Días de cómic

Y alguna cosa más que ahora me callo

  • La sirenita (2000), de Francisco Ibáñez, es un homenaje del autor a Dinamarca, que es uno de los muchísimos países del mundo donde la serie Mortadelo y Filemón triunfa en sus ventas

  • Días de Cómics: La fábula arácnida

Mortadelo y La Sirenita.

Mortadelo y La Sirenita. / M. G.

En el año 2002, en el libro Sin miedo ni esperanza, Luis Alberto de Cuenca dedicó a su esposa, Alicia, el poema La Sirenita, algunos de cuyos versos dicen: "El caso es que una bruja te dio piernas (y alguna cosa más que ahora me callo), y, satisfecha con tu nuevo cuerpo, pusiste rumbo a tierra".

Solamente dos años antes, en 2000, en el álbum La Sirenita, la nº 153 de las historietas largas de Mortadelo y Filemón, el profesor Bacterio inventa el vivimetalillus, un rayo que hace que los metales cobren vida, sin necesidad de la bruja del poema de Luis Alberto de Cuenca. España va a presentar en Copenhague el invento, y Mortadelo y Filemón se encargan de protegerlo. Accidentalmente, se dispara un rayo contra la escultura de La Sirenita de Copenhague, obra del danés Edvard Eriksen. La Sirenita cobra vida y se pasea por la ciudad. Mortadelo y Filemón deben devolverla a su lugar, antes de que el Gobierno de Dinamarca tome medidas contra España.

La Sirenita está entre los mejores álbumes de Mortadelo y Filemón. Es un homenaje de Ibáñez a Dinamarca, donde la serie Mortadelo y Filemón tiene gran éxito. Ibáñez hace actuar a los protagonistas por parajes reales de Copenhague. Eso da un aspecto especial a los fondos, donde se sustituye los habituales edificios por casas, y vemos árboles cuando pasean por parques. Mención especial merece la aparición del Parque Temático Jardines de Tívoli.

La historia se inicia con el invento del profesor Bacterio, el vivimetalillus, que recuerda al elixir de la vida que había creado el propio Francisco Ibáñez en el decimoséptimo álbum de Mortadelo y Filemón, en 1973. Igual que aquel elixir, el vivimetalillus da vida a los objetos. Esto produce gags que Ibáñez no repite de aquel álbum. El autor no abusa del vivimetalillus, usándolo en contadas ocasiones para no robar protagonismo al personaje que da título al álbum. Además de en La Sirenita, lo usan en: una viga (con un hipotético ojo que no se ve), un avión (que al cobrar vida vuela como un pájaro, doblando y moviendo las alas), un buey de la Fuente de Gefion (muy próxima a la propia estatua de la Sirenita) y un edificio (en una última descarga masiva).

Tras esto llega la ración de slapstick, propia de Francisco Ibáñez. No falta el humor absurdo, como gag del pez con piernas de hombre, los pescadores que confunden la cola de la sirena con un pescado, cuando la sirenita entra en topless en una iglesia, y así un largo número de situaciones y personajes a cuál más tronchante, que le dan riqueza al álbum. El uso de gran cantidad de personajes hace que el autor se puede inventar su personalidad sin ser infiel a la manera de actuar de sus personajes. Podemos contar a gran cantidad de ellos (bien distintos entre sí) como los pescadores, el cura, la dependienta, el señor con falda y espada, el charcutero, los ladrones, y muchos más.

Mortadelo y Filemón actúan como deberían actuar dentro de sus patrones psicológicos: Mortadelo más torpe que Filemón, que recibe los porrazos por culpa del primero. Encontramos que Filemón siempre actúa de la manera más común en los agentes secretos, mientras que Mortadelo utiliza métodos que propician el disparate. Por eso, contrastan cuando Filemón decide devolver a La Sirenita en piedra mientras que, por contra, Mortadelo, enamorado, quiere evitarlo a toda costa, sucediéndose momentos de cambiazos y disputas a cuál más bestiaja.

La Sirenita se convierte en un personaje entrañable, en su nacimiento se desarrollan páginas donde ella es la protagonista, que se ve rodeada de personajes desconocidos, dejando aparte a Mortadelo y Filemón. Luego, irán desarrollando un lazo afectivo tal, que incluso dará lástima llegar al final de la historieta. La Sirenita hace amistad con Mortadelo y Filemón, y es entrañable cómo acaban yendo a tomar algo juntos (con Rompetechos de camarero).

En el cuento La Sirenita, del poeta danés Hans Christian Andersen, la protagonista está encerrada en el mar y desea poder salir a la superficie; en este álbum vemos cómo La Sirenita está encerrada en su cuerpo de bronce y desea estar viva. Vemos en todo momento su ingenuidad, puesto que no ha tenido la ocasión de saber vivir en sociedad.

La próxima semana: Trazo de Tiza (1992), de Miguelanxo Prado, historia de un marino que llega a una pequeña isla donde solamente hay un faro que no funciona y una pensión en la que viven tres personas.

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