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El sesgo de sobreconfianza en la política

  • En la actual crisis sanitaria y económica las mujeres que han ejercido labores de liderazgo han dado sobradas muestras de pragmatismo, humanidad y buen hacer 

El sesgo de sobreconfianza en la política

Las mujeres ocupan el 7% de los puestos de liderazgo en el gobierno del mundo. Algunas de ellas están siendo consideradas modelos a seguir por una mejor eficacia en la gestión de esta crisis de salud pública que sus colegas varones. Investigaciones científicas señalan al sesgo de sobreconfianza, que en campos como el liderazgo afecta más a los hombres que a las mujeres, como posible causa de esta diferente manera de conducir la situación.

El efecto de sobreconfianza es un sesgo cognitivo que aparece en nuestra toma de decisiones cuando existe un elevado nivel de incertidumbre. Consiste en que las personas confiamos en exceso en nuestras propias decisiones, creencias y pensamientos, es decir, tendemos a sobrevalorar nuestra capacidad intuitiva para razonar y hacer predicciones.

La sobreconfianza nos lleva a creer que tenemos más conocimiento o información que el resto de las personas para tomar decisiones con precisión y, por tanto, que la probabilidad de fracaso es menor de la que realmente es. Además, produce en quien la padece una seguridad excesiva en sus juicios sin tener en cuenta su exactitud, lo que impide una preparación más rigurosa y puede conducir a situaciones de peligro.

Las personas con este sesgo dificultan la resolución de los conflictos, porque difícilmente admiten que se encuentran en un error y, por tanto, no amplían sus razonamientos desde nuevas ópticas ni actualizan la información. Un remedio para vencer la sobreconfianza es el feedback o la contraargumentación, antídotos que se aplican en menor medida cuanto mayor es el sesgo.

Este sesgo cognitivo lo mostramos en muchos ámbitos de nuestra vida diaria y se ha estudiado en diferentes disciplinas, entre ellas en las finanzas. El exceso de confianza a la hora de realizar pronósticos y tomar decisiones, sin tener en cuenta la diferencia entre lo que se sabe realmente y lo que se cree saber, puede llevar al inversor a considerar que la probabilidad de que su inversión fracase es menor de lo que realmente es. Es decir, una persona sobreconfiada tiende a infravalorar los riesgos de las decisiones financieras y a sobreestimar las ganancias esperadas.

LA primera a primera ministra finlandesa Sanna Marin. LA primera a primera ministra finlandesa Sanna Marin.

LA primera a primera ministra finlandesa Sanna Marin.

Diferentes estudios en el campo del liderazgo, la economía y la empresa hallan que los hombres tienden a mostrar este sesgo de sobreconfianza más que las mujeres. La política tampoco escapa a esta realidad, y las implicaciones de este sesgo son muy importantes debido a las consecuencias.

La confianza en cómo un líder político hombre o mujer desarrolla su actividad se encuentra íntimamente relacionada con la presión social, según los expertos.

El profesor de la Universidad de Huelva, José A. Climent, afirma que “en los ámbitos donde las mujeres se han incorporado con posterioridad a sus compañeros varones, como es la política, existe más presión social y, por tanto, una sensación de mayor cautela y de menos seguridad en el terreno que pisa”.

La presión social lleva a hombres y mujeres a actuar de manera diferente, aunque en todos los casos va a depender de la persona. “Si el contexto pone en duda tu papel, entonces aumentan todas las alertas, mientras que, si te reafirma, puede que las decisiones sean menos reflexivas, se tienda a confiar más en las percepciones y se contrasten menos las ideas y las opiniones con el resto”, asegura Climent.

De hecho, en el año 2017 investigadores de la Universidad de California llevaron a cabo el estudio más grande de los efectos conductuales de la administración de la hormona masculina por excelencia, la testosterona, realizado hasta la fecha. Sus hallazgos sugieren que los mayores niveles de testosterona llevan a los hombres a dejar de lado las decisiones reflexivas para dejarse llevar por impulsos, por el instinto.

Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander. Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander.

Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander.

Síndrome del impostor

A la presión del entorno social se podría añadir en algunos casos el síndrome del impostor, un sesgo de intrusismo que llevaría a algunas mujeres a no creerse el papel o la responsabilidad que está desarrollando en política. “Esta situación, añadida a un contexto social que refuerza en negativo o en positivo, puede condicionar mucho y polarizar las conductas entre hombres y mujeres, pero siempre va a depender de la persona”.

Desde el inicio de la pandemia diversos estudios han analizado la hipótesis de una mejor gestión de la crisis por parte de los gobiernos liderados por mujeres. Uno de ellos ha sido realizado por cuatro investigadores de la Universidad Pontificia de Comillas sobre una muestra de 31 países europeos con la ratio de contagios y de fallecidos por cada 100.000 habitantes hasta el 31 de diciembre de 2020.

En líneas generales, el estudio muestra que los países con mujeres al frente encabezan la lista con la menor incidencia de covid-19, acentuándose esta tendencia a medida que la enfermedad ha ido evolucionando. Las causas de esos “asombrosos” resultados pueden ser diversas, si bien los investigadores ofrecen una reflexión basada en el sesgo de sobreconfianza.

La Primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern. La Primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.

La Primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.

Las mujeres líderes han mostrado en sus manifestaciones públicas un “adecuado nivel de confianza”, con actitudes humildes que buscaban la cooperación, el consejo experto y la colaboración. Otros de los rasgos más valorados por la opinión pública, según los investigadores, ha sido la empatía que han mostrado en sus discursos.

Esta actitud contrasta con enfoques “sensacionalistas y de despreocupación imprudente” que han mostrado algunos de los líderes más prominentes. “Esta diferencia en sus niveles de confianza es crítica para entender el éxito de las mujeres”.

Algunas líderes de gobiernos se han convertido en referentes claros debido a su capacidad de escucha, actitud de humildad y al hecho de haberse dejado asesorar por expertos de diferentes procedencias, según las conclusiones de este estudio.

Desde el inicio de la pandemia, y al margen de los estudios académicos, una avalancha de artículos periodísticos ha destacado historias de pragmatismo, humanidad y buen hacer de las mujeres en el manejo de la crisis. ¿Influirán estos resultados en nuestra disposición para promover a más mujeres en el poder?

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