De un cayuco a cumplir un sueño en Huelva: "Cuando solo ves agua sabes que no hay vuelta atrás"

Aunque durante el viaje de Mbaye Guisse nadie murió, 2007 fue el año trágico de fallecimientos en la 'ruta Canaria'

Más de 10.000 muertes se han registrado en rutas de acceso a España en el 2024, "año más mortífero" según Caminando Fronteras

Sobrevivir 20 años en un asentamiento chabolista de Huelva: "La basura nos rodea, está por todas partes"

Mbaye Guisse, en una entrevista.
Mbaye Guisse, en una entrevista. / Rafael García Rebollo

Huelva/Uno de los cayucos de fibra que atracaba en El Hierro en 2007, cuando la 'ruta Canaria' alcanzaba máximos históricos, era la del joven Mbaye Guisse. Con él iban unas 150 personas más, entre jóvenes, madres, padres, mayores e hijos, que emprendían la salida inminente de su país con la única previsión de una reunión improvisada la noche anterior. "Allí no conoces a nadie y nadie es tu amigo, pero tienen que serlo. De todos depende sobrevivir y llegar a tierra", dice Guisse.

"Veía a mi familia, mi casa, el sufrimiento de mi madre y de mis hermanas al no tener recursos ni para comer, ni para vivir. Pensé que tenía que irme para cambiar las cosas", cuenta el senegalés a Huelva Información. Casi dos décadas más tarde de esa fría noche, en la que el agua pegaba con fuerza contra los bajos de la patera y la costa africana se convertía en una línea en el horizonte, aún se le empañan los ojos.

Ahora, es mediador en el Ayuntamiento de Moguer, fundó una asociación para la integración de sus paisanos, y vive en el mismo municipio con su mujer e hijos, que ascienden ya a cuatro. "Puedo decir que soy feliz aquí", afirma convencido.

El recorrido hacia puertas europeas duró siete largos días hasta que el cayuco atracaba en su destino. "El tiempo se para desde que dejas de ver tierra. A partir de ahí, cuando solo hay agua, sabes que no hay vuelta atrás. Miras al cielo y contabilizas los días que van pasando en función de la claridad: siete noches y seis días". Aunque nadie murió aquella vez, 2007 fue el año negro de fallecimientos en el océano. El trágico goteo aún no ha cesado, contabilizándose más de 10.000 muertes en el acceso a Europa en 2024, "año más mortífero" según Caminando Fronteras.

Entrevista con Accem.
Entrevista con Accem. / Rafael García Rebollo

En Canarias estuvieron 39 días. El día 40 recibirían la noticia. "Nos llevaron a un centro de militares abandonado. Allí viviríamos hasta que nos enviaran hasta nuestro país, o decidieran que nos quedaramos. Lo primero que se nos ocurrió fue pedir autorización a la Policía Nacional para limpiar el centro, tenía malezas que llegaban hasta más de un metro y pico. Queríamos que supieran que nosotros venimos para buscar un futuro mejor, pero no para vivir sobre ellos. Cuando llegó la última noche, una persona se escapó del centro. Nadie durmió. Pensamos que habíamos perdido todos la oportunidad que casi nos cuesta la vida por culpa de aquel comportamiento. La gente empezó a llorar".

Un avión cuyo destino no se reveló hasta el final los trasladaría al día siguiente. "Nos dijeron que no podíamos usar el baño durante el trayecto y pensamos que nos llevarían a África", bromea. Pero no: horas de vuelo, vegetación y geografía que se apreciaban desde el aire parecían indicar que llegaban a España. "Hubo suerte. Estaba en el grupo que iría desde el aeropuerto de Málaga a Huelva", recuerda.

Aquella noche, los trabajadores de Accem Huelva lo estaban esperando. "Me trataron como mi familia. Cuando llegas estás completamente solo, no entiendes nada de lo que ocurre". "Cuando las personas vienen hasta aquí, tienen mucha prisa y la desesperación los absorbe. Quieren conseguirlo todo ya. También hay gente que no recibe indicaciones, o que no sabe seguirlas. Nosotros venimos con una idea que es la de llegar y ponerte a trabajar. Y Accem te dice las cosas claras: olvídate de tener los papeles durante tres años, tienes que acumular pruebas de que vives aquí, tienes que ir conociendo a gente poco a poco para lograr un pre-contrato. Y eso hice, hasta que logré que me 'arreglaran' los papeles en un taller de metálico". Educación, sentido común y ser generoso: "seguir las normas".

Entrevista con Accem.
Entrevista con Accem. / Rafael García Rebollo

Proceso activo, la clave de la integración

"Ser inmigrante no es fácil, pero siempre lo seré. Soy Venezolana y me cuesta vivir sin mi familia", cuenta Karina, otro de los usuarios de Accem. Salió con 22 años de su país y llegó hasta Costa Rica. "En Venezuela también había clases sociales: altas, medias, bajas. Entonces, en mi familia estábamos bien. Cuando Venezuela 'estalló' pasamos a ser la última de la pirámide. No había nada para nosotros". Karina se decidió cuando un día uno de enero ni siquiera pudieron comer. "Dejé mis estudios y me fui de allí". "Yo no quiero perderme a mi familia. Estoy aquí por razones humanitarias, porque allí no puedo vivir. Es duro perderte la vida de los que quieres".

La palábra trámite es la más repetida durante la conversación. "Es un proceso", dice Karina. "Primero, llegas en la fase cero. Luego te cambian a fase uno y en nuestro caso fuimos a parar a Huelva", añade. Vino desde Venezuela con su novio y, aunque lo hizo en un avión, "no es nada fácil llegar hasta aquí". "Cuando salimos del programa de Accem, llega un momento en el que tenemos que salir y continuar solos. Es importante que para aquel entonces te hayas formado bien para un trabajo", cuenta.

La asociación actúa como un trampolín, "una luz al final del túnel". Trabajan unilateralmente con procedimientos de trámite jurídico, inserción sociolaboral y formativa, la acogida -donde se mantienen un tiempo hasta que existe una resolución- y en ocasiones, un trabajo. "Yo trabajo cuidando a una niña, un empleo que me consiguieron aquí, mientras estudio integración social".

Necesitas una 'mano amiga', con herramientas para avanzar y tener metas. "Vienes con necesidad de trabajar, suelen intentar engañarnos con eso. Nos llegaban mensajes ofreciéndonos trabajos que no existían y era imposible encontrar piso, aún habiendo logrado los recursos. Son las dos cosas que más nos costaron".

Para Accem, según dice su responsable provincial en Huelva, Paco Villa, la razón de ser de la entidad es garantizar derechos. "Ninguno podemos hacer magia, pero lo importante son las personas. Ellos sabían qué tenían que hacer y cómo para tirar para adelante, y lo hicieron". Un proceso migratorio complejo, en el que actúan como llave para avanzar en el proceso. "Si ellos no lo tienen claro nosotros no lo podemos hacer solos. Intentamos mostrarle a una persona lo que pasa si sigues un camino y lo que pasa si sigues otro. Proceso activo, no cae nada del cielo, esfuerzo por las dos partes. Paciencia por parte de los técnicos. Y nunca olvidar que hay que escuchar".

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