Huelva

Un cercado de cepas para celebrar las vísperas en la octava de su festividad

  • Al poco de nombrarse Patrona, se instituye en Huelva una fundación por Julián Pinedo.

En el siglo XVIII, cuando se nombra a la Inmaculada Concepción Patrona de España, la Cofradía de la Concepción instituida en la parroquia del mismo, nombre venía celebrando cultos solemne a su titular.

Así se conoce por documentos eclesiásticos que en 1714 hablan de la existencia de un olivar propio de cuya venta de aceite hacía posible los cultos. Además contaban entre sus ingresos con las limosnas y la rifa de diferentes juguetes, además de lo recaudado por la existencia de hermanos. Los cultos "se distribuyen en una fiesta con su octava y toda solemnidad el día de la titular". Entre los gastos se especifican los de la "cera para dicha fiesta, música, sermones y fuegos". Además la cofradía celebra "misas cantadas y rezadas que cumplen por personas que dejaron renta para ello", así como "honras que se celebran por los hermanos que mueren y misas que se celebran por sus almas", además se incluyen como gastos los propios "para adorno de la imagen", que era la que presidía el altar de la iglesia parroquial.

En esta centuria importante para la devoción inmaculista en España, hay que destacar igualmente la celebración de los cultos a la Inmaculada Concepción, fruto de la devoción de los fieles. Como es el caso de la fundación que realiza por testamento Julián Pinedo y Esquivel, que se haría efectiva tras la muerte de Dionisia Pinedo y Felipa de Acosta.

Deja a la fábrica de la parroquia de la Concepción veinte mil cepas y algunos árboles frutales con la obligación de una fiesta con vísperas, tercias, misa y sermón a la Pureza de la Virgen en uno de los días de su octava. La fundación se realiza en el testamento de 1767, sólo unos años después del nombramiento de la Inmaculada como Patrona de España y, por tanto, en plena efervescencia inmaculista. Es el mayordomo de la fábrica de la Concepción el que se habrá de encargar de hacer efectiva la manda para con sus réditos pagar la mencionada función, mientras que el superávit, por deseos del fundador, queda a beneficio de la parroquia. Así lo solicita Bernabé Arroyo, presbítero mayordomo de la fábrica de Nuestra Señora de la Concepción de la villa de Huelva, lo que se tramita en 1790, existiendo de ello documentación en los archivos eclesiásticos.

En su testamento, Julián Pinedo y Esquivel deja como voluntad sobre el cercado de viña y arboleda que tenía en propiedad "la obligación de una memoria perpetua que desde ahora instituyo y fundo sobre el dicho cercado de una misa canta con vísperas tercias y sermón en cada año para siempre jamás que deberá decirse en uno de los días de la octava que la Hermandad de Nuestra Señora de la Concepción titular en su parroquia de esta villa celebra con la presencia de Nuestro Señor Sacramentado para cuya fundación señalo la cantidad de trescientos cincuenta y seis reales de vellón".

Estos se distribuían de la siguiente forma: a beneficio de capellanes y demás ministro que asistían a la fiesta, 100 reales por el sermón; 75 para el gasto de cera; 76 para el de fuegos (se supone serían las luminarias), y 115 para el "refresco al predicador". Quedando "la demás utilidad del valor de dicho cercado" a beneficio de la fábrica, señalando que es "por el cuidado que ha de tener el mayordomo que es o fuere de que inviolablemente se cumpla esta fundación".

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