A la caza de los terroristas

El cerco se estrecha sobre los hermanos Kouachi al noreste de París El duelo en la capital francesa es sacudido por el miedo a nuevos atentados con el asesinato de una Policía municipal 1.000.000

Enrique Rubio (Efe) París

09 de enero 2015 - 01:00

Francia lanzó ayer una operación sin precedentes en busca de los hermanos Kouachi, sospechosos de haber perpetrado la masacre en el semanario Charlie Hebdo, movilización que no evitó que el terrorismo se cobrase una nueva víctima mortal, una policía municipal que fue tiroteada al sur de París.

Todavía en estado de conmoción por el asesinato de doce personas en el ataque contra la revista satírica, los franceses tratan de recomponerse y, sobre todo, de acabar lo antes posible con la amenaza de los terroristas que continúan sueltos.

Said y Cherif Kouachi, acusados por el Ministerio del Interior de ser los autores del peor atentado en suelo francés en medio siglo, fueron identificados ayer en una gasolinera que atracaron en las proximidades de Villers Cotterêts, en la región de Picardía, al noreste de París. Las fuerzas de seguridad extendieron el nivel de alerta máxima a esa región, y centraron allí su búsqueda, apoyadas por militares y desde el aire por helicópteros.

Los dos hermanos son viejos conocidos de la Policía francesa, pero habían logrado no disparar la alarma sobre sus supuestas intenciones criminales.

Cherif Kouachi, de 32 años y hermano menor de Said, de 34 años, tiene el historial delictivo más nutrido y ya había pasado por prisión por sus vínculos con redes yihadistas en París de captación de combatientes para Iraq.

Mientras que Said sólo aparece en los documentos policiales de forma periférica, Cherif fue condenado en 2008 a tres años de cárcel -la mitad exentos de cumplimiento- por participar en la llamada red de Buttes Chaumont, nombre de un parque en el noreste de París, que reclutaba a jóvenes marginales para la causa fundamentalista.

En 2005, le llegó a él mismo el momento de viajar a Siria para entrar ilegalmente en Iraq y unirse a la yihad. Capturado justo antes de embarcar hacia Damasco, el pequeño de los Kouachi era entonces repartidor de pizzas.

Nacidos en el distrito X de París, huérfanos desde su infancia y criados en un hospicio en Rennes, los hermanos presentaban un perfil de golfos de poca monta, jóvenes sin apenas oficio ni beneficio que un día se sintieron atraídos por el discurso radical.

Un oscuro imán, Farid Benyettou, que predicaba en la mezquita Al Dawa del barrio de Stalingrad en ese mismo distrito, atrajo a Kouachi, como a muchos otros jóvenes, a su visión fundamentalista del islam.

Los chicos, recordaba el diario Le Monde en un artículo publicado en 2008, rápidamente dejaban de fumar, detenían sus trapicheos y acababan viajando, de forma escalonada, a Iraq.

Como explica su letrado, "la redes terroristas actúan como las sectas. Buscan gente de una psicología débil y desarraigados, y ese era el caso de Cherif entonces. Pero no noté una evolución hacia el fanatismo religioso durante su reclusión".

¿Es aquel Cherif la misma persona que aparece en los vídeos caseros grabados ayer rematando en el suelo a un policía herido con una sangre fría pasmosa? A su abogado le cuesta creerlo.

"El casi niño que conocí no encaja con la profesionalidad en el asesinato que muestran las imágenes", consideró.

Más de 88.000 efectivos han sido movilizados en todo el país, anunció Cazeneuve en una comparecencia ante la prensa, en la que afirmó que nueve personas han sido detenidas hasta ahora en relación con el caso.

Cuando los franceses todavía lloraban a sus muertos del semanario Charlie Hebdo, el terrorismo volvió a hacerse presente con el asesinato de una policía municipal tiroteada ayer por un desconocido que portaba un chaleco antibalas, cerca de la Puerta de Châtillon, en el sur de París.

Aunque Cazeneuve insistió en que todavía no se ha hallado ningún vínculo entre la masacre de ayer y el atentado de ayer, en el que otro policía resultó herido de gravedad, las autoridades sí lo han considerado como una "acción terrorista".

A mediodía, la nación guardó un minuto de silencio, sólo roto por el tañido de las campanas de la catedral de Notre Dame. Ya de noche, otro emblema nacional, la Torre Eiffel, se unió al dolor apagando las luces que la iluminan.

Uno de los tres sospechosos de haber participado en la masacre se entregó a la Policía en la localidad de Charleville-Mézières, junto a la frontera con Bélgica.

Mourad Hamyd, de 18 años, se entregó de forma espontánea y voluntaria tras haber visto su nombre circular en las redes sociales, según la prensa francesa, lo que abre interrogantes sobre su verdadera implicación en los crímenes.

La buena noticia del día de ayer llegó con el anuncio de que Charlie Hebdo, la provocadora e iconoclasta publicación que los terroristas pretendieron callar, volverá a salir a los quioscos el próximo miércoles.

Su tirada será todo un desafío a los intolerantes: un millón de ejemplares.

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