Una guía turística explica por qué el Muelle de la Río Tinto de Huelva está doblado: "¿Cómo es posible que después de tantos años esto se mantenga en pie?"

Hay lugares que forman parte del paisaje emocional de una ciudad. En el caso de Huelva, el Muelle de la Río Tinto es uno de los iconos de la capital que dibuja el horizonte de la ría, guardando una historia técnica y humana que sigue despertando asombro siglo y medio después.

La última en volver a poner el foco sobre este emblema fue @Gemadmp_ en Tiktok, guía turística y creadora de contenido onubense, cuyo vídeo explicativo sobre el muelle acumula casi 80.000 visualizaciones, convirtiéndose en uno de los más vistos de su canal.

En él, Gema responde a dos preguntas que muchos se han hecho alguna vez al contemplar esta estructura única: Por qué el muelle está “doblado” y cómo es posible que siga en pie tras tantos años sobre un fondo fangoso. Las respuestas, lejos de ser simples curiosidades, revelan una obra de ingeniería adelantada a su tiempo.

Un muelle del siglo XIX que no era un simple paseo

“El Muelle del Río Tinto fue construido por la Río Tinto Company y era un antiguo embarcadero para los trenes que venían desde Riotinto”. Su función original no tenía nada de romántica: Era una infraestructura clave para cargar el mineral procedente de las minas directamente en los barcos, sin necesidad de intermediarios.

Este muelle metálico data de 1874 y fue diseñado por los ingenieros Gibson y Barclay, en plena revolución industrial. “Es curioso porque siempre se le ha asemejado con la Torre Eiffel, cuando en verdad esta se construyó mucho tiempo después”, explica Gema en su vídeo, desmontando uno de los mitos más extendidos sobre la estructura.

Su valor histórico y patrimonial fue reconocido oficialmente en 2003, cuando fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC), consolidándose como uno de los grandes símbolos del pasado industrial de Huelva.

¿Por qué el Muelle de la Río Tinto está doblado?

A simple vista, su forma llama la atención: El muelle no avanza recto hacia la ría, sino que se curva y se alinea con la orilla. Lejos de ser un capricho estético, la razón es puramente práctica.

“Como el agua de la ría era tan exigente, tuvieron que construirlo de forma que fuera más fácil para los barcos, quedando prácticamente paralelo a la orilla”. Esta disposición permitía mejorar las maniobras de atraque y carga en un entorno cambiante, marcado por mareas, corrientes y un fondo poco estable.

El secreto que lo mantiene en pie siglo y medio después

La segunda gran pregunta es casi inevitable: ¿Cómo puede seguir en pie una estructura de hierro del siglo XIX sobre un fondo fangoso? La respuesta está en una técnica de cimentación tan ingeniosa como arriesgada.

“Utilizaron un sistema de cimentación basado en pilotes con una especie de tornillos gigantes que se anclaban en el fondo”, explica Gema. Estos tornillos permitían fijar la estructura en un terreno inestable, pero pronto se dieron cuenta de que no era suficiente por sí solo.

La auténtica innovación fue combinar métodos: “Hicieron sondeos y vieron que solo con eso no era posible. Entonces pensaron: ¿y si cogemos un trozo de madera, lo hundimos y clavamos ahí los tornillacos?”. La solución funcionó. La madera actuó como base estabilizadora y permitió que los pilotes se anclaran con firmeza.

“Este método ya existía, lo novedoso fue usarlo a la vez que otro más”. Gracias a esa decisión, el muelle lleva resistiendo al paso del tiempo un siglo y medio.