En el camino

rocío 2014 3 Tribuna rociera

El Simpecado en su recorrido, ayer, por las calles de Huelva.

06 de junio 2014 - 01:00

UNA vez acabado el primer día de camino, me dispongo a descansar en la tranquilidad del campo. A la misma vez, intento ordenar los maravillosos momentos que me ha regalado el día de hoy. No muy lejos, se escuchan las sevillanas de algunos romeros que alegran la jornada nocturna y me dejo llevar por sus cantes sentidos

"Mi camino comienza, desde mi puerta…". Escuchando estas sevillanas, recordaba cuando en la mañana, bien temprano, me acercaba a la capilla para participar en la misa, como muchos otros sábados del año, pero tanto por la cantidad de personas, como en la alegría de sus semblantes, se notaba que este día era distinto, que esta misa era distinta. Al entrar notaba que el blanco patio andaluz de la casa de hermandad también parecía distinto, sin esas madres que esperan charlando a que sus hijos terminen las diversas actividades que diariamente realizan en la hermandad. No se escuchaban los taconeos de baile, ni los ensayos de cantes, ni de la gaita y el tamboril… Sin embargo, esas blancas paredes estaban más alegres y floridas que nunca, avivadas con el reflejo de los coloridos trajes de las guapas flamencas, el sonido de los relinches de los caballos cercanos y en la puerta, la resplandeciente carroza del Simpecado, de belleza sin igual.

Y es que en realidad, no era un día cualquiera, era el día en que la hermandad, acabada la misa de romeros, se echaba a la calle, con su alegría, su colorido y toda su grandeza y esplendor. Como dicen las sevillanas: "Azul y blanco es el cielo y ya sale pal Rocío, con piropos y cantares, cuando mayo ha florecido".

El cohetero, que hace tronar el cielo, los tamborileros, que con sus toques nos ponen los vellos como escarpias, infinidad de galantes caballistas de chaquetillas blancas y sombreros destocados, la carroza del Simpecado, preciosa de flores para la Virgen, la comitiva de peregrinos, que canturrean populares sevillanas. "Huelva brillaba, Huelva brillaba, en El Rocío hermoso, Huelva brillaba…". Se acercan los carros, más carros, más de cincuenta carros, que este año acompañan al Simpecado. Y de fondo, las voces de los carreros, dominando las hileras de mulos, que con sus imprecisos arranques, hacen sonar las campanillas de los arreos y mueven los arquillos de flores de papel picado de los más variados colores: " … que no hay jardín con más flores que Huelva caminando hacia El Rocío".

No me imaginaba que la reunión que escucho cantar al fondo, me iba a ayudar a ordenar mis pensamientos de forma tan maravillosa, pues ahí están otras conocidas sevillanas: "Pará en el Ayuntamiento, la gente le lleva flores…". Para mí es el momento en que la ciudad de Huelva se hace más grande y cuando más brilla su nombre. Los onubenses se vuelcan con su hermandad: la plaza abarrotada, lluvia de pétalos, sevillanas, Salves… "La gente se arremolina y corren todos por verla, que no hay salida en el mundo como la que hace mi Huelva".

Afloran a mi mente recuerdos del solemne traslado, realizado en el pasado mes de mayo, cuando la carroza del Simpecado se acercaba escoltada por las palmeras del Paseo de Santa Fe, hasta el Ayuntamiento. No puedo olvidarme de esa estampa tan clásica de la carroza con esas jarras con bouquet de flores, la Virgen de la Cinta abriendo la candelería, el fajín del almirante Pérez de Guzmán anudado a su asta, la Banda Municipal tras el Simpecado tocando "Lloran los pinos del Coto, despidiendo a las carretas…". Todo ello con motivo del 75 aniversario de la bendición del Simpecado, efeméride celebrada con la realización de un extenso programa de actos. Por este motivo, la hermandad volvió a sus orígenes de la parroquia de San Pedro, trasladando en rosario de la aurora, su venerado Simpecado. Me emociono sólo de recordar que, en esta ocasión y bajo los primeros rayos de sol, se me brindó la gracia de estar en la gloria misma, portando mi bendito Simpecado por esa alfombra mágica del porche de mi querida parroquia, como otras veces he hecho con el Señor de Pasión. Y una vez allí, días vividos personalmente con mucha intensidad, durante la celebración del triduo y la función principal de la hermandad, con una iglesia siempre abarrotada de fieles.

Pero no me puedo distraer tanto, pues mi mente me dice que la hermandad ha pasado la Comandancia de Marina y se ha parado en el Muelle del Tinto para despedirse de la ciudad. La hermandad se va, y aquí se quedan muchas personas que ansiaban venir, pero que por numerosos y distintos motivos, este año no ha podido ser. "Háblale, háblale tú, en el silencio, háblale tú, dile que no puedo ir, esta es mi cruz…" . Me acuerdo de muchos y me emociono como un niño chico, mientras escucho de lejos la voz de la camarista rezando el Ángelus. Una voz familiar que he escuchado muchos jueves del año, en el rezo del santo rosario, pero que curiosamente, hoy también suena más alegre.

Todo es más alegre, todo es más llevadero. Hoy no me molesta nada, ni el polvo, ni el calor, ni las incomodidades del camino y posiblemente sea debido, tal como aparecen en mis recuerdos, a que he vivido mi hermandad con plenitud durante todo el año, asistiendo a sus numerosos actos y que lo vivido hoy, no deja de ser una bonita recompensa al trabajo constante de cada día en la hermandad.

"Una noche en el camino, yo no la cambio por ná…". Y con el sonido de las sevillanas, cada vez más lejano, me voy quedando dormido, sonriente, contento de lo vivido y pensando que todo lo ocurrido este año, ha sido un bonito sueño que he tenido la oportunidad de vivir.

Pero el sonido de los tamborileros tocando El Alba, me despierta y me doy cuenta que hoy es viernes, segundo día de camino, y que el sueño comenzará dentro de poco, postrándome otra vez ante la Blanca Paloma, al grito de Huelva, Huelva, Huelva…

"Salve, Pastora divina,

Reina en la Rocina

y Madre de Dios.

Salve, Reina marismeña,

que de fe y aromas,

mi Blanca Paloma, traigo el corazón…".

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