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Psicología y Salud: El síndrome Peter Pan

El síndrome de Peter Pan en los adultos.

El síndrome de Peter Pan en los adultos. / M.G.

El Síndrome Peter Pan es un concepto que apareció en 1980 acuñado por el psicólogo Dan Kiley. Él observó en su consulta que había pacientes que no aceptaban la responsabilidad que implicaba ser adultos y se dio cuenta de que “no querían crecer". Él fue el que acuñó el término del síndrome de Peter Pan, definido como "eternamente niños".

A la pregunta ¿qué es el síndrome de Peter Pan?, podemos decir que está definido en psicología como aquel conjunto de características que padece un paciente que no sabe ni quiere aceptar las obligaciones que conlleva ser adultos. Es por ello que no puede establecer roles de pareja o de padre y, como no quiere crecer, se niega a crecer.

Por lo tanto, estos roles que tiene que asumir la persona, que están dentro de su propia evolución y crecimiento, al no querer asumirlos y seguir permanentemente siendo un niño o un adolescente le van a traer muchas alteraciones a nivel psicológico. La frecuencia es muchísimo más elevada en hombres y se asocia a problemas de seguridad personal. Les incapacita mucho a nivel social y, sobre todo, a nivel de pareja. Tienen sentimientos elevados de soledad y una gran dependencia emocional a nivel de pareja. No suelen hacer esto expresándose, pero si lo hacen a través de sus acciones.

Suelen llamar mucho la atención cómo tratan a los niños pequeños para que estén pendientes de ellos. Entre las consecuencias que puede tener este síndrome, están las alteraciones emocionales y conductuales. A nivel emocional los niveles de ansiedad y tristeza son muy altos, pudiendo derivar en una depresión. Se suelen sentir poco realizados en su vida, no disfrutan ni tienen ningún reto, solo quieren vivir el momento, pasárselo bien y su autoestima es muy baja. No hablan de su autoestima baja, pero si hacen acciones que muestran esa autoestima baja. Ellos mismos suelen verbalizarlo en consulta: “No quiero crecer, estaba mejor antes cuando era más joven”.

Las consecuencias que provoca este síndrome son variadas y diferentes. Hay rasgos de personalidad, por ejemplo, de estilos de afrontamiento y sobre todo rasgos narcisistas. Suelen ser personas que han tenido una infancia extremadamente feliz y esto les suele provocar que idealice esa etapa de su vida. O todo lo contrario también, personas que han tenido una infancia infeliz y tengan una carencia afectiva. Se suele dar (no siempre) que esa carencia venga por la figura paterna. El que venga por una infancia feliz no quiere salir de esa etapa, y el que no lo fue quiere serlo ahora, no tuvo ese afecto y quiere ahora vivirlo.

Tiene mucho que ver con el estilo educativo que ha tenido el paciente. Por lo tanto, la mejor prevención para este síndrome son los padres. Los niños debes aprender a asumir sus responsabilidades siempre que estén ajustadas a su edad. Muchos padres evitan que sus hijos asuman responsabilidad y piensan que su hijo va a ser más feliz si su vida es más cómoda. Pero cada etapa requiere de su responsabilidad, que un niño de seis años recoja su cuarto está dentro de su responsabilidad, por ejemplo. En cambio, también en un ambiente educativo rígido y con carencias afectivas importantes es posible que aparezca el síndrome. Tanto por exceso como por defecto, los dos extremos. Por lo tanto, el mejor ambiente educativo para una prevención del síndrome es donde se establezcan límites y normas donde los hijos fomenten su responsabilidad.

La frecuencia es muchísimo más elevada en hombres y se asocia a problemas de seguridad personal. La frecuencia es muchísimo más elevada en hombres y se asocia a problemas de seguridad personal.

La frecuencia es muchísimo más elevada en hombres y se asocia a problemas de seguridad personal. / M.G.

Otra de las características de las personas con dicho síndrome es que no se suelen comprometer con lo que prometen, tienen una tendencia de egoísmo de que todo debe girar a su alrededor y se enfadan cuando esto no ocurre. Si sus padres, pareja o amigos no están pendientes de él se ofende muchísimo.

Tienen además una dependencia emocional y también económica. No suelen hacer nada, dependen de sus padres. También carecen de empatía y, por ello, las parejas no suelen funcionarles.

Presentan rasgos de personalidad narcisistas y suelen sentirse insatisfechos con sus logros, por lo que se quedan en su zona de confort. Pueden verbalizar que no quieren crecer. Este síndrome no aparece como tal en ningún manual de clasifi­cación de los trastornos mentales.

De otro lado, sobre las pautas a trabajar en consulta, primero hay que enseñar a las personas estrategias para aprender a tomar decisiones a ser responsables de sus vidas, enseñar en habilidades sociales, a manejar sus pensamientos con la interpretación que hacen de los mismos; y responsabilizarse de sus emociones, sobre todo, de la tolerancia de la frustración y mejora su autoestima.

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