Entre agujas anda la cura

Acupuntora, homeópata y dietista

Entre agujas anda la cura
Raquel Rendón

15 de enero 2011 - 01:00

Resumir en estas líneas la intensa trayectoria vital de esta onubense nacida en la calle San Sebastián de la capital hace 46 años es complicado. Carmen Garrido, por imperativo paternal, acabó viviendo a los 7 años en Sevilla y desde los 14, en Madrid. Pero sus estrechos con lazos con Huelva siempre se mantuvieron vivos. Se casó por primera vez a los 23 años "en el Santuario de La Cinta", porque ella es "más choquera que un cabezo". Se trasladó a vivir a Mallorca con su esposo y empezó a estudiar Fisioterapia en Barcelona, donde "siempre me cateaban por el catalán". Fue en la isla donde descubrió su pasión por la acupuntura, participando en un curso del hospital de Cruz Roja de Palma. "Me enamoré locamente" de esta técnica medicinal y viajó hasta Sri Lanka para recibir cursos del "mejor del mundo, un médico cingalés que me enseñó mucho". Tras recibir cuatro cursos en el país asiático -"algo que me costó mi primer marido"-, se formó en Pekín (China).

Carmen volvió a casarse con un tunecino y abrió una clínica en Benalmádena donde cosechó mucho éxito aplicando esta "medicina divertida, mágica y lógica" de la que todavía le asombra "su efectividad, lo rápido que se ven los resultados" y que mitiga dolencias de todo tipo.

En 2004, separada de nuevo y con la imperiosa necesidad de ser madre, adoptó a su niño en Costa Rica. Es el capítulo más apasionante de su vida. Él tenía ocho años y la eligió a ella: "Quería que yo fuera su mamá". Carmen rompió entonces con todo: cerró la clínica, hizo la maleta, abrazó a su pequeño y se asentó en una pequeña aldea de Almonaster, La Canaleja. Tiene claro que "lo que más vale en el mundo es tener tiempo para estar donde y con quien quieres". Después de curar el codo al albañil que hacía las obras de su casa, se corrió la voz y no le faltó el trabajo en la Sierra.

Si su gran amor es su hijo, el segundo en la lista es Huelva. Aquí vive y tiene su clínica ahora. "Tenemos los mejores atardeceres del mundo, la mejor comida y los amigos más leales", como Conso Ramblado, su mejor amiga desde niña.

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