Huelva Paranormal

Huelva: apariciones y encuentros con la Virgen

  • La sugestión, las ganas de ver y de creer, el ser partícipes del milagro, el hipnotismo colectivo quedaban de manifiesto en unas apariciones más del lado terrenal que del celestial

Huelva: apariciones y encuentros con la Virgen

Huelva: apariciones y encuentros con la Virgen

Huelva es igualmente tierra de fe y de religión, de inquebrantable fervor mariano en una tierra de María Santísima cuya singularidad está a altura de su noble gente y de esos sentimientos y pasiones desatadas cuando ante ella contempla el paso de la imagen de su hermandad o simplemente cuando la Blanca Paloma sale de su ermita para pasear entre su gente, entre su pueblo en un desafía a la lógica y a la razón. Las apariciones marianas... Es la Huelva pasional, la Huelva de los sentimientos, de los sentidos, de la sonrisa al llanto y de fundir su fe a golpe de latido, es la Huelva más irracional... ¿o racional? Es la Huelva más difícil de explicar si no se siente... Es la Huelva entregada a su Fe y a sus creencias.

Encuentros marianos en El Repilado

La aldea de El Repilado es una pedanía del término de Jabugo en plena Sierra Norte de Huelva a unos 120 kilómetros de la capital, allí vamos a desplazarnos al año 1987, porque allí iba a suceder lo imposible... Una niña de 11 años, Alba Bermúdez Navarro, decía que desde hacía tiempo veía a la Madre de Jesús junto a un platanero situado junto a la cantina de la estación de ferrocarriles. 20000 personas se congregaron en las cercanía para ser testigos del rumor que decía que la Virgen María daría una prueba a Alba... ¿Bailaría el Sol como en Fátima? ¿Brotaría agua de una piedra como en Lourdes?

Todo fue más mundano que eso...Alba llegó vestida de blanco y comenzó a rezar junto al platanero, al finalizar la Guardia Civil la llevó a la estación quizás para protegerla de aquel gentío que se agolpaba alrededor de ella. Alba describía sí a aquella visión mariana:” una mujer muy guapa con una corona en la cabeza, un vestido blanco, capa azul y con un rosario en las manos juntas sobre el pecho”.

Aquellas 20.000 personas querían, deseaban, anhelaban ver a la Virgen, confiaban en la inocencia de la niña y se había desplazado de toda la península ante el rumor de la aparición mariana. La madre gritaba: “Mi niña no está loca. Mi niña dice que se ha hecho el milagro” mientras unos perdían la mirada en el cielo entre rezos y oraciones, entre plegarias eternas, rosarios infinitos y peticiones imposibles... Era la sociología del milagro.

Los estamentos eclesiásticos se manifestaron al respecto y así el vicario general de la diócesis de Huelva, Ildefonso Caballero, declaraba a diferentes medios: “éste es un fenómeno que surge al margen de la comunidad eclesial, ya que se trata de un movimiento emocional ante el cual la Iglesia se mantiene expectante y prudente, al tiempo que escéptica”.

Cuando la Virgen se manifiesta en Gibraleón

Cerca de Huelva, a unos 14 kilómetros, encontramos la localidad de Gibraleón, dicen que este pueblo y Lepe (a 41 kilómetros de Huelva, en plena costa atlántica) han sido elegidos por la Virgen para ser testigos de sus apariciones -de las apariciones de Gibraleón como popularmente se las conoce- a estos simples mortales aunque extintas ya.

En la primera de ellas, y quizás más conocidas, desde 1989 se producían en la colina llamada “Alto Micael” y fue descrita como:” una joven muy bella, de unos veintidós años, luminosa y vestida de blanco”. Sus mensajes eran dados los días trece de cada mes. Aunque todas estas apariciones no dejaban de ser tildadas como un buen ejemplo de fraudes perpetrados por supuestos videntes con un claro afán enmascarados tras ellas... Y la Virgen daba mensajes, mensajes como: “: “Quiero que me hagáis una capilla aquí, que ya lo dije (...) Quiero que me pongáis, hijos míos, una imagen bendecida” (29-10-91).

En otros: “Pido a todos la conversión del mundo entero. Todos los que vengan a rezarme el rosario con devoción, penitencia y sacrificio serán protegidos por mí y saldrán favorecidos. Hijos míos, acordarse del Padre, de mi corazón que está sufriendo por todas las injurias. Hijos míos, levantad los ojos que yo estoy con vosotros...”.

La sugestión, las ganas de ver y de creer, el ser partícipes del milagro, el hipnotismo colectivo quedaban de manifiesto en unas apariciones más del lado terrenal que del celestial. Otros, como la fervorosa Pitita Ridruejo, pensaban en María del Carmen como sólo a una “vidente encantadora” (¿de masas?) con ganas de transmitir el mensaje de la Virgen y ser testigos de su “milagro” porque en sus apariciones las personas allí congregadas habían creído ver moverse al Sol desde su quietud en el universo... Fenómenos explicables por la ilusión óptica generada  “por la impresión de la luz en las retinas más el efecto causado por el desplazamiento de las nubes delante del Sol” como relataba el investigador onubense y así la vidente comunicar el prodigio de la danza solar de Gibraleón cual un Fátima onubense fuera...

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