Un carpintero cartográfico

Quizás porque no se vive la situación propicia o tal vez sea porque uno no se rodea de los elementos necesarios, la cuestión es que no todo el mundo conoce su verdadera vocación desde una temprana edad o, al menos, no todo el mundo tiene la posibilidad de dedicarse a ello pese a sus deseos e intenciones.

Este es el caso de José Manuel Albarrán, un bollullero que desde los 15 años dedicó su vida a la carpintería, incluso tenía su propio taller hasta hace relativamente poco. Su vida era la carpintería y, sin embargo, ahora su vida es su arte, su pasión y, cómo no, algo que va consigo de forma vocacional.

Este valiente artista que pintaba y creaba sus propias obras a nivel amateur en la intimidad de su casa desde niño, se decidió a volver a estudiar a sus 43 años de edad. Corría el año 2008 cuando Albarrán se matriculó en un módulo de cerámica artística en la Escuela de Arte León Ortega. Un gran expediente y el empuje tanto de sus compañeros como del profesorado le llevaron a dar el salto a la Universidad de Bellas Artes, en Sevilla. Tras seis años de esfuerzo y completa dedicación, el bollullero logró el graduado en 2014.

"En tercero de carrera decidí cerrar definitivamente mi taller de carpintería, los estudios cada vez eran más duros y necesitaba dedicarles todo mi tiempo", explica el artista quien, tras salir de la facultad con el título bajo el brazo, "dedico mi vida al arte, no sólo a mi obra, sino que también doy clases de pintura en Manzanilla y en mi taller, situado en Bollullos par del Condado"

Su esfuerzo se ve recompensado con las exposiciones, individuales y colectivas, en las que muestra la esencia de su arte. En este sentido, hasta el próximo 30 de noviembre, José Manuel Albarrán exhibe Cartografía de un paisaje en el bar restaurante Almanta, ubicado en séptimo número de la Calle Marina en la capital onubense.

Una colección compuesta por doce piezas, en la que el artista refleja su pasión por lo natural, "mi obra está realizada en exterior, algunas son acabadas en estudio por el mal tiempo durante algunas épocas del año pero ninguna está realizada por completo en interior".

Este trabajo, que le llevó tres años finalizar, evidencia cómo el autor analiza la relación que el paisaje guarda con el ser humano: "alejo mi obra de la civilización para que podamos admirar la aglomeración de gente y edificios que la conforman, desde una prudente distancia, de esta manera podemos observar la espectacular convivencia que hay entre la naturaleza y la humanidad, cómo se armonizan", confiesa el artista, quien intenta de esta manera "realizar una crítica y una reflexión sobre la realidad que se vive, la belleza que tiene la construcción humana desde un lugar en el que no se aprecia la contaminación".

Para él, esta cartografía "capta la belleza de lo externo por encima de lo que envuelve en su interior". La elección del título fue sencilla para este bollullero que aprovecha cada viaje que realiza por motivos laborales, ya sea para exponer o para participar en algún concurso artístico, "para desconectar creando, ya que para mí es una necesidad. Cojo aire, mi coche y observo, reflejando lo que veo en cada uno de esos nuevos lugares que voy conociendo".

A través de un trabajo realizado con una técnica mixta con diferentes materiales, desde pintura o telas hasta papel, resina o collages, Albarrán explica que en su estudio se dedica a una creación más "abstracta y reflexiva". Una reflexión que contagia a todo aquel que conozca su historia, una historia de superación en la que un mal joven estudiante que prefirió ponerse a trabajar antes de cumplir la mayoría de edad, volvió a formarse "por mi necesidad de aprender y la incertidumbre constante que me invade". Y miren ahora, con numerosas exposiciones en su haber, Huelva podrá disfrutarlo hasta finales de noviembre en Almenta.