"Si en dos años no se suplen las jubilaciones, habrá problemas en la plantilla"
El coronel jefe de Huelva es un tipo humano, de esos que se preocupan y ocupan de los demás, a menudo antes que de sí mismo. Al principio serio, luego relajado y campechano, el alcarreño gesticula como cualquier andaluz, que para eso lleva aquí más de media vida.
-¿Es guardia civil por vocación?
-No. Entré en el Cuerpo por mi padre. Yo quería ser piloto. De hecho, iba a prepararme, pero detectaron que era daltónico. Mi padre, que se comió muchos chuscos en los cuarteles de entonces, me lo propuso. Decidí entrar. Ahora no lo cambiaría ni por ser piloto.
-Ha aprendido a amar la profesión.
-Sí. Como muchos guardias que ingresan para buscar trabajo y un sueldo. Luego se queda uno en esta gran familia que se te mete en la sangre.
-¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
-La gente, el ambiente, la camaradería. Las casas cuarteles tienen la ventaja de la unión, que es lo que más me gusta. El inconveniente es que, al vivir juntos, cuando trabajas con el mismo pueden surgir problemas.
-¿Un caso muy complicado al que se haya enfrentado?
-Siempre es difícil cuando tengo que detener a un guardia civil. Hay que hacerlo y me entra rabia. En unidades como ésta, con costa y donde hay droga, el dinero corrompe. Es, para mí, lo más duro de la profesión.
-Ha estado trabajado en distintos puntos de España. ¿Cómo lleva un guardia esa vida cuasi nómada?
-Al principio lo llevas bien, porque eres joven, montas a los niños en el coche y ya está. Pero cuando van pasando los años, quieres estar más a gusto en tu casa y los niños ya dicen que no se van. Ellos lo han llevado peor, por aquello de los amigos, el colegio... Lo bueno es que han conocido a mucha gente, pero la parte negativa suele ser el fracaso escolar.
-¿Huelva es su destino definitivo?
-En el trabajo no lo sé. Ahora mismo hay una opción de ascender a general, pero sólo es una opción. Como civil, me he comprado una casita aquí y, ahora mismo, mi asentamiento será Huelva. Mis hijos ya han crecido y tienen su vida aquí.
-El sábado se cumplen siete años de su llegada a tierras onubenses. ¿Encontró lo que esperaba?
-Sí, porque ya tenía experiencia. Una de las preocupaciones que me surgió y donde creo que más hemos evolucionado es en los acuartelamientos. En estos siete años ha habido un convenio con la Junta de Andalucía a través del que se han construido muchos cuarteles y se han arreglado muchas casas. Me queda la satisfacción de ver cómo han mejorado. Siempre he querido conseguir que las condiciones de vida de la gente que está conmigo sean las más dignas posible. Aunque la economía manda y ahora veremos cómo seguimos.
-¿Cuántos cuarteles han mejorado en todo este tiempo?
-A la mayoría de los 60 acuartelamientos que tenemos se les ha hecho algo. Hemos cambiado cientos de ventanas. Trabajamos sobre las prioridades. A veces me dicen que hay que pintar el cuartel. Y digo yo que está feo por fuera, pero que mientras que dentro un cuarto de baño no funcione, pintarlo se hará al final.
-¿Cuál ha sido el instante más difícil que recuerda en esta comandancia?
-Fue durante la moción de censura en el Ayuntamiento de Gibraleón (2005). Fue un problema de orden público y había que cumplir con la legalidad vigente. Había mujeres. Se vivieron momentos muy tensos.
-La plantilla actual, ¿es suficiente?
-Está bien. Tenemos unos 300 efectivos más que cuando llegué a Huelva. Andamos por una plantilla en catálogo de casi 1.600 personas y la tenemos a más del 90%, un nivel de cobertura muy alto. Las bajas rondan el 5%. Los problemas surgen cuando nos tenemos que ir de vacaciones.
-De la Academia de Baeza saldrán este año sólo 130 agentes para toda España. ¿Qué futuro nos espera?
-En estos dos años nos ha llegado poca gente. Pero se está compensando con que ahora un guardia civil que se retiraba a los 58 años puede hacerlo a los 65. En un Cuerpo con 80.000 guardias civiles y donde todos los años se van 2.000, necesita cuando menos otros 2.000 para mantener las plantillas. Tenemos todavía un colchón porque en los últimos años han aumentado. Pero no podremos seguir así por mucho tiempo.
-¿Cuántos agentes se jubilan en Huelva al año?
-Una media de 20 ó 25. Y se han incorporado a la comandancia cuatro o cinco. Ahora mismo no hay problemas. Si seguimos así dos años más, si los habrá.
-El subdelegado del Gobierno dijo que habrá que combatir la crisis con formación y eficiencia.
-La formación es una constante en nosotros. Más que formación habrá que echarle imaginación. Que nos quedamos sin gasolina, colocamos un coche en los cruces. Que hace falta apoyo en Punta Umbría en verano, ahí están los agentes de los pueblos de alrededor.
-De momento no hay carestía de medios materiales, ¿no?
-Por ahora, no. Sabemos que los presupuestos van a disminuir un 10% o un 15%. Por lo que se avecina, hemos colocado bombillas de bajo consumo, usamos los folios por las dos caras, ahorramos gasolina. Para arreglar los vehículos (tenemos más de 300) pedimos presupuesto y vamos al más barato y al que trabaje mejor.
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