y tres pasillos longitudinales suficientes para la cómoda circulación del público. Como los precios que tenía que pagarse en taquilla eran muy baratos, al finalizar cada verano, la saga de los Sánchez Ramade se frotaba las manos de satisfacción por el éxito obtenido de asistencia de público lo que conllevaba muy buenos dividendos.

En el Legajo, del Archivo Municipal de Huelva, 231, número 1.275, conocemos que el presupuesto que tuvo que abonar Eugenio Sánchez Ramade ascendió aproximadamente a 60.000 pesetas.

Un anuncio inserto en las páginas del diario 'Odiel' del 21 de julio de 1960, anunciaba su inauguración: "Hoy, a las nueve de la noche, inauguración de este suntuoso local de verano con el estreno de un film apasionante: 'Hércules'. Steve Reeves, Silvia Koscina y Gianna María Canales. Son valederas las mismas invitaciones que para el Palacio del Cine".

Efectivamente. La Empresa Sánchez Ramade también explotaba el 'Palacio del Cine', que se ubicaba en la calle Béjar.

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